La lucha por la supervivencia en el inicio de la segunda semana de la Mostra
- por © E.E. (Venecia)-NOTICINE.com
Encerrados, perseguidos y sin cómo sobrevivir... Así son los personajes principales de las dos películas mostradas este lunes, al inicio de la segunda semana de la Mostra de Venecia, en competencia por el León de Oro. Dos films no muy aconsejables para curar una depresión. El primero, "Essential Killing", dirigido por el veterano autor polaco Jerzy Skolimowski, tiene como protagonista a un talibán (Vincent Gallo) que huye de sus norteamericanos captores en Polonia, y el segundo "The ditch", del chino Wang Bing, a los prisioneros políticos residentes en un campo de reeducación en el desierto de Gobi. Sálvese el que pueda...
"Essential Killing" era una de las películas más esperadas de esta Mostra. El ya septuagenario Skolimowski encontró un tema original y con carga política, por mucho que él quiera ahora quitársela. Su "héroe" no es sino un talibán, que tras un atentado en Afganistán acaba en manos de los ocupantes norteamericanos. Como todos sabemos, la edificante lucha contra el terrorismo internacional gestionada por Bush incluía cárceles secretas donde los internos carecían de cualquier derecho.
Al talibán que interpreta Gallo, un tipo que no sabe qué hacer para ser más carismático y "enfant terrible" (tiene otra película en la Mostra esta vez como director en la recámara que veremos en los próximos días), le hacen de todo, pero en un traslado rumbo a ese centro secreto de detención de la CIA en Polonia, el furgón sufre un accidente y el reo logra huir.
Lo que durante 85 minutos se nos cuenta es el intento de sobrevivir de esta bestia acosada y perseguida, que no duda en comportarse como tal y liquidar al que se cruza en su camino, salvo a una joven madre (muda, como casi toda la película, ya que el talibán huye sin hablar solo) a la que encuentra amamantando a su hijo, y el hombre, imaginamos que por hambre, no duda en colgarse de la teta libre para mamar lo que puede...
El planteamiento de "Essential Killing" no deja de ser tan original como interesante, y pone al espectador en la disyuntiva de identificarse con el fugitivo que no deja de ser una víctima acosada, o ponerse en el lugar de sus captores. Lástima que el "casting" resulte discutible, ya que el talibán-Gallo a pesar de su buen hacer expresando con ojos de pánico lo que el guión no le permite expresar con palabras, y de una poblada barba musulmana, no deja de ser muy palido y occidental ("caucásico" dicen los norteamericanos) para imaginárnoslo en las estepas afganas.
En cuanto a "The ditch" ("La zanja"), se trata de la primera cinta de ficción del documentalista Wang Bing, que casi en la clandestinidad ha rodado la historia real de los presos políticos que el régimen comunista chino mandó a un campo de reeducación, condenados a trabajos forzados, en 1960, en el desierto de Gobi, sometidos a temperaturas bajo cero, perdidos en medio de la nada. Esta era la película sorpresa (alguno esperaba algo más lustroso y cosmopolita, pero se encontró con una piedra del desierto).
Los presos que debían "reeducarse" por medio del trabajo, se vieron obligados a dejar de trabajar, ya que el Estado no estaba en condiciones de mantenerlos. Apenas les entregó unos granos y algún animal a los más afortunados, para que en ese infierno intentaran sobrevivir. La mayoría no lo lograron. Sólo quedó la quinta parte de los 1500 prisioneros y el resto murió de hambre, miseria y enfermedades. Uno de ellos incluso tiene un pequeño papel en la película, en la que muchos de los actores son aficionados de la zona y sólo unos pocos actores profesionales.
El cineasta ha contado que pudo filmar la película a salto de mata, a lo largo de varios años y tras hablar con más de un centenar de supervivientes, gracias al dinero que le dieron en Francia y Bélgica y de espaldas a las autoridades de su país. A día de hoy no sabe si su película será autorizada o no, pero dice que le da lo mismo, que lo importante era hacerla y recordar un hecho histórico que pocos conocen dentro o fuera de China.
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"Essential Killing" era una de las películas más esperadas de esta Mostra. El ya septuagenario Skolimowski encontró un tema original y con carga política, por mucho que él quiera ahora quitársela. Su "héroe" no es sino un talibán, que tras un atentado en Afganistán acaba en manos de los ocupantes norteamericanos. Como todos sabemos, la edificante lucha contra el terrorismo internacional gestionada por Bush incluía cárceles secretas donde los internos carecían de cualquier derecho.
Al talibán que interpreta Gallo, un tipo que no sabe qué hacer para ser más carismático y "enfant terrible" (tiene otra película en la Mostra esta vez como director en la recámara que veremos en los próximos días), le hacen de todo, pero en un traslado rumbo a ese centro secreto de detención de la CIA en Polonia, el furgón sufre un accidente y el reo logra huir.
Lo que durante 85 minutos se nos cuenta es el intento de sobrevivir de esta bestia acosada y perseguida, que no duda en comportarse como tal y liquidar al que se cruza en su camino, salvo a una joven madre (muda, como casi toda la película, ya que el talibán huye sin hablar solo) a la que encuentra amamantando a su hijo, y el hombre, imaginamos que por hambre, no duda en colgarse de la teta libre para mamar lo que puede...
El planteamiento de "Essential Killing" no deja de ser tan original como interesante, y pone al espectador en la disyuntiva de identificarse con el fugitivo que no deja de ser una víctima acosada, o ponerse en el lugar de sus captores. Lástima que el "casting" resulte discutible, ya que el talibán-Gallo a pesar de su buen hacer expresando con ojos de pánico lo que el guión no le permite expresar con palabras, y de una poblada barba musulmana, no deja de ser muy palido y occidental ("caucásico" dicen los norteamericanos) para imaginárnoslo en las estepas afganas.
En cuanto a "The ditch" ("La zanja"), se trata de la primera cinta de ficción del documentalista Wang Bing, que casi en la clandestinidad ha rodado la historia real de los presos políticos que el régimen comunista chino mandó a un campo de reeducación, condenados a trabajos forzados, en 1960, en el desierto de Gobi, sometidos a temperaturas bajo cero, perdidos en medio de la nada. Esta era la película sorpresa (alguno esperaba algo más lustroso y cosmopolita, pero se encontró con una piedra del desierto).
Los presos que debían "reeducarse" por medio del trabajo, se vieron obligados a dejar de trabajar, ya que el Estado no estaba en condiciones de mantenerlos. Apenas les entregó unos granos y algún animal a los más afortunados, para que en ese infierno intentaran sobrevivir. La mayoría no lo lograron. Sólo quedó la quinta parte de los 1500 prisioneros y el resto murió de hambre, miseria y enfermedades. Uno de ellos incluso tiene un pequeño papel en la película, en la que muchos de los actores son aficionados de la zona y sólo unos pocos actores profesionales.
El cineasta ha contado que pudo filmar la película a salto de mata, a lo largo de varios años y tras hablar con más de un centenar de supervivientes, gracias al dinero que le dieron en Francia y Bélgica y de espaldas a las autoridades de su país. A día de hoy no sabe si su película será autorizada o no, pero dice que le da lo mismo, que lo importante era hacerla y recordar un hecho histórico que pocos conocen dentro o fuera de China.
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