Agoniza la competencia veneciana con la matemática italiana y la sangre japonesa
- por © E.E. (Venecia)-NOTICINE.com
En la penúltima jornada competitiva, este jueves, el Lido ha recibido otro film italiano, "La soledad de los números primos", de Saverio Costanzo, frustrante adaptación de una exitosa novela en torno a una insuperable soledad, y "13 asesinos", "remake" cocinado en sangre de un film de samurais de los años 60 a cargo del prolífico y violento Takashi Miike. A no ser que Tarantino imponga sus gustos con este último título, ambos deberían quedar relegados fuera de las quinielas de premios.
Es lógico, hasta cierto punto, y ya es habitual. Lo empezó haciendo Cannes hasta la saciedad, y detrás han ido casi todos los demás festivales importantes: la norma es el nacionalismo, privilegiar la producción propia e intentar usar el festival como escaparate de su cine para interesar al resto del mundo. Seguro que alguna vez en determinados productos han visto la etiqueta "export quality", es decir, que lo que se ofrece puede viajar sin dejar en mal lugar al fabricante. Y ese es el problema, que si Francia, con una producción mucho mayor que sus vecinos, tiene con frecuencia dificultades para mostrar esa calidad "exportable", qué no podrá pasar en cinematográfias menos prolíficas como la italiana.
Todo esto viene a cuento de la última y tal vez más esperada película de la amplia selección italiana en concurso por el León de Oro de la Mostra, "La soledad de los números primos", adaptación de uno de los "best sellers" más apreciado dentro y fuera de la bota transalpina en los últimos años, escrito por Paolo Giordano, quien no sólo apoya la versión de su compatriota Saverio Costanzo, sino que incluso ha trabajado con él en el guión.
Puede que su inexperiencia en este terreno o la dificultad intrínseca de adaptar la novela -como lo ha reconocido el propio Costanzo- sean las razones para justificar este patinazo o si lo quieren más literario, esta traición a la propia obra. Y es que los que disfrutaron en papel "La soledad de los números primos" han sido los primeros en repudiar la cinta, que de entrada rompe con el esquema temporal del libro.
Queda por supuesto una parte de la metáfora original, la de esos números que sólo son divisibles por uno o por sí mismos, en este caso una pareja que a lo largo de los años testimonia su incapacidad de profundizar en el amor, de diluir a dúo la soledad que les envuelve, ahogados ambos por los traumas del pasado, que les impiden la fusión de almas que implica el verdadero sentimiento amoroso.
Pero Costanzo y Giordano no han podido trasladar y resumir de las páginas del libro a las del guión la esencia de la obra, y "La soledad de los números primos" naufraga incluso para los que se enfrentan a ella sin el prejuicio de haberla tenido primero entre sus manos negro sobre blanco.
Qué gran contraste... Frente a una historia de incapacidad íntima un exceso a todos los niveles, el del japonés Takashi Miike y su "13 asesinos", sangrienta recopilación de luchas, sablazos y ríos de hemoglobina llenando el scope de la pantalla. De nuevo, como en este género oriental, la excusa es la historia y el pasado, aquí de los samurais y sus códigos de honor. El autor de "Llamada perdida" versionea un film nipón de los años 60, que plantea como "una lección de historia" para sus jóvenes compatriotas.
Probablemente ellos sí apreciarán su película por sus claras concomitancias con algunos violentos video-juegos de los que consumen habitualmente. En "13 asesinos", un samurai recibe el encargo de matar a mediados del siglo XIX a un cruento señor que no respeta el más mínimo orden moral, y para ello recluta a una docena de colegas. No se puede negar al japonés su habilidad con la cámara y la edición, y probablemente los fieles a este tipo de espectáculo violento disfruten y se diviertan, pero sólo ellos...
Este viernes se proyectan las tres últimas cintas en la carrera por los Leones y las Copas, tres atractivas propuestas: "Road to nowhere", del renacido Monte Hellman; "Barney's version", de Richard J. Lewis, con un seductor reparto encabezado por Dustin Hoffman, Paul Giamatti, Rosamund Pike y Minnie Driver, y la alemana "Drei", de Tom Tykwer.
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Es lógico, hasta cierto punto, y ya es habitual. Lo empezó haciendo Cannes hasta la saciedad, y detrás han ido casi todos los demás festivales importantes: la norma es el nacionalismo, privilegiar la producción propia e intentar usar el festival como escaparate de su cine para interesar al resto del mundo. Seguro que alguna vez en determinados productos han visto la etiqueta "export quality", es decir, que lo que se ofrece puede viajar sin dejar en mal lugar al fabricante. Y ese es el problema, que si Francia, con una producción mucho mayor que sus vecinos, tiene con frecuencia dificultades para mostrar esa calidad "exportable", qué no podrá pasar en cinematográfias menos prolíficas como la italiana.
Todo esto viene a cuento de la última y tal vez más esperada película de la amplia selección italiana en concurso por el León de Oro de la Mostra, "La soledad de los números primos", adaptación de uno de los "best sellers" más apreciado dentro y fuera de la bota transalpina en los últimos años, escrito por Paolo Giordano, quien no sólo apoya la versión de su compatriota Saverio Costanzo, sino que incluso ha trabajado con él en el guión.
Puede que su inexperiencia en este terreno o la dificultad intrínseca de adaptar la novela -como lo ha reconocido el propio Costanzo- sean las razones para justificar este patinazo o si lo quieren más literario, esta traición a la propia obra. Y es que los que disfrutaron en papel "La soledad de los números primos" han sido los primeros en repudiar la cinta, que de entrada rompe con el esquema temporal del libro.
Queda por supuesto una parte de la metáfora original, la de esos números que sólo son divisibles por uno o por sí mismos, en este caso una pareja que a lo largo de los años testimonia su incapacidad de profundizar en el amor, de diluir a dúo la soledad que les envuelve, ahogados ambos por los traumas del pasado, que les impiden la fusión de almas que implica el verdadero sentimiento amoroso.
Pero Costanzo y Giordano no han podido trasladar y resumir de las páginas del libro a las del guión la esencia de la obra, y "La soledad de los números primos" naufraga incluso para los que se enfrentan a ella sin el prejuicio de haberla tenido primero entre sus manos negro sobre blanco.
Qué gran contraste... Frente a una historia de incapacidad íntima un exceso a todos los niveles, el del japonés Takashi Miike y su "13 asesinos", sangrienta recopilación de luchas, sablazos y ríos de hemoglobina llenando el scope de la pantalla. De nuevo, como en este género oriental, la excusa es la historia y el pasado, aquí de los samurais y sus códigos de honor. El autor de "Llamada perdida" versionea un film nipón de los años 60, que plantea como "una lección de historia" para sus jóvenes compatriotas.
Probablemente ellos sí apreciarán su película por sus claras concomitancias con algunos violentos video-juegos de los que consumen habitualmente. En "13 asesinos", un samurai recibe el encargo de matar a mediados del siglo XIX a un cruento señor que no respeta el más mínimo orden moral, y para ello recluta a una docena de colegas. No se puede negar al japonés su habilidad con la cámara y la edición, y probablemente los fieles a este tipo de espectáculo violento disfruten y se diviertan, pero sólo ellos...
Este viernes se proyectan las tres últimas cintas en la carrera por los Leones y las Copas, tres atractivas propuestas: "Road to nowhere", del renacido Monte Hellman; "Barney's version", de Richard J. Lewis, con un seductor reparto encabezado por Dustin Hoffman, Paul Giamatti, Rosamund Pike y Minnie Driver, y la alemana "Drei", de Tom Tykwer.
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