Diego Galán habla sobre el Festival de San Sebastián: "No se puede pretender atraer a la industria norteamericana"

por © Jon Apaolaza-NOTICINE.com
Diego Galán
El crítico, escritor y documentalista Diego Galán, director del Festival de San Sebastián durante ocho años en dos etapas, es una voz más que autorizada para analizar la evolución de este certamen, el más importante de la península ibérica, y que este misma semana alcanzará su edición número 61. Hablamos en exclusiva con el veterano cinéfilo que elevó el nivel del festival donostiarra a sus cotas de mayor brillantez sobre su pasado, presente y futuro, y ahora apoya la renovación.

- ¿Cómo ve la evolución del Festival de San Sebastián desde que dejó la dirección?

Yo seguí diez años trabajando con Mikel Olaciregui, y he vivido desde dentro la evolución. Ahora, con el nuevo equipo de José Luis Rebordinos, más joven, más dinámico, más emprendedor, puede que tome un nuevo rumbo, pero durante el tiempo anterior se ha seguido el mismo esquema que creamos en los años en que yo lo dirigía. No ha variado en nada, o no en lo fundamental. Y me parece que es un festival que sigue creciendo, con cada vez más repercusión internacional.

- Renovarse o morir...

Tengo mucha esperanza en el nuevo equipo, porque aunque Rebordinos ya trabajaba en el festival desde el 95, que es cuando le ofrecí que colaborara con nosotros, tiene un nuevo espíritu. Creo que es muy bueno que el festival cambie de cabeza de vez en cuando. De hecho yo dimití dos veces. Porque cuando se transforma el trabajo en costumbre, cuando acabas siendo casi un funcionario, hay que dejarlo inmediamente, para que venga otro y lo renueve, y traiga otro tipo de ambiciones. Al menos en mi experiencia, esta labor acaba produciendo ese abotargamiento, esa inercia, y cuando trabajas con inercia es muy malo.

- Me da la sensación de que el esquema internacional de los festivales está muy cerrado y no hay lugar para ascender peldaños o posiciones como en un ranking. Hay mucha gente que piensa que con usted al frente San Sebastián tocó techo y no se puede aspirar a brillar más.

Creo que depende de dónde quieras brillar, y cuáles sean los objetivos que tengas. No creo que todos los festivales del mundo, que son muchísimos, quieran hacer lo mismo y ser todos Cannes, que es el más importante. Hay festivales extraordinarios en todas partes, que se dirigen a otro público, y no quieren ser Cannes. Efectivamente San Sebastián está muy pegado a otros festivales, pero en cualquier otro mes del año estaría pegado a otros festivales. No hay ningún mes o momento en que se esté libre de contagio con otras manifestaciones de cine.

- Nunca se plantearon cambiar a otro mes donde no existieran unas competencias previas en fechas tan importantes como Venecia y Toronto, este último incluso quitando la primicia de estrenos españoles a San Sebastián...

Sí se planteó un cambio de fechas, pero no creo que tenga mucho interés. Por otra parte cada ciudad tiene sus condiciones, y el buen tiempo en San Sebastián es primordial. No se puede hacer en meses de frío, lluvia y galernas... Hay que hacerlo cuando corresponde a la ciudad. Y en el momento en que corresponde a la industria, y septiembre es un mes de promoción y apertura, mientras que julio no lo sería, y mucho menos febrero que es cuando se realiza Berlín, con frío y bajo muchos grados bajo cero. Otra cosa es que quieras ser como Toronto o como Venecia. Con Venecia sí puede haber similitudes, pero con Toronto ninguna. Es un gran mercado, extraordinario, que ha tenido un nivelazo para el público norteamericano importante. Pero no se puede pretender desde Guipúzcoa atraer a la industria norteamericana, con la misma facilidad de Toronto, que lo tienen al lado.

- Usted ha vivido este año una experiencia nueva, que ha sido estrenar una película documental, "Con la pata quebrada", en el Festival de Cannes. No era su primera realización en el género, pero sí la primera en participar en Cannes. ¿Cómo lo vivió?

Me he dedicado a varias cosas a lo largo de la vida, y esta de participar en festivales no es una cosa a la que me dedique, pero es una experiencia nueva, y bien, muy bien. Es diferente venir a ver películas que venir a que vean la tuya. Pero también antes he dado la vuelta a la barrera, por ejemplo en el Festival de San Sebastián empecé siendo crítico, como enviado especial, y acabé dirigiéndolo y leyendo las críticas que se hacían a mis criterios de selección.

- Plasmó esa experiencia donostiarra en el libro "Jack Lemmon nunca cenó aquí". ¿Se dejó algo en el tintero, sobre todo la parte menos dulce de esa experiencia?
No creo. Sí se hacía mucha referencia a los malos ratos y las dificultades que había, y a las movidas callejeras por motivos políticos... Creo que lo que escribí es todo lo que recuerdo.