Suenan sustitutos para De Hadeln en la Mostra veneciana
- por © Redacción-NOTICINE.com
9-I-04
La derecha italiana nunca acabó de ver bien que un "extranjero" por muchas credenciales que incluyera su curriculum (más de dos décadas al frente de la Berlinale) estuviera en la dirección de la Mostra de Venecia, y a pesar de que la gestión de Moritz de Hadeln en sus dos ediciones del certamen del Lido ha sido prácticamente irreprochable, parece que al suizo le quedan los días contados en el puesto. Recientemente, el consejo de administración de la Biennale di Venezia, de la que depende el decano de los festivales de cine del mundo, acordó prorrogar hasta final de marzo su mandato (la Mostra es en septiembre), con la tarea fundamental de convertirse en "asesor", y estos días la prensa italiana ya habla de hasta tres candidatos a sustituirle como director de la Mostra: Marco Mueller, ex responsable de los festivales de Locarno y Rotterdam, además de productor; el actor sobradamente conocido Giancarlo Giannini, y la actual directora de Locarno, Irene Bignardi.
El ministro de Cultura del derechista gobierno Berlusconi, Giuliano Urbani, pretende mirarse en el espejo de Cannes y hacer de la Mostra veneciana por encima de otras consideraciones un certamen que promocione el cine nacional. Este giro "nacionalista" encuentra dificil acople con un cosmopolita "no italiano" como De Hadeln, acusado en su día de exponer demasiado cine de Hollywood en Berlín, olvidando su contribución a la difusión del cine asiático o español, por poner algunos ejemplos. "Quizás no le guste lo que yo hice, tal vez porque sea extranjero. Eso tal vez parezca absurdo, pero no veo otros argumentos", declaraba este jueves al diario Il Corriere della Sera el todavía director de la Mostra, que se considera víctima de "juegos políticos".
Pero, resultaría simplista reducir el debate a una simple cuestión de "italianidad". A pesar de haber elevado el nivel de la Mostra y su repercusión internacional de la mano de grandes figuras del cine, sobre todo el pasado 2003, De Hadeln se tomó tan en serio su trabajo que no dudó en criticar a las autoridades italianas por la falta de infraestructuras y la burocracia de la Mostra y la Biennale. Siempre sostuvo que para colocar al certamen a la misma altura que Cannes y Berlín era preciso un nuevo palacio del festival (el actual se inauguró como "provisional" en los años 30) y otras inversiones. La reforma también está en mente del gobierno italiano, pero no exactamente en ese sentido, sino en el de -a la vez que se limitará la autonomía de la Biennale- convertir a la Mostra en un escaparate para que el decaído cine italiano se difunda ante el mundo.
La derecha italiana nunca acabó de ver bien que un "extranjero" por muchas credenciales que incluyera su curriculum (más de dos décadas al frente de la Berlinale) estuviera en la dirección de la Mostra de Venecia, y a pesar de que la gestión de Moritz de Hadeln en sus dos ediciones del certamen del Lido ha sido prácticamente irreprochable, parece que al suizo le quedan los días contados en el puesto. Recientemente, el consejo de administración de la Biennale di Venezia, de la que depende el decano de los festivales de cine del mundo, acordó prorrogar hasta final de marzo su mandato (la Mostra es en septiembre), con la tarea fundamental de convertirse en "asesor", y estos días la prensa italiana ya habla de hasta tres candidatos a sustituirle como director de la Mostra: Marco Mueller, ex responsable de los festivales de Locarno y Rotterdam, además de productor; el actor sobradamente conocido Giancarlo Giannini, y la actual directora de Locarno, Irene Bignardi.
El ministro de Cultura del derechista gobierno Berlusconi, Giuliano Urbani, pretende mirarse en el espejo de Cannes y hacer de la Mostra veneciana por encima de otras consideraciones un certamen que promocione el cine nacional. Este giro "nacionalista" encuentra dificil acople con un cosmopolita "no italiano" como De Hadeln, acusado en su día de exponer demasiado cine de Hollywood en Berlín, olvidando su contribución a la difusión del cine asiático o español, por poner algunos ejemplos. "Quizás no le guste lo que yo hice, tal vez porque sea extranjero. Eso tal vez parezca absurdo, pero no veo otros argumentos", declaraba este jueves al diario Il Corriere della Sera el todavía director de la Mostra, que se considera víctima de "juegos políticos".
Pero, resultaría simplista reducir el debate a una simple cuestión de "italianidad". A pesar de haber elevado el nivel de la Mostra y su repercusión internacional de la mano de grandes figuras del cine, sobre todo el pasado 2003, De Hadeln se tomó tan en serio su trabajo que no dudó en criticar a las autoridades italianas por la falta de infraestructuras y la burocracia de la Mostra y la Biennale. Siempre sostuvo que para colocar al certamen a la misma altura que Cannes y Berlín era preciso un nuevo palacio del festival (el actual se inauguró como "provisional" en los años 30) y otras inversiones. La reforma también está en mente del gobierno italiano, pero no exactamente en ese sentido, sino en el de -a la vez que se limitará la autonomía de la Biennale- convertir a la Mostra en un escaparate para que el decaído cine italiano se difunda ante el mundo.