La cara más "divertida" de los Goya 2017
- por © Cristian Rodríguez-NOTICINE.com
Besos, lapsus, tacones, humor chabacano, zascas, escaleras imposibles y mucha agua. La 31ª ceremonia de los Premios Goya no sólo destacó por el sinfín de premios repartidos durante sus más de tres horas de duración. En la gala del pasado sábado también hubo espacio para diversas anécdotas que marcaron una anoche descafeinada, previsible y anodina.
"Un Monstruo viene a verme". Eso es lo que pensaron los espectadores al presenciar el monólogo de apertura de Dani Rovira. Pero tras este comienzo tambaleante, el actor y humorista malagueño aún tenía preparados muchos ases bajo la manga. Y es que siendo el tercer año consecutivo como presentador de los Goya, ¿qué hacer para sorprender a la audiencia? Rovira lo tenía muy claro. Se sentó junto a su compañero de reparto en "Ocho apellidos vascos", "Ocho apellidos catalanes" y "100 metros", Karra Elejalde, y le plantó un beso que revolucionó las redes sociales. Aunque este acto no fue el único con el que llamó la atención de la audiencia. El conductor de la gala se vistió de Superman para protagonizar un gag junto a la Presidenta de la Academia de Cine, Yvonne Blake, que le dedicó la frase "Enséñame el paquete, que soy experta en los de Superman". Entre chascarrillo y chascarrillo, Rovira también ofreció un momento de reivindicación, posicionándose a favor del papel de la mujer en el cine español subido a unos zapatos de tacón de aguja, zapatos que hizo firmar a Pedro Almodóvar.
Pero los Goya 2017 no sólo vivieron del humor de Rovira. Las anécdotas fueron sucediéndose durante el transcurso de la noche. Uno de los aspectos que más debate suscitó fue el limitado escenario -salón de actos del Marriot Auditorium Hotel-, acompañado por una orquesta de 300 músicos que dejaba muy poca libertad de movimiento a los premiados.
El agua fue otra de las grandes protagonistas. Primero durante el discurso de Yvonne Blake, que se quedó con la "boca seca", y más adelante durante el sermón de Ana Belén, premiada al Goya de Honor, que tuvo que parar para refrescarse la garganta -no nos extraña, parecía que estaba declamando el evangelio-.
La película "Un Monstruo viene a verme / A Monster Calls", gran triunfadora de la noche -logró 9 estatuillas, frente a las 4 de "Tarde para la ira"-, también dio lugar a grandes anéctotas. Desde el lacrimógeno J.A Bayona -al que Rovira ofreció una tila- hasta los lapsus a la hora de nombrar a la cinta como vencedora: "monstro", "mostro" o "mostruo" fueron los apelativos más utilizados.
Precisamente con Bayona se produjo otro lapsus, en concreto con una fotografía supuestamente suya que se mostró en pantalla, cuando en realidad quien aparecía en la instantánea era su hermano.
Los discursos de los galardonados también dejaron momentos para el recuerdo. Silvia Pérez Cruz -Mejor Canción Original- se lanzó a cantar una estrofa de su canción, dedicada a los dehauciados, ganándose el aplauso de los allí presentes. Por su parte, Anna Castillo -Mejor Actriz Revelación- demostró no tener preparadas ningunas palabras, comenzando su intervención con un "Estoy flipando".
No mucho mejor le fue a Manolo Solo -Mejor Actor de Reparto-. Fue tal el embrollo de palabras que formó que sólo él las entendió.
Entre los estilismos, tan comentados durante cada edición de los Goya, el más criticado fue precisamente el de una estilista, Cristina Rodríguez -nominada, valga la redundancia, a dos premios a mejor Diseño de Vestuario-, que horrorizó a propios y extraños con un look en el que intentó plasmar la idea de "dos vestidos en uno". A la vista está que no lo consiguió.
Mar Saura tampoco dejó indiferente a nadie con un vestido al más puro estilo anuncio de Freixenet.
Con tanta saturación de anécdotas -acompañadas de una ceremonia lineal y predecible- no es de extrañar que la gala del pasado sábado sea la menos vista desde el 2014. A pesar de ello, los Goya 2017 lideraron la noche con 3 648 000 espectadores y un 23,1% de share. El minuto de oro se produjo a las 23:25, durante el discurso de Ana Belén, con 4 268 000 espectadores y un 30,8% de share.
Habrá que esperar al año que viene para comprobar si se frena esta tendencia a la baja o si, por el contrario, los Goya continúan dejando de interesar a los españoles.
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"Un Monstruo viene a verme". Eso es lo que pensaron los espectadores al presenciar el monólogo de apertura de Dani Rovira. Pero tras este comienzo tambaleante, el actor y humorista malagueño aún tenía preparados muchos ases bajo la manga. Y es que siendo el tercer año consecutivo como presentador de los Goya, ¿qué hacer para sorprender a la audiencia? Rovira lo tenía muy claro. Se sentó junto a su compañero de reparto en "Ocho apellidos vascos", "Ocho apellidos catalanes" y "100 metros", Karra Elejalde, y le plantó un beso que revolucionó las redes sociales. Aunque este acto no fue el único con el que llamó la atención de la audiencia. El conductor de la gala se vistió de Superman para protagonizar un gag junto a la Presidenta de la Academia de Cine, Yvonne Blake, que le dedicó la frase "Enséñame el paquete, que soy experta en los de Superman". Entre chascarrillo y chascarrillo, Rovira también ofreció un momento de reivindicación, posicionándose a favor del papel de la mujer en el cine español subido a unos zapatos de tacón de aguja, zapatos que hizo firmar a Pedro Almodóvar.
Pero los Goya 2017 no sólo vivieron del humor de Rovira. Las anécdotas fueron sucediéndose durante el transcurso de la noche. Uno de los aspectos que más debate suscitó fue el limitado escenario -salón de actos del Marriot Auditorium Hotel-, acompañado por una orquesta de 300 músicos que dejaba muy poca libertad de movimiento a los premiados.
El agua fue otra de las grandes protagonistas. Primero durante el discurso de Yvonne Blake, que se quedó con la "boca seca", y más adelante durante el sermón de Ana Belén, premiada al Goya de Honor, que tuvo que parar para refrescarse la garganta -no nos extraña, parecía que estaba declamando el evangelio-.
La película "Un Monstruo viene a verme / A Monster Calls", gran triunfadora de la noche -logró 9 estatuillas, frente a las 4 de "Tarde para la ira"-, también dio lugar a grandes anéctotas. Desde el lacrimógeno J.A Bayona -al que Rovira ofreció una tila- hasta los lapsus a la hora de nombrar a la cinta como vencedora: "monstro", "mostro" o "mostruo" fueron los apelativos más utilizados.
Precisamente con Bayona se produjo otro lapsus, en concreto con una fotografía supuestamente suya que se mostró en pantalla, cuando en realidad quien aparecía en la instantánea era su hermano.
Los discursos de los galardonados también dejaron momentos para el recuerdo. Silvia Pérez Cruz -Mejor Canción Original- se lanzó a cantar una estrofa de su canción, dedicada a los dehauciados, ganándose el aplauso de los allí presentes. Por su parte, Anna Castillo -Mejor Actriz Revelación- demostró no tener preparadas ningunas palabras, comenzando su intervención con un "Estoy flipando".
No mucho mejor le fue a Manolo Solo -Mejor Actor de Reparto-. Fue tal el embrollo de palabras que formó que sólo él las entendió.
Entre los estilismos, tan comentados durante cada edición de los Goya, el más criticado fue precisamente el de una estilista, Cristina Rodríguez -nominada, valga la redundancia, a dos premios a mejor Diseño de Vestuario-, que horrorizó a propios y extraños con un look en el que intentó plasmar la idea de "dos vestidos en uno". A la vista está que no lo consiguió.
Mar Saura tampoco dejó indiferente a nadie con un vestido al más puro estilo anuncio de Freixenet.
Con tanta saturación de anécdotas -acompañadas de una ceremonia lineal y predecible- no es de extrañar que la gala del pasado sábado sea la menos vista desde el 2014. A pesar de ello, los Goya 2017 lideraron la noche con 3 648 000 espectadores y un 23,1% de share. El minuto de oro se produjo a las 23:25, durante el discurso de Ana Belén, con 4 268 000 espectadores y un 30,8% de share.
Habrá que esperar al año que viene para comprobar si se frena esta tendencia a la baja o si, por el contrario, los Goya continúan dejando de interesar a los españoles.
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