El cine raro desembarca en Cannes con Bong Joon-ho y Kornél Mundruczó
- por © E.E. (Cannes)-NOTICINE.com
Es difícil, por no decir imposible, mantener un buen nivel a lo largo de casi dos semanas de festival, y en la segunda jornada competitiva de Cannes, este viernes, tras dos potentes propuestas la víspera, aterrizó el cine raro y excesivo, de mano del surcoreano Bong Joon-ho y su "Okja" y del húngaro Kornél Mundruczó con "Jupiter holdja" (La luna de Júpiter), cintas ambas inclasificables y fantasiosas que no han convencido demasiado (especialmente la segunda).
Bong Joon-ho, director amante de generar fuertes emociones y de adornar con toques autorales un cine de apariencia entretenido y comercial, con películas como "Rompenieves", "The Host" o "Crónica de un asesino en serie", ha tenido que enfrentar algunos inconvenientes especiales antes de que se viera (completa) su película. Para empezar, se trata de una producción de Netflix, y como tal, aunque parece que se verá en salas coreanas y con pocas copias en Estados Unidos y algún otro país, su destino principal son los servidores de la plataforma audiovisual por internet. De ahí que forme parte de las cintas malditas por la industria francesa, que ha logrado que la apertura del certamen a las películas hechas para la red se cierre drásticamente en futuras ediciones.
Pero, aparte de esto (o quizás a causa de esto, quien sabe...) "Okja" se ha proyectado para la prensa en un formato erróneo, con lo que los periodistas al cabo de unos minutos protestaron hasta que la sesión se detuvo hasta la corrección de un problema técnico que el propio festival ha achacado a su personal, con todas las disculpas. Luego, cuando ya se vio enterita, las protestas fueron sustituidas por algunos aplausos.
El film, que toma el nombre del protagonista, una especie de cerdo descomunal que vive en un pueblo perdido de Corea, como mascota de una niña adorable, hasta que los espúreos intereses de una corporación estadounidense le hacen terminar en Nueva York, es una especie de cuento o fábula infantil -en su simplicidad- para mayores, por sus algunos excesos, en el que participaron figuras anglosajonas como Tilda Swinton, Paul Dano, Lily Collins y Jake Gyllenhaal. La historia resulta demasiado simple, pero la imaginación desbordante de Joon-ho -y los efectos digitales- intentan adornarla. Si no se toma muy en serio y se mira con ojos infantiles, puede acabar disfrutándose.
Mucho más difícil es llegar al mismo resultado con "Jupiter holdja", otra fantasía, aunque con tanto riesgo que acaba naufragando, del húngaro Kornél Mundruczó, quien recibió el reconocimiento internacional con películas como "White God" y ahora vuelve a Cannes, pero a la competición, con un drama que mezcla lo más realista con lo onírico, un cocktail de difícil digestión.
Y es que hay asuntos tan de por sí dramáticos que no necesitan pasar por el tamiz "creativo" de un "autor" en busca de aproximaciones novedosas. La cosa va de un refugiado sirio que intenta llegar a Europa Occidental y atravesando una frontera en Hungría recibe un tiro que despierta en él la capacidad de volar o levitar (así como leen...). Al igual que ocurre en "Okja", la explotación y el abuso humanos intentan aprovechar el nuevo don del joven emigrante.
No es de extrañar que los críticos se hayan ensañado con esta falta de respeto a un tema que no necesita adornos ni metáforas para ser inquietante, indignante y emotivo.
Bong Joon-ho, director amante de generar fuertes emociones y de adornar con toques autorales un cine de apariencia entretenido y comercial, con películas como "Rompenieves", "The Host" o "Crónica de un asesino en serie", ha tenido que enfrentar algunos inconvenientes especiales antes de que se viera (completa) su película. Para empezar, se trata de una producción de Netflix, y como tal, aunque parece que se verá en salas coreanas y con pocas copias en Estados Unidos y algún otro país, su destino principal son los servidores de la plataforma audiovisual por internet. De ahí que forme parte de las cintas malditas por la industria francesa, que ha logrado que la apertura del certamen a las películas hechas para la red se cierre drásticamente en futuras ediciones.
Pero, aparte de esto (o quizás a causa de esto, quien sabe...) "Okja" se ha proyectado para la prensa en un formato erróneo, con lo que los periodistas al cabo de unos minutos protestaron hasta que la sesión se detuvo hasta la corrección de un problema técnico que el propio festival ha achacado a su personal, con todas las disculpas. Luego, cuando ya se vio enterita, las protestas fueron sustituidas por algunos aplausos.
El film, que toma el nombre del protagonista, una especie de cerdo descomunal que vive en un pueblo perdido de Corea, como mascota de una niña adorable, hasta que los espúreos intereses de una corporación estadounidense le hacen terminar en Nueva York, es una especie de cuento o fábula infantil -en su simplicidad- para mayores, por sus algunos excesos, en el que participaron figuras anglosajonas como Tilda Swinton, Paul Dano, Lily Collins y Jake Gyllenhaal. La historia resulta demasiado simple, pero la imaginación desbordante de Joon-ho -y los efectos digitales- intentan adornarla. Si no se toma muy en serio y se mira con ojos infantiles, puede acabar disfrutándose.
Mucho más difícil es llegar al mismo resultado con "Jupiter holdja", otra fantasía, aunque con tanto riesgo que acaba naufragando, del húngaro Kornél Mundruczó, quien recibió el reconocimiento internacional con películas como "White God" y ahora vuelve a Cannes, pero a la competición, con un drama que mezcla lo más realista con lo onírico, un cocktail de difícil digestión.
Y es que hay asuntos tan de por sí dramáticos que no necesitan pasar por el tamiz "creativo" de un "autor" en busca de aproximaciones novedosas. La cosa va de un refugiado sirio que intenta llegar a Europa Occidental y atravesando una frontera en Hungría recibe un tiro que despierta en él la capacidad de volar o levitar (así como leen...). Al igual que ocurre en "Okja", la explotación y el abuso humanos intentan aprovechar el nuevo don del joven emigrante.
No es de extrañar que los críticos se hayan ensañado con esta falta de respeto a un tema que no necesita adornos ni metáforas para ser inquietante, indignante y emotivo.