Más de 70 películas dan voz a los indígenas en el Festival de la Presencia Autóctona de Montreal
- por © María Gómez Bravo (Montreal)-NOTICINE.com
Un enorme tipi se eleva en la Place des Festivals, en el centro de la ciudad canadiense de Montreal, simbolizando el eje vertical que une el cielo, la tierra y el mundo submarino. Bajo este techo metafórico, empieza el relato, leyendas e historias del pasado que se tejen con las voces más jóvenes que reclaman su sitio, a través de la magia que solo se da en el cine, convocado en una cita única, la del Festival de la Presencia Autóctona.
Más de 70 producciones, entre ficción, documental y cortometraje, nos llevan a la cosmovisión de los llamados primeros pueblos, que relatan a través del tamiz artístico único nativo su perspectiva sobre el mundo, sobre la herencia o sobre los problemas cotidianos que tienen que ver con la pervivencia del lenguaje, la importancia de la cultura, la expresión artística o la propia conexión con las tradiciones.
Desde Canadá al mundo, y desde el mundo a Canadá, estos metrajes se dan cita en esta 29 edición procedentes no solo del norte de América (Estados Unidos y Canadá), sino también desde el antiguo continente (Noruega, Suecia, Portugal o Francia tienen representación este año) o desde el corazón más latino, con producciones de Colombia, México, Ecuador, Bolivia y Brasil. La diversidad aborigen también se celebra con una sección especial para el país invitado, Nueva Zelanda, y en una cuidada colaboración con el Festival del Orgullo, con una selección de obras en las que se trata la biespiritualidad de los nativos.
El espíritu de la Presencia Autóctona sigue vivo en cada una de las cintas en las que se da fe de la resiliencia de las primeras naciones y cómo pervive lo tradicional con lo contemporáneo. Es el caso de filmes como "Thinking like a Mountain", de Alexander Hick, una producción colombiano alemana en la que se aborda el regreso de un Arhuaco a su comunidad de origen después de haber luchado junto a las FARC. Esa conexión entre presente y pasado es eje también del documental de ficción ecuatoriano "Huahua", del reconocido Jose Espinosa, en la que se plantea el dilema clásico del quiénes somos y de dónde venimos, en forma de la disyuntiva entre vivir en la ciudad, Quito, o volver a los orígenes indígenas.
El choque cultural también articula muchas de las cintas, como la boliviana "Yap+Rae Mgouundive", un documental que pone el foco en el esfuerzo de las comunidades para despertar el interés de los niños en los juegos tradicionales y alejarlos de las pantallas omnipresentes. O en obras que vienen ya de pisar la alfombra roja de otros festivales internacionales, como la brasileña "Chuva é Cantoria na Aldeia Dos Mortos", que ganó el premio del jurado en Cannes, sobre un joven de la tribu Krahô en el norte de Brasil que quiere escapar de su responsabilidad de convertirse en chamán y dejar a su familia en la ciudad.
Junto a omnipresente legado de lo tradicional, otros temas actuales como la amenaza del cambio climático, la identidad y la violencia de género o las consecuencias de los cambios vitales vertebran también las narraciones de la selección de producciones a concurso.
El Festival de la Presencia Autóctona, que durante años ha sido, según su director André Dudemaine, "prácticamente el único vehículo para la expresión artística de las primeras naciones", avanza hacia su tercera década con esa vocación internacional de dar visibilidad a la cultura y el arte indígenas, sin límites ni etiquetas más allá de las que da por derecho la firma de los primeros pueblos.
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Más de 70 producciones, entre ficción, documental y cortometraje, nos llevan a la cosmovisión de los llamados primeros pueblos, que relatan a través del tamiz artístico único nativo su perspectiva sobre el mundo, sobre la herencia o sobre los problemas cotidianos que tienen que ver con la pervivencia del lenguaje, la importancia de la cultura, la expresión artística o la propia conexión con las tradiciones.
Desde Canadá al mundo, y desde el mundo a Canadá, estos metrajes se dan cita en esta 29 edición procedentes no solo del norte de América (Estados Unidos y Canadá), sino también desde el antiguo continente (Noruega, Suecia, Portugal o Francia tienen representación este año) o desde el corazón más latino, con producciones de Colombia, México, Ecuador, Bolivia y Brasil. La diversidad aborigen también se celebra con una sección especial para el país invitado, Nueva Zelanda, y en una cuidada colaboración con el Festival del Orgullo, con una selección de obras en las que se trata la biespiritualidad de los nativos.
El espíritu de la Presencia Autóctona sigue vivo en cada una de las cintas en las que se da fe de la resiliencia de las primeras naciones y cómo pervive lo tradicional con lo contemporáneo. Es el caso de filmes como "Thinking like a Mountain", de Alexander Hick, una producción colombiano alemana en la que se aborda el regreso de un Arhuaco a su comunidad de origen después de haber luchado junto a las FARC. Esa conexión entre presente y pasado es eje también del documental de ficción ecuatoriano "Huahua", del reconocido Jose Espinosa, en la que se plantea el dilema clásico del quiénes somos y de dónde venimos, en forma de la disyuntiva entre vivir en la ciudad, Quito, o volver a los orígenes indígenas.
El choque cultural también articula muchas de las cintas, como la boliviana "Yap+Rae Mgouundive", un documental que pone el foco en el esfuerzo de las comunidades para despertar el interés de los niños en los juegos tradicionales y alejarlos de las pantallas omnipresentes. O en obras que vienen ya de pisar la alfombra roja de otros festivales internacionales, como la brasileña "Chuva é Cantoria na Aldeia Dos Mortos", que ganó el premio del jurado en Cannes, sobre un joven de la tribu Krahô en el norte de Brasil que quiere escapar de su responsabilidad de convertirse en chamán y dejar a su familia en la ciudad.
Junto a omnipresente legado de lo tradicional, otros temas actuales como la amenaza del cambio climático, la identidad y la violencia de género o las consecuencias de los cambios vitales vertebran también las narraciones de la selección de producciones a concurso.
El Festival de la Presencia Autóctona, que durante años ha sido, según su director André Dudemaine, "prácticamente el único vehículo para la expresión artística de las primeras naciones", avanza hacia su tercera década con esa vocación internacional de dar visibilidad a la cultura y el arte indígenas, sin límites ni etiquetas más allá de las que da por derecho la firma de los primeros pueblos.
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