Crítica: "Así habló el cambista", sinfonía con miserable solista

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"Así habló el cambista"
"Así habló el cambista"
Por Edurne Sarriegui   

El uruguayo Federico Veiroj (“La vida útil”, “Belmonte”) estrena “Así habló el cambista” simultáneamente en Argentina y en su país, Uruguay, después de pasar por los festivales de Toronto y San Sebastián. Esta coproducción internacional de la que forman parte Uruguay, Argentina y Alemania, también participará en unos días en la sección oficial del New York Film Festival.

La adaptación cinematográfica de la novela homónima del escritor Juan Gruber, corrió a cargo de Veiroj, Martín Mauregui y Arauco Hernández. La historia, contada en primera persona, perfila un oscuro personaje dedicado a negocios turbios.

Parafraseando el título de la obra de Niestzsche (“Así habló Zaratustra”), Humberto Brause (Daniel Hendler), protagonista y narrador, irá desgranando su filosofía.
 
La acción comienza en los años setenta aunque se remonta a los cincuenta para permitir que el personaje cuente sus inicios en el mundo de los negocios financieros. En aquel momento, el joven Brause era el alumno aventajado del Sr. Schweinsteiger (Luis Machín), un reconocido cambista de Montevideo que no hacía ascos a ir un poco más allá de su oficio para lavar capitales de oscura procedencia y situarlos en lugares seguros. A pesar de ser un hombre con una ética de trabajo bastante laxa, su moral profesional tiene algún límite y se niega a trabajar con el dinero sucio de la política. El alumno superará al maestro en ese concepto y en alguno más.

Cabe aclarar que en el Río de la Plata las casas de cambio no se limitan a cambiar divisas sino que, bajo cuerda, suelen hacer otro tipo de transacciones que los canales bancarios legales no se pueden permitir.

Pues bien, Humberto Brause no tiene ningún prurito y lo mismo trabaja con capitales procedentes de la corrupción política como  de secuestros de la guerrilla o de la mafia.

Veiroj retrata un personaje odioso y no le ahorra actitudes que reflejan su ruindad. Su afán por acumular riqueza y poder solo tiene parangón con su falta de apego por cualquier semejante. Su matrimonio con Güdrun (Dolores Fonzi), hija de su mentor, y sus dos hijos no parecen importarle tanto como la ambición que es el norte de su existencia.
 
El comienzo, con una escena de la ópera Christos de Antón Rubinstein, es la primera de muchas escenas en las que la música toma protagonismo. La melomanía de la familia de su suegro, que se transmita a las siguientes generaciones, hace el contrapunto entre lo elevado y la baja estofa del protagonista al mismo tiempo que cubre con una pátina culta e hipócrita los negocios sucios de la familia.

“Así habló el cambista” tiene las características de una producción importante. La recreación de la época y los escenarios -está filmada en el distrito financiero de Montevideo- están cuidados al máximo y la fotografía le da un aire añejo al film. Cuenta con actores uruguayos, argentinos, brasileños y la colaboración del chileno Benjamín Vicuña.

El último trabajo de Veiroj nos trae el retrato de un hombre hedonista, tan atrevido como cobarde y traidor. Lanza una torva mirada sobre esos personajes que no se ven pero que sabemos que existen: los que siempre ganan cuando el resto pierde. Cualquier parecido con la realidad que nos toca vivir no es pura coincidencia. Por lo menos en esta parte del planeta los espectadores pueden sentir que les dejaron abierta una pequeña rendija para mirar los entresijos de lo que siempre imaginaron pero nunca pudieron ver.
 
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