Entrevista: Paula Hernández lleva "Los sonámbulos" a La Habana
- por © Carolina G.Guerrero-NOTICINE.com
Luego de su estreno en salas argentinas, la cineasta Paula Hernández reanuda el periplo por festivales de su última película, "Los sonámbulos", que a partir de esta semana se proyectará en la competencia del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. NOTICINE.com habló con ella sobre este drama familiar que protagoniza Erica Rivas.
- ¿Qué avanzaría al público cubano sobre su film?
"Los sonámbulos" es mi cuarta película, la estamos presentando desde septiembre en varios festivales, como Toronto y San Sebastián. Es una historia que transcurre en los días previos a año nuevo en una casona de campo a la que siempre va una familia a pasar las fiestas. Es una familia muy endogámica y ritualista. La película está contada desde dos puntos de vista, una madre y una hija, que llegan allí y a partir de una serie de acontecimientos que van ocurriendo, los personajes atravesados por esa familia, van cargando y replanteándose muchas cuestiones que tienen que ver con su lugar en el mundo y en esa familia. Es una acumulación emocional hasta un final complejo.
- ¿Cómo surgió la idea de contar esta historia?
Una película siempre es difícil de pensar. Hay un montón de elementos biográficos que son simplemente disparadores. Un gran punto de partida tuvo que ver con mi propia maternidad y a partir de esa maternidad cuestionarme y preguntarme muchas cosas en relación a la existencia, cómo te relacionas en la vida a partir de ser madre, en la relación con tu hijo, con la familia, con tu entorno, con todo. Creo que ese fue un disparador y también el crecimiento de los hijos. En qué lugar te deja ese crecimiento y qué distancia hay que tener con ese crecimiento. También en lo desconcertante que puede ser esa adolescencia para alguien que está empezando a transitar esa edad, encontrarse con un cuerpo distinto, con la necesidad de despejarse también de esa familia o esos padres, tratar de tener una opinión personal más allá del contexto en el que vives. Esas fueron preguntas que empezaron a aparecer y básicamente la idea de la familia para mí es algo interesante para trabajar, cómo se sostienen esos vínculos y cuanto tiene de hermoso eso en la familia, pero también de patológico. Es como una patología llamada familia. Poner a los personajes encerrados de alguna manera en este espacio donde lo único que tenían para confrontarse con ellos mismo era un trabajo que me interesaba hacer. La película funciona por acumulación de pequeñas microsituaciones cotidianas, de pequeñas vivencias, pasó de ser una película más narrativa a una película más climática, a ser una película de una familia, a ser dos mujeres atravesadas por estas cuestiones familiares. Creo que es eso, como un compendio de situaciones que van acumulando hasta que no se pueden sostener.
- ¿Cómo ha sido trabajar con Erica Rivas?
Espectacular. Ella leyó el guion hace varios años, cuando todavía el guion no tenía esta forma que terminó teniendo la película, y todos sus aportes en el proceso hasta llegar a rodar fueron muy buenos. Con todos los aportes pasó eso, hubo un trabajo muy largo de ensayo y de trabajar mucho con los actores, inclusive construyendo biografías y situaciones, que no están en la película, pero que para mí sirvieron para darle cuerpo a estos personajes. Lo importante era llegara este lugar y que esta familia fuese una familia, no sólo en cuestiones de posiciones de cámara y de cómo filmarlo, sino en la construcción con ellos, el proyecto de trabajo con ellos. Nunca ensayo tanto situaciones de puesta en escena y colores, pero acabo siempre en un cruzamiento de todos juntos ir a la casa antes de filmar para empezar a empaparnos de este espacio. Y con los adolescentes también hubo un trabajo muy largo, unas 200 o 300 entrevistas para encontrarla a ella, y después fue un detonamiento, como esos primos de toda la vida, había que construirlo también.
- ¿Qué diferencia encuentra entre los festivales de Toronto y San Sebastián, donde se lanzó su película, y el de La Habana?
No había estado en Toronto, era la primera vez que iba, y nos tocó competir en la sección Platform, la única a concurso, que es una selección muy acotada de películas. Era un festival gigante, con mucha presión y mucha exigencia. San Sebastián también lo es pero tiene algo diferente, que hizo muy placentero también estar allá, porque todo era más cercano con la gente y en general. Y en La Habana creo que el carácter popular va a ser aún mayor.
- ¿Cómo ha sentido la reacción del público cuando mostró "Los sonámbulos"?
Muy buena... Es una película difícil, que tiene un final donde la gente necesita respirar. La verdad que en Sebastián hubo un aplauso muy cerrado y muy lindo. Fue distinta la recepción de allí a Toronto. Pero estamos muy contentos con lo que pasó en esas proyecciones, con lo que vino después y con lo que recogeremos ahora en Cuba.
- ¿Qué supondría un premio para la película en La Habana?
Estaría genial, pero yo creo que la película en sí misma ya está teniendo un buen recorrido en los festivales. El primer mes (septiembre) fue muy intenso y hay un montón de festivales. Estrenamos en Argentina el pasado noviembre. Creo que todo lo que está pasando ya es my bueno para la película así que con que circule eso, para mí ya es un montón.
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- ¿Qué avanzaría al público cubano sobre su film?
"Los sonámbulos" es mi cuarta película, la estamos presentando desde septiembre en varios festivales, como Toronto y San Sebastián. Es una historia que transcurre en los días previos a año nuevo en una casona de campo a la que siempre va una familia a pasar las fiestas. Es una familia muy endogámica y ritualista. La película está contada desde dos puntos de vista, una madre y una hija, que llegan allí y a partir de una serie de acontecimientos que van ocurriendo, los personajes atravesados por esa familia, van cargando y replanteándose muchas cuestiones que tienen que ver con su lugar en el mundo y en esa familia. Es una acumulación emocional hasta un final complejo.
- ¿Cómo surgió la idea de contar esta historia?
Una película siempre es difícil de pensar. Hay un montón de elementos biográficos que son simplemente disparadores. Un gran punto de partida tuvo que ver con mi propia maternidad y a partir de esa maternidad cuestionarme y preguntarme muchas cosas en relación a la existencia, cómo te relacionas en la vida a partir de ser madre, en la relación con tu hijo, con la familia, con tu entorno, con todo. Creo que ese fue un disparador y también el crecimiento de los hijos. En qué lugar te deja ese crecimiento y qué distancia hay que tener con ese crecimiento. También en lo desconcertante que puede ser esa adolescencia para alguien que está empezando a transitar esa edad, encontrarse con un cuerpo distinto, con la necesidad de despejarse también de esa familia o esos padres, tratar de tener una opinión personal más allá del contexto en el que vives. Esas fueron preguntas que empezaron a aparecer y básicamente la idea de la familia para mí es algo interesante para trabajar, cómo se sostienen esos vínculos y cuanto tiene de hermoso eso en la familia, pero también de patológico. Es como una patología llamada familia. Poner a los personajes encerrados de alguna manera en este espacio donde lo único que tenían para confrontarse con ellos mismo era un trabajo que me interesaba hacer. La película funciona por acumulación de pequeñas microsituaciones cotidianas, de pequeñas vivencias, pasó de ser una película más narrativa a una película más climática, a ser una película de una familia, a ser dos mujeres atravesadas por estas cuestiones familiares. Creo que es eso, como un compendio de situaciones que van acumulando hasta que no se pueden sostener.
- ¿Cómo ha sido trabajar con Erica Rivas?
Espectacular. Ella leyó el guion hace varios años, cuando todavía el guion no tenía esta forma que terminó teniendo la película, y todos sus aportes en el proceso hasta llegar a rodar fueron muy buenos. Con todos los aportes pasó eso, hubo un trabajo muy largo de ensayo y de trabajar mucho con los actores, inclusive construyendo biografías y situaciones, que no están en la película, pero que para mí sirvieron para darle cuerpo a estos personajes. Lo importante era llegara este lugar y que esta familia fuese una familia, no sólo en cuestiones de posiciones de cámara y de cómo filmarlo, sino en la construcción con ellos, el proyecto de trabajo con ellos. Nunca ensayo tanto situaciones de puesta en escena y colores, pero acabo siempre en un cruzamiento de todos juntos ir a la casa antes de filmar para empezar a empaparnos de este espacio. Y con los adolescentes también hubo un trabajo muy largo, unas 200 o 300 entrevistas para encontrarla a ella, y después fue un detonamiento, como esos primos de toda la vida, había que construirlo también.
- ¿Qué diferencia encuentra entre los festivales de Toronto y San Sebastián, donde se lanzó su película, y el de La Habana?
No había estado en Toronto, era la primera vez que iba, y nos tocó competir en la sección Platform, la única a concurso, que es una selección muy acotada de películas. Era un festival gigante, con mucha presión y mucha exigencia. San Sebastián también lo es pero tiene algo diferente, que hizo muy placentero también estar allá, porque todo era más cercano con la gente y en general. Y en La Habana creo que el carácter popular va a ser aún mayor.
- ¿Cómo ha sentido la reacción del público cuando mostró "Los sonámbulos"?
Muy buena... Es una película difícil, que tiene un final donde la gente necesita respirar. La verdad que en Sebastián hubo un aplauso muy cerrado y muy lindo. Fue distinta la recepción de allí a Toronto. Pero estamos muy contentos con lo que pasó en esas proyecciones, con lo que vino después y con lo que recogeremos ahora en Cuba.
- ¿Qué supondría un premio para la película en La Habana?
Estaría genial, pero yo creo que la película en sí misma ya está teniendo un buen recorrido en los festivales. El primer mes (septiembre) fue muy intenso y hay un montón de festivales. Estrenamos en Argentina el pasado noviembre. Creo que todo lo que está pasando ya es my bueno para la película así que con que circule eso, para mí ya es un montón.
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