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El actor estadounidense de familia escandinava, criado en Argentina y ahora residente en España, Viggo Mortensen, no sólo se ha llevado de San Sebastián el único Premio Donostia de 2020, sino también los aplausos de crítica y público por su debut como realizador, "Falling", probablemente la más redonda película de esta anodina y pandémica edición que ya llega a su fin.

Mortensen, el idolatrado Aragorn de la saga anular de Tolkien ha recorrido una larga y fructífera carrera cinematográfica. Hombre sencillo, algo introvertido y sensible, recogió su Premio Donostia con lagrimas de emoción en los ojos, las mismas que generó, en el espectador, al ver su ultimo trabajo, "Falling", que de paso vino a promocionar al festival donostiarra.

La cinta, antes vista en Sundance y Toronto, es una coproduccion de Reino Unido y Canadá, que Viggo ha escrito, dirigido e interpretado, incluso se ha encargado de componer su música. Y el resultado no podía ser más satisfactorio, la cinta cuenta un drama familiar, La historia de un padre y un hijo inmersos en una relación tortuosa, que vive sus últimos coletazos, cuando el anciano ya senil viaja con su hijo, para buscar casa cerca de su familia en California.

John Peterson (Mortensen), vive en Los Angeles con su marido, y con su hija adoptada. El es piloto y se ha tomado unos días libres para ir a buscar a su padre, un granjero adusto y primario, que no entiende de sutilezas y nunca ha asimilado la condición homosexual de su vástago.

La historia viaja en flash back durante todo el metraje, mostrando los primeros recuerdos del entonces pequeño John junto a su madre, una exquisita mujer, dulce, inteligente y con inquietudes pictóricas y musicales, luego nacerá su hermana.

Desde que él tiene recuerdo, su padre lo estropea todo con su mal carácter, su intransigencia y su frustración interna. Su mujer no aguanta demasiado y decide abandonarlo llevándose a los niños, aunque el granjero, podrá disfrutar de ellos por temporadas. En ellas, les hará vivir momentos horribles, llenos de tensión, violencia verbal y ausencia total de afecto.

Por si esto fuera poco, jamás aceptará la orientación sexual de su hijo, y se la reprochará constantemente de forma obscena y fuera de tono.

El anciano, no tiene filtro, boicotea cualquier reunión familiar insultando y menospreciando a todos los que le rodean, que una tras otra vez, le brindan nuevas oportunidades para el acercamiento.

Viggo borda su papel, lo mismo que Lance Henriksen, con complicadas escenas, hasta donde la violencia física tiene presencia, se muestra ante los ojos del espectador esa relación tortuosa y desgarradora, que traspasa la pantalla, haciéndole partícipe absolutamente de todo lo que acontece. Uno se mete totalmente en la historia, el espectador es uno más, en la mesa de esa familia, en la cocina, o en el avión donde viajan, la comunión es total.

Mortensen ha conseguido contar una historia de una manera eficaz, emotiva, y visceral por partes iguales, la del final de la vida de un padre agresivo, al que no le salieron las cosas como había planeado y descarga su frustración entre sus más próximos. Es un hombre intolerante y bruto, que no cede ante nada, solo para imponer su voluntad, sin tener en cuenta el sufrimiento aterrador que siembra a su alrededor.

El papel de la hermana en edad adulta corre a cargo de Laura Linney, una actriz que sabe muy bien de papeles con lágrimas a flor de piel, y que en esta ocasión está magistralmente dirigida por Viggo.

Estamos, sin duda ante una gran película, un trabajo brillante, que debería verse multitudinariamente, y llegar a cosechar premios importantes.

Todo el mundo ha coincido en el festival que esta película fuera de concurso nos ha despertado de la desidia y el ostracismo de la mayoría de cine infumable que nos ha tocado ver en esta 68 edición pandémica.

Nuestras más sinceras felicitaciones a este gran hombre, por su premio y por esta película.

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