Entrevista en Málaga con Agustí Villaronga: "El mar es una constante en mi vida y mi cine... a veces sin aparecer"
- por © Carolina G. Guerrero (Málaga) / A.Losa-NOTICINE.com
El cineasta español Agustí Villaronga, conocido por "El niño de la luna" (1989) o "Pa negre" (2010), presentó en el Festival de Málaga la película "El ventre del mar", protagonizada por Roger Casamajor ("El laberinto del fauno"). La acción se desarrolla en junio de 1816. La fragata Alliance, de la Marina francesa, embarranca ante las costas de Senegal. Como los botes disponibles para la evacuación no son suficientes para acoger a todos los tripulantes, se construye una precaria embarcación en la que obligan a subir a 147 hombres. El plan previsto es que los botes remolquen la balsa hasta la orilla pero el pánico y la confusión se apoderan del convoy y cortan la soga de remolque, abandonando la balsa a su suerte. NOTICINE.com ha hablado en exclusiva con el director balear.
- Para "El ventre del mar" se inspiró en un cuadro de Géricault expuesto en el Louvre, ¿cómo salió a la luz esa idea que venía de lejos?
Venía de lejos, sí, de leer un texto de Alessandro Baricco, un escritor italiano que me gusta mucho. Estaba dentro de una novela suya que se llama "Océano mar", y tiene un capítulo que habla sobre un naufragio ocurrido en 1817 y que inspiró el cuadro de Géricault de "La balsa de la medusa". Yo intenté en aquel momento hacer una versión teatral de dos monólogos de dos personajes que se enfrentan, dos de los supervivientes. Estuve un tiempo allí. El teatro no pude levantarlo y cuando surgió la pandemia, en pleno estado de alarma decidí de repente reescribirlo para cine, y ahí nos pusimos. Estaban los productores conmigo allí en Mallorca y decidimos hacer la película muy a la brava. Realmente es una película muy de resistencia, hecha con poco dinero, un equipo bastante reducido, y ahí nos metimos.
- ¿Y cómo es poder rodar en plena pandemia?
En estado de alarma no rodamos. Yo escribí en estado de alarma y preparamos en estado de alarma. Pero ya rodamos en pandemia, creo que estábamos en agosto, hace casi un año, pero estábamos solo en pandemia. Y bueno, nos dejaron.
- Era una película un poco al filo de la ley, ¿no?
Sí, porque era una película pequeña, estábamos metidos siempre en una fábrica abandonada.
- ¿Cómo fue la elección de Óscar y de Roger?
Con Roger ya había trabajado. Creo que llevamos cuatro o cinco películas. La primera que hizo él fue conmigo en el mar y pensé en seguida en él. Pensé que le iba mucho ese personaje torturado. Y a Óscar lo conocía de haberlo visto en "The Hole" y le dije que quería hacerle una prueba porque él no había hecho cine, aunque sí teatro. Y tenían que ser varias las pruebas, pero a la primera prueba decidimos apostar que sí, y nos tiramos. Me he alegrado mucho de haberlo cogido porque la mezcla de los dos es muy buena porque Roger ya es un actor muy maduro, sabe mucho, y Óscar aporta una verdad y una fuerza que tiene que le va muy bien al personaje, a esa cosa ruda de marino.
- ¿Es usted consciente de la recepción cada vez que sale una película suya?
No sé, no siempre. Bueno, sí. Creo que se notaba que la gente llegaba pensando "a ver qué habrá hecho éste porque ha rodado en verano". Y la gente tenía curiosidad por verla porque es una película especial. Y da un poco de susto porque a veces piensas que no te tratan con tanta autocomplacencia como si fuera tu primera película porque ya saben. Yo estoy contentísimo por haberme enterado de que ha ido más o menos bien la recepción.
- El mar es una constante en sus películas y en su vida...
En mi vida desde luego. Yo soy isleño. He nacido y he vivido delante del mar, pero fíjese que en otra película que hice, que se llama "El mar", el mar no sale, y en ésta casi que tampoco porque al final la balsa la metimos en la fábrica. Pero el mar es importante visceralmente, y para mí. He vivido muchos años en Madrid y siempre echaba en falta el mar. Miraba la meseta y me preguntaba dónde estaba el mar.
- ¿Ha habido muchos ensayos?
No. Hubo, pero no tantos. Como dos semanas antes, al principio, con Óscar y Muminu sí que hicimos un poquito más porque los dos eran muy nuevos. Pero luego ya se incorporó Roger, y desde entonces estuvimos una semana y diez días como mucho. No hacía falta más. Cada uno entendió el personaje muy rápido y fue muy bien.
- Es usted un maestro trasladando la angustia a la pantalla. ¿Cómo se hace con tanta verdad?
Yo creo que pensando en las cosas. A mí me gusta mucho el género y cuando pienso cosas de miedo pienso en cómo transmitir miedo a la gente. Entonces te pones en situación, me pongo en casa, me imagino las rendijas de la pared, las puertas, las sombras… Tratas de ponerte en la situación de esos personajes y de entenderlos. Creo que no hay más. Es observar el exterior y sobre todo hacerlo pasar por dentro.
- ¿Hay algún proyecto que lleve usted tiempo queriendo sacar a la luz y rodar y que se está haciendo esperar por alguna circunstancia?
Tengo un par de proyectos muy queridos que no he podido nunca hacer. Uno es de un escritor francés, no de un libro suyo, sino de su propia vida, que es un personaje increíble que vivía en Argelia y nunca he podido sacarlo. Y también hay una cosa que en Cataluña se conoce más, que es un texto de Mercè Rodoreda que se llama "La muerte y la primavera" y que persigo pero no hay manera, no encuentro producción nunca y me encanta.
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- Para "El ventre del mar" se inspiró en un cuadro de Géricault expuesto en el Louvre, ¿cómo salió a la luz esa idea que venía de lejos?
Venía de lejos, sí, de leer un texto de Alessandro Baricco, un escritor italiano que me gusta mucho. Estaba dentro de una novela suya que se llama "Océano mar", y tiene un capítulo que habla sobre un naufragio ocurrido en 1817 y que inspiró el cuadro de Géricault de "La balsa de la medusa". Yo intenté en aquel momento hacer una versión teatral de dos monólogos de dos personajes que se enfrentan, dos de los supervivientes. Estuve un tiempo allí. El teatro no pude levantarlo y cuando surgió la pandemia, en pleno estado de alarma decidí de repente reescribirlo para cine, y ahí nos pusimos. Estaban los productores conmigo allí en Mallorca y decidimos hacer la película muy a la brava. Realmente es una película muy de resistencia, hecha con poco dinero, un equipo bastante reducido, y ahí nos metimos.
- ¿Y cómo es poder rodar en plena pandemia?
En estado de alarma no rodamos. Yo escribí en estado de alarma y preparamos en estado de alarma. Pero ya rodamos en pandemia, creo que estábamos en agosto, hace casi un año, pero estábamos solo en pandemia. Y bueno, nos dejaron.
- Era una película un poco al filo de la ley, ¿no?
Sí, porque era una película pequeña, estábamos metidos siempre en una fábrica abandonada.
- ¿Cómo fue la elección de Óscar y de Roger?
Con Roger ya había trabajado. Creo que llevamos cuatro o cinco películas. La primera que hizo él fue conmigo en el mar y pensé en seguida en él. Pensé que le iba mucho ese personaje torturado. Y a Óscar lo conocía de haberlo visto en "The Hole" y le dije que quería hacerle una prueba porque él no había hecho cine, aunque sí teatro. Y tenían que ser varias las pruebas, pero a la primera prueba decidimos apostar que sí, y nos tiramos. Me he alegrado mucho de haberlo cogido porque la mezcla de los dos es muy buena porque Roger ya es un actor muy maduro, sabe mucho, y Óscar aporta una verdad y una fuerza que tiene que le va muy bien al personaje, a esa cosa ruda de marino.
- ¿Es usted consciente de la recepción cada vez que sale una película suya?
No sé, no siempre. Bueno, sí. Creo que se notaba que la gente llegaba pensando "a ver qué habrá hecho éste porque ha rodado en verano". Y la gente tenía curiosidad por verla porque es una película especial. Y da un poco de susto porque a veces piensas que no te tratan con tanta autocomplacencia como si fuera tu primera película porque ya saben. Yo estoy contentísimo por haberme enterado de que ha ido más o menos bien la recepción.
- El mar es una constante en sus películas y en su vida...
En mi vida desde luego. Yo soy isleño. He nacido y he vivido delante del mar, pero fíjese que en otra película que hice, que se llama "El mar", el mar no sale, y en ésta casi que tampoco porque al final la balsa la metimos en la fábrica. Pero el mar es importante visceralmente, y para mí. He vivido muchos años en Madrid y siempre echaba en falta el mar. Miraba la meseta y me preguntaba dónde estaba el mar.
- ¿Ha habido muchos ensayos?
No. Hubo, pero no tantos. Como dos semanas antes, al principio, con Óscar y Muminu sí que hicimos un poquito más porque los dos eran muy nuevos. Pero luego ya se incorporó Roger, y desde entonces estuvimos una semana y diez días como mucho. No hacía falta más. Cada uno entendió el personaje muy rápido y fue muy bien.
- Es usted un maestro trasladando la angustia a la pantalla. ¿Cómo se hace con tanta verdad?
Yo creo que pensando en las cosas. A mí me gusta mucho el género y cuando pienso cosas de miedo pienso en cómo transmitir miedo a la gente. Entonces te pones en situación, me pongo en casa, me imagino las rendijas de la pared, las puertas, las sombras… Tratas de ponerte en la situación de esos personajes y de entenderlos. Creo que no hay más. Es observar el exterior y sobre todo hacerlo pasar por dentro.
- ¿Hay algún proyecto que lleve usted tiempo queriendo sacar a la luz y rodar y que se está haciendo esperar por alguna circunstancia?
Tengo un par de proyectos muy queridos que no he podido nunca hacer. Uno es de un escritor francés, no de un libro suyo, sino de su propia vida, que es un personaje increíble que vivía en Argelia y nunca he podido sacarlo. Y también hay una cosa que en Cataluña se conoce más, que es un texto de Mercè Rodoreda que se llama "La muerte y la primavera" y que persigo pero no hay manera, no encuentro producción nunca y me encanta.
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