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La costarricense afincada en Europa Valentina Maurel, que ganó tres premios hace un mes en Locarno, llevó a San Sebastián su "Tengo sueños eléctricos", un drama familiar que filmó en su país. La cineasta habla de la adolescencia y la adultez, que no siempre se corresponde con una madurez mental. Hablamos con ella en exclusiva.

- Su cinta que participa en la sección Horizontes Latinos de este festival de San Sebastián, ya viene de otro festival con premios bajo el brazo, cuéntenos cómo ha sido.
Si, fue increíble, nos ganamos tres premios, mejor actriz, mejor actor y mejor dirección, no nos lo esperábamos para nada, fue una gran sorpresa, en el Festival de Locarno,  pero estábamos ya contentos con la acogida y poder participar en aquel festival, estoy ansiosa y curiosa por saber qué piensa el público español.

- ¿Cuál fue el origen de esta historia, que trata de una familia desestructurada, y además con un personaje que tiene peso en la cinta como es el gato, y su simbolismo?
Yo escribí esta película sobre el descubrimiento del mundo adulto, y quería contar cómo circula la violencia en una familia, y construir sobre los personajes, y cada personaje tiene una manera de absorber la violencia de los adultos. Por su parte, el gato es un personaje que absorbe la energía de lo que le rodea.

- ¿Ese gato se orina por todas partes para intentar llamar la atención de los que le rodean, y parar esa tensión negativa del ambiente?
Los gatos saben mucho sobre los humanos. Tengo muchísimas historias de gatos, que seguramente iré sacando más adelante en otros proyectos, y sí, claro, él canalizaba todo esa violencia del ambiente, y es su manera de manifestarse contra eso.

- El personaje de la hija adolescente que sufre la separación de sus padres , sufre esa destrucción de su familia ¿Cree que crea más tensiones sobre tensiones?
Sí, yo quería mostrar a esa familia desestructurada de otra manera, porque veo que la familias se quieren llevar de una forma lineal, o teórica, como por ejemplo, cómo ser madre, cómo ser hija, y todo es mucho más complejo, aquí se invierten los roles, los adultos no son lo adultos que deberían ser, y lo que le une más a su padre, es esa inmadurez que él posee.

- Parece que esa falta de madurez del padre es un punto a favor, y que  a la niña le resulta divertido un padre así ¿Es por eso que ella toma partido por él?
Yo quería hablar de un personaje femenino, que transforma la violencia paternal, pero que ella también comparte esa misma  violencia, que es ambivalente y a la vez,  es un nexo de conexión entre padre e hija. Quería hablar de esa contradicción de querer a alguien que te hace daño.

- El personaje que interpreta Daniele, está empezando a descubrir la sexualidad y el deseo ¿Ese era otro objetivo?
Sí, ese era otro objetivo. Quería mostrar ese descubrimiento de la niña, y ella se va dando cuenta de lo complejo que es el deseo. Ese tema me gusta por su ambigüedad, no se sabe cuál es la situación moral de la película, uno no tiene la distancia a esas edades de lo que está bien y lo que está mal.

- A la hora de rodar ha utilizado la cámara como en desequilibrio, ¿tal vez para reflejar el caos que viven los personajes?
Sí, quería transmitir a nivel de cámara eso, plasmar el nerviosismo de los personajes, y aquí filmo así, porque quería que fuese muy orgánico.

- ¿De dónde nace el título de esta cinta, "Tengo sueños eléctricos"?
Nace de un poema, existía antes de la película, puse el primer verso de un poema, y me motivaba para escribir. Lo seguiré haciendo para poner título a otras cintas.

- ¿Qué supondría otro premio ahora?
Pues sería siempre bienvenido, pero lo que digo siempre es que estar aquí en San Sebastián, ya supone un premio en sí mismo.

- ¿Nos puede adelantar algún otro proyecto?
Estoy escribiendo otra película, pero no tengo prisa. Voy viendo a dónde me lleva el deseo, siempre hay que hacer caso al deseo...

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