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Este sábado fue una jornada para recordar, el del segundo día del Festival de San Sebastián 2023.  Ha gustado, mucho, muchísimo, la británico-estadounidense "Esto va a doler / Fingernails", recién llegada también de Toronto y contendiente por la Concha de Oro. Es una historia exquisita que firma Christos Nikou, sí que por momentos puedes pensar que estás viendo una película de Lanthimos, porque tiene ese ritmo lento, y sosegado, y ese surrealismo que desde luego recuerda mucho al director griego.

Al final todo se reduce en que nadie sabe realmente ni mucho ni nada del amor, es algo que no puede medirse, ni controlarse, o hay o no hay, por mucho que uno intente engañarse aunque sea a fuerza de algoritmos y porcentajes de máquinas innovadoras, el amor es un misterio.

Lo cierto es que la cinta entretiene, tiene un guion ocurrente, fluido, que lleva al espectador a ser cómplice de la historia, una historia la de Anna y Ryan, que están convencidos de haber encontrado el amor verdadero, como tantos otros, solo por haberse sometido a la prueba que así lo confirma, en un instituto del amor, en el que más tarde Anna entrará a trabajar, y donde conocerá el amor verdadero sin porcentajes ni patrañas.

Amir y Anna se verán poco a poco envueltos en sus verdaderos sentimientos, sin pruebas ni estadísticas, porque el amor es lo que tiene, aparece cuando menos te lo esperas con quien más rabia te da...

"Esto va a doler" no deja de ser una comedia sobre cómo encontrar a tu alma gemela, aunque esa no sea la verdadera, o como en muchos casos, la que más convenga, porque el amor puede ser inconveniente, oh sí, pero no tiene comparación con el resto, por muy perfecto que se planee o parezca, no nos engañemos.

Lo más sobrecogedor de la historia es como algunas parejas se creen un amor inexistente, que alimentan solo por status o imagen, por no estar solos, o por no dejar una sociedad más o menos conveniente, autocomplacencia diría yo, pero claro está la excepción a la regla, el amor incontrolable, el que no necesita nada para ser reconocido, porque es una cuestión de piel, de miradas, de sensaciones, vaya lo que viene a ser amor...



"Dispararon al pianista"

Comenzamos de buena mañana con la proyección del último trabajo conjunto de Fernando Trueba y Javier Mariscal, la cinta de animación "Dispararon al pianista", que se proyecta fuera de concurso en la Sección Oficial, una película en la línea de su antecesora "Chico y Rita", y que los españoles ya estrenaron hace unos días en el Festival de Toronto.

Trueba siempre con mil proyectos fascinantes en mente, este es uno de ellos, ahora ve la luz, y ha sido un éxito total de acogida de prensa y público, una tristísima historia, basada en hechos reales, que ha deleitado al espectador, con músicas tropicales de otras épocas, como la bossa nova, y maravillosamente facturada.

"Dispararon al pianista" es un ejercicio de magia y buen hacer a partes iguales, de su rueda de prensa nos quedamos con una frase magistral que le ha soltado Fernando a Javier, "Durante el rodaje, y antes cuando estábamos comenzando con el proyecto, a veces no nos poníamos de acuerdo, discutíamos, pero discutíamos bien...", Fernando con esa paz y tranquilidad suya, que dice que hasta cuando se discute se puede hacer de buenas maneras, un genio, que nos hace disfrutar de nuevo con su talento y un producto impecable, que seguro será un éxito.

El festival va tomando consistencia, día a día, a pesar de muchas cosas que no entendemos. Como dar premios Donostia a personas que no van a venir a recogerlos, un festival que está escasísimo de presencias estelares de Hollywood, eso sí, Alfredo Castro está aquí, para presentar "Colonos" en la sección Horizontes Latinos, y Alfredo es mucha estrella, también llegaron Dolores Fonzi y su inseparable Santiago Mitre. El firmamento iberoamericano empieza a brillar con luz propia en este festival donostiarra.

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