Balance de San Sebastián: Cada vez mayor y más ajeno al mejor cine
- por © NOTICINE.com
Por Carolina G. Guerrero
Pues ha concluido la 71 edición del Festival de Cine de San Sebastián, con más pena que gloria, aunque muchos se empeñen en ofrecernos ilusiones efímeras...
Dieciséis películas en competencia en la Sección Oficial, que continúa siendo la secuela del Festival de Toronto en su mayor parte. Incluso la venerada nueva Concha de Oro, "O Corno" pasó primero por el festival canadiense. Lo cierto es que, excepto por cuatro películas, el nivel de este año dejó bastante que desear.
La ganadora, dirigida por Jaione Camborda, no era la favorita de la prensa. Sin embargo, en honor a la verdad, hay que decir que es una película correcta que a algunos les ha gustado. Pero, aunque vuelva a entrar en bucle, no puedo dejar de decirlo: el feminismo, el hecho de que la directora sea una mujer y la escasa presencia de hombres en la película, junto con temas controvertidos como el aborto en los años 70, que esta vez Camborda traslada a la Galicia rural, donde ella reside actualmente, siguen siendo un cóctel perfecto para triunfar en un palmarés de jurado presidido por alguien llamado Claire Denis y conformado principalmente por mujeres.
La favorita de muchos era la película estadounidense "Fingernails" del griego Christos Nikou, una apuesta original que no carece de elementos interesantes. Pero, claro, no es "tan" cine de autor como el de Jaione, que además es de Donosti. Este festival, si antes me parecía provinciano, ahora ya ni les cuento.
"Fingernails" es divertida, ¿quizás demasiado ligera? No opino así. Sus guionistas han hecho un trabajo espectacular al combinar drama, comedia y sarcasmo. Y, por supuesto, tiene mucho más trasfondo de lo que algunos no ven. Una lástima, un desperdicio, de los pocos momentos alentadores en este festival.
Que sí, que la película de la vasca está bien filmada, dirigida e interpretada, pero cada parto, que muchos han querido calificar de poesía, no se les puede sacar más jugo... ya les daría yo, partos sin epidural, sin tanta literatura ni tanta tontería, y no en los años 70...
Señores, seamos serios. El cine de autor fue un movimiento que surgió en la década de los años 60 y 70 con la necesidad de mostrar un cine más profundo, más reivindicativo, más intelectual, y durante años fue un cine popular, especialmente entre la juventud. Pero ahora no estamos en los 70, estamos en el siglo XXI, 2023, para ser más precisos, y parece que cada día involucionamos más. El discurso recurrente de ayer en los premios, "vamos haciendo camino, las directoras, vamos ganando, antes no nos dejaban hacer películas"... ¿perdón?
¿Quién era Pilar Miró? ¿Alguien la recuerda? Y, si me apuran, ¿quiénes fueron todas esas directoras de cine de distintas épocas, como Helena Cortesina, Rosario Pi, Ana Mariscal, Margarita Alexandre, etc., que estuvieron ahí por su talento y no por los trucos aprendidos en las escuelas de cine ni por el victimismo excesivo en ocasiones?
Lo repito por enésima vez: no se trata de género, se trata de arte y del producto. Y ahora, dando la vuelta a la tortilla, en lugar de valorar por virtudes fílmicas y calidad, parece que hay otros elementos que puntúan más. Marginar a los hombres por el hecho de serlo, es injusto, es una guerra de poder absurda y un gran error, que afecta a toda la sociedad, y equivale simplemente a repetir el error del pasado, intercambiando roles. La diferencia se enfatiza cuando deberíamos hablar de individuos, con más o menos talento. La igualdad de oportunidades es una cosa y la demagogia es otra muy distinta.
Volviendo a la Sección Oficial, que ya se pierde entre tantas secciones paralelas innecesarias, que desorganizan un festival mal estructurado y que copia de aquí y allá, sobre todo de Berlín, aunque claro, cuando vas a Berlín alucinas con ese fabuloso festival, que no tiene nada que ver. Tan bien organizado, coherente y cómodo, con tantas películas espectaculares...
Volviendo a las películas de este año, "Fingernails" era una apuesta valiente, original y refrescante, que este jurado tan magnánimo ha dejado de lado por completo.
Lo mismo ocurre con la película de Coixet. Aquí reconozco que no soy objetiva, ya que soy una gran admiradora de esta directora, que ha llegado lejos por su inteligencia, arte y, sobre todo, talento, sin necesidad de tanta tontería.
"Un amor" tenía, para mí, mucho más valor a la hora de los premios y gustó a la mayoría. Pero, claro, esta película abordaba temas más delicados y menos reivindicativos: hablaba del ardor, las pasiones oscuras y las miserias humanas, además del amor. Esta película estupenda de Isabel se llevó solo un premio para su protagonista masculino como actor de reparto. El jurado no reconoció la interpretación de Laia Costa, que debería haberse llevado el galardón a la mejor actuación, no por ser mujer, sino porque borda su papel, un personaje difícil y complicado.
Las demás películas fueron más o menos correctas. "Puan" recibió reconocimiento en algunos aspectos, al igual que la japonesa "Great Absence" y "El Sucesor", que mantuvo la atención y no estuvo mal. También destacó la espectacular interpretación del actor principal.
Las demás películas no alcanzaron el nivel necesario para estar en un festival internacional. Además, la tendencia de incluir películas de animación o documentales, que ya tienen sus propios festivales, debería limitarse a exhibiciones fuera de competencia.
Los macrocertámenes de cine cada vez se parecen más a un congreso de dinosaurios en extinción. Más y más secciones, más y más industria, apartados que generan gasto e interesan a cuatro, sin relevancia y sobre todo sin exclusividades y apenas primicias. El público amante del cine -sobre todo el que aún no peina canas- asiste cada vez más ajeno a un evento que se distancia de los gustos mayoritarios. Se puede mencionar por ejemplo la sección Perlas de este año, donde algunas lo eran, pero otras ni siquiera llegaban a ser garbanzos...
No ha sido un festival para recordar, y por favor, no echen la culpa a la huelga de actores y guionistas del otro lado del charco. Tenemos aquí, junto con los países de habla hispana y en Europa, muchos talentos que podrían haber brillado en este festival insípido.
Menos mal que vinieron Chastain, Binoche, Tom Haynes y algunos más... pero todos en secciones paralelas. ¿Cuántas estrellas de Hollywood faltaron? ¿Cuatro, cinco nombres? Está bien, pero eso no es lo que hace grande a un festival. No se puede comparar con Cannes, Berlín o Venecia, donde hay un flujo constante de estrellas mundiales. Aquí, incluso sin huelga, habrían sido cuatro o cinco como máximo.
En resumen, este festival debe dejar de crecer desaforadamente, para recuperar su propia identidad que pierde a chorros, y lo peor de todo es que creen que lo están haciendo maravillosamente bien. Falta autocrítica, y críticas como esta no son bien recibidas.
Esta sucursal de Toronto debe ser revisada a fondo. Si la base falla, todo lo demás fallará. Me da pena, porque sé lo duro que trabajan muchas personas en este festival y se les coge cariño año tras año, pero eso no es lo que importa. Además, he notado la manipulación descarada de los medios informativos, que solo se centran en lo que consideran positivo. Así no avanzamos bien. La diversidad se encuentra en las diferentes ideas, que enriquecen, no en el seguidismo.
Hasta el año que viene... Ah, y por cierto, por si alguien del festival no se ha enterado, la pandemia ya terminó... lo digo por detalles que siguen igual que antes, y no hablo precisamente de medidas de higiene. Ahí lo dejo.
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Pues ha concluido la 71 edición del Festival de Cine de San Sebastián, con más pena que gloria, aunque muchos se empeñen en ofrecernos ilusiones efímeras...
Dieciséis películas en competencia en la Sección Oficial, que continúa siendo la secuela del Festival de Toronto en su mayor parte. Incluso la venerada nueva Concha de Oro, "O Corno" pasó primero por el festival canadiense. Lo cierto es que, excepto por cuatro películas, el nivel de este año dejó bastante que desear.
La ganadora, dirigida por Jaione Camborda, no era la favorita de la prensa. Sin embargo, en honor a la verdad, hay que decir que es una película correcta que a algunos les ha gustado. Pero, aunque vuelva a entrar en bucle, no puedo dejar de decirlo: el feminismo, el hecho de que la directora sea una mujer y la escasa presencia de hombres en la película, junto con temas controvertidos como el aborto en los años 70, que esta vez Camborda traslada a la Galicia rural, donde ella reside actualmente, siguen siendo un cóctel perfecto para triunfar en un palmarés de jurado presidido por alguien llamado Claire Denis y conformado principalmente por mujeres.
La favorita de muchos era la película estadounidense "Fingernails" del griego Christos Nikou, una apuesta original que no carece de elementos interesantes. Pero, claro, no es "tan" cine de autor como el de Jaione, que además es de Donosti. Este festival, si antes me parecía provinciano, ahora ya ni les cuento.
"Fingernails" es divertida, ¿quizás demasiado ligera? No opino así. Sus guionistas han hecho un trabajo espectacular al combinar drama, comedia y sarcasmo. Y, por supuesto, tiene mucho más trasfondo de lo que algunos no ven. Una lástima, un desperdicio, de los pocos momentos alentadores en este festival.
Que sí, que la película de la vasca está bien filmada, dirigida e interpretada, pero cada parto, que muchos han querido calificar de poesía, no se les puede sacar más jugo... ya les daría yo, partos sin epidural, sin tanta literatura ni tanta tontería, y no en los años 70...
Señores, seamos serios. El cine de autor fue un movimiento que surgió en la década de los años 60 y 70 con la necesidad de mostrar un cine más profundo, más reivindicativo, más intelectual, y durante años fue un cine popular, especialmente entre la juventud. Pero ahora no estamos en los 70, estamos en el siglo XXI, 2023, para ser más precisos, y parece que cada día involucionamos más. El discurso recurrente de ayer en los premios, "vamos haciendo camino, las directoras, vamos ganando, antes no nos dejaban hacer películas"... ¿perdón?
¿Quién era Pilar Miró? ¿Alguien la recuerda? Y, si me apuran, ¿quiénes fueron todas esas directoras de cine de distintas épocas, como Helena Cortesina, Rosario Pi, Ana Mariscal, Margarita Alexandre, etc., que estuvieron ahí por su talento y no por los trucos aprendidos en las escuelas de cine ni por el victimismo excesivo en ocasiones?
Lo repito por enésima vez: no se trata de género, se trata de arte y del producto. Y ahora, dando la vuelta a la tortilla, en lugar de valorar por virtudes fílmicas y calidad, parece que hay otros elementos que puntúan más. Marginar a los hombres por el hecho de serlo, es injusto, es una guerra de poder absurda y un gran error, que afecta a toda la sociedad, y equivale simplemente a repetir el error del pasado, intercambiando roles. La diferencia se enfatiza cuando deberíamos hablar de individuos, con más o menos talento. La igualdad de oportunidades es una cosa y la demagogia es otra muy distinta.
Volviendo a la Sección Oficial, que ya se pierde entre tantas secciones paralelas innecesarias, que desorganizan un festival mal estructurado y que copia de aquí y allá, sobre todo de Berlín, aunque claro, cuando vas a Berlín alucinas con ese fabuloso festival, que no tiene nada que ver. Tan bien organizado, coherente y cómodo, con tantas películas espectaculares...
Volviendo a las películas de este año, "Fingernails" era una apuesta valiente, original y refrescante, que este jurado tan magnánimo ha dejado de lado por completo.
Lo mismo ocurre con la película de Coixet. Aquí reconozco que no soy objetiva, ya que soy una gran admiradora de esta directora, que ha llegado lejos por su inteligencia, arte y, sobre todo, talento, sin necesidad de tanta tontería.
"Un amor" tenía, para mí, mucho más valor a la hora de los premios y gustó a la mayoría. Pero, claro, esta película abordaba temas más delicados y menos reivindicativos: hablaba del ardor, las pasiones oscuras y las miserias humanas, además del amor. Esta película estupenda de Isabel se llevó solo un premio para su protagonista masculino como actor de reparto. El jurado no reconoció la interpretación de Laia Costa, que debería haberse llevado el galardón a la mejor actuación, no por ser mujer, sino porque borda su papel, un personaje difícil y complicado.
Las demás películas fueron más o menos correctas. "Puan" recibió reconocimiento en algunos aspectos, al igual que la japonesa "Great Absence" y "El Sucesor", que mantuvo la atención y no estuvo mal. También destacó la espectacular interpretación del actor principal.
Las demás películas no alcanzaron el nivel necesario para estar en un festival internacional. Además, la tendencia de incluir películas de animación o documentales, que ya tienen sus propios festivales, debería limitarse a exhibiciones fuera de competencia.
Los macrocertámenes de cine cada vez se parecen más a un congreso de dinosaurios en extinción. Más y más secciones, más y más industria, apartados que generan gasto e interesan a cuatro, sin relevancia y sobre todo sin exclusividades y apenas primicias. El público amante del cine -sobre todo el que aún no peina canas- asiste cada vez más ajeno a un evento que se distancia de los gustos mayoritarios. Se puede mencionar por ejemplo la sección Perlas de este año, donde algunas lo eran, pero otras ni siquiera llegaban a ser garbanzos...
No ha sido un festival para recordar, y por favor, no echen la culpa a la huelga de actores y guionistas del otro lado del charco. Tenemos aquí, junto con los países de habla hispana y en Europa, muchos talentos que podrían haber brillado en este festival insípido.
Menos mal que vinieron Chastain, Binoche, Tom Haynes y algunos más... pero todos en secciones paralelas. ¿Cuántas estrellas de Hollywood faltaron? ¿Cuatro, cinco nombres? Está bien, pero eso no es lo que hace grande a un festival. No se puede comparar con Cannes, Berlín o Venecia, donde hay un flujo constante de estrellas mundiales. Aquí, incluso sin huelga, habrían sido cuatro o cinco como máximo.
En resumen, este festival debe dejar de crecer desaforadamente, para recuperar su propia identidad que pierde a chorros, y lo peor de todo es que creen que lo están haciendo maravillosamente bien. Falta autocrítica, y críticas como esta no son bien recibidas.
Esta sucursal de Toronto debe ser revisada a fondo. Si la base falla, todo lo demás fallará. Me da pena, porque sé lo duro que trabajan muchas personas en este festival y se les coge cariño año tras año, pero eso no es lo que importa. Además, he notado la manipulación descarada de los medios informativos, que solo se centran en lo que consideran positivo. Así no avanzamos bien. La diversidad se encuentra en las diferentes ideas, que enriquecen, no en el seguidismo.
Hasta el año que viene... Ah, y por cierto, por si alguien del festival no se ha enterado, la pandemia ya terminó... lo digo por detalles que siguen igual que antes, y no hablo precisamente de medidas de higiene. Ahí lo dejo.
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