Berlinale: Del horror de los campos de concentración al Japón de los Samurais
- por © J.A. (Berlín)-NOTICINE.com
15-II-05
Tres films entraron este martes en competición por el Oso de Oro, el germano-francés "Gespenster" (Fantasmas), el japonés "Kakushi Ken - Oni no Tsume" (El filo oculto) y el húngaro "Fateless" (Sin esperanza), films de muy diferente entidad pero que fueron recibidos con aplausos, aunque sin pasión.
Quizás fuera el trabajo del japonés Yoji Yamada el más previsible, una historia de samurais que no aporta demasiado al género. Se trata de un melodrama que se desarrolla a mediados del siglo XIX, una época de decadencia para las castas de los shogun y samurais, cuando dos guerreros de baja posición en el clan regresan al pueblo natal de uno de ellos, para vivir en el hogar familiar. Tres años después, el samurai Munezo descubre que la antigua empleada de su casa, ya casada con un rico heredero, sufre de una grave enfermedad, y obliga por la fuerza al marido a que se divorcie de ella para atenderla él en su propia casa. Esta historia coincide con una conspiración por el poder dentro del clan samurai, que le obligará a elegir entre la amistad y el cumplimiento del deber.
La germano-francesa "Gespenster", de Christian Petzold, relaciona a una adolescente huérfana y con un pasado poco claro de correccionales (el guión dejo numerosos cabos sueltos), con una delincuente algo mayor que ella, y de la que se enamora. Paralelamente, una mujer transtornada por la pérdida de su niña, más de una década atrás, cree encontrar en la protagonista a esa hija desaparecida.
El ritmo del film es lento, sin que las notables interpretaciones de sus dos jóvenes protagonistas, Julia Hummer y Sabine Timoteo, logren concitar el suficiente interés. La soledad y la falta de lazos familiares en una sociedad hostil están en el centro de esta algo pesada "Gespenster", que era una de las más esperadas ofertas locales en esta Berlinale.
Aceptada en la competencia pocos días antes del inicio del festival, hasta el punto de que su ficha aparece en el catálogo como una hoja suelta añadida a última hora, la coproducción entre Hungría, Alemania y Gran Bretaña "Fateless" es el segundo aldabonazo en torno al nazismo que reciben los espectadores alemanes en este certamen. El horror de los campos de concentración (en este caso sobre todo los campos de trabajo, más que de exterminio, o de exterminio más lento, si lo prefieren...) es narrado esta vez en primera persona por el ganador del Nobel Imre Kertész, un judío húngaro que pasó por varios campos siendo un adolescente de apenas 14 años, y milagrosamente consiguió sobrevivr.
El propio escritor ha sido el autor del guión, en un esfuerzo que supera el contenido de su novela homónima, aportando nuevos elementos autobiográficos a la historia ya conocida. Obviamente, el horror de ese episodio de cuyo punto final acabamos de cumplir 60 años, nos resulta bastante familiar a través del cine y la televisión. Por ello, la capacidad de emocionar con la visión de las privaciones y las inhumanas condiciones de internamiento resulta bastante limitada. A pesar de ello, el debutante realizador Lájos Koltai, hasta ahora director de fotografía, utiliza con tino el texto de Kertész, y evita caer en los lugares comunes del género.
Los nazis apenas aparecen, y quienes llevan el peso del castigo son fundamentelmente los "kapos" tan judíos como los prisioneros que se hacinaban en Auschwitz-Birkenau y Buchenwald, dos de los campos en los que estuvo el protagonista, interpretado con sosprendente maestría por el jovencísimo Marcel Nagy. No hay efectismo, sino más bien agobiante rutina, la grandeza y la miseria humanas unidas bajo el dominio del terror. Aporta pues "Fateless" verosimilitud y gravedad, desasosiego más que llamamientos a la lágrima fácil y efectiva.
Tres films entraron este martes en competición por el Oso de Oro, el germano-francés "Gespenster" (Fantasmas), el japonés "Kakushi Ken - Oni no Tsume" (El filo oculto) y el húngaro "Fateless" (Sin esperanza), films de muy diferente entidad pero que fueron recibidos con aplausos, aunque sin pasión.
Quizás fuera el trabajo del japonés Yoji Yamada el más previsible, una historia de samurais que no aporta demasiado al género. Se trata de un melodrama que se desarrolla a mediados del siglo XIX, una época de decadencia para las castas de los shogun y samurais, cuando dos guerreros de baja posición en el clan regresan al pueblo natal de uno de ellos, para vivir en el hogar familiar. Tres años después, el samurai Munezo descubre que la antigua empleada de su casa, ya casada con un rico heredero, sufre de una grave enfermedad, y obliga por la fuerza al marido a que se divorcie de ella para atenderla él en su propia casa. Esta historia coincide con una conspiración por el poder dentro del clan samurai, que le obligará a elegir entre la amistad y el cumplimiento del deber.
La germano-francesa "Gespenster", de Christian Petzold, relaciona a una adolescente huérfana y con un pasado poco claro de correccionales (el guión dejo numerosos cabos sueltos), con una delincuente algo mayor que ella, y de la que se enamora. Paralelamente, una mujer transtornada por la pérdida de su niña, más de una década atrás, cree encontrar en la protagonista a esa hija desaparecida.
El ritmo del film es lento, sin que las notables interpretaciones de sus dos jóvenes protagonistas, Julia Hummer y Sabine Timoteo, logren concitar el suficiente interés. La soledad y la falta de lazos familiares en una sociedad hostil están en el centro de esta algo pesada "Gespenster", que era una de las más esperadas ofertas locales en esta Berlinale.
Aceptada en la competencia pocos días antes del inicio del festival, hasta el punto de que su ficha aparece en el catálogo como una hoja suelta añadida a última hora, la coproducción entre Hungría, Alemania y Gran Bretaña "Fateless" es el segundo aldabonazo en torno al nazismo que reciben los espectadores alemanes en este certamen. El horror de los campos de concentración (en este caso sobre todo los campos de trabajo, más que de exterminio, o de exterminio más lento, si lo prefieren...) es narrado esta vez en primera persona por el ganador del Nobel Imre Kertész, un judío húngaro que pasó por varios campos siendo un adolescente de apenas 14 años, y milagrosamente consiguió sobrevivr.
El propio escritor ha sido el autor del guión, en un esfuerzo que supera el contenido de su novela homónima, aportando nuevos elementos autobiográficos a la historia ya conocida. Obviamente, el horror de ese episodio de cuyo punto final acabamos de cumplir 60 años, nos resulta bastante familiar a través del cine y la televisión. Por ello, la capacidad de emocionar con la visión de las privaciones y las inhumanas condiciones de internamiento resulta bastante limitada. A pesar de ello, el debutante realizador Lájos Koltai, hasta ahora director de fotografía, utiliza con tino el texto de Kertész, y evita caer en los lugares comunes del género.
Los nazis apenas aparecen, y quienes llevan el peso del castigo son fundamentelmente los "kapos" tan judíos como los prisioneros que se hacinaban en Auschwitz-Birkenau y Buchenwald, dos de los campos en los que estuvo el protagonista, interpretado con sosprendente maestría por el jovencísimo Marcel Nagy. No hay efectismo, sino más bien agobiante rutina, la grandeza y la miseria humanas unidas bajo el dominio del terror. Aporta pues "Fateless" verosimilitud y gravedad, desasosiego más que llamamientos a la lágrima fácil y efectiva.