Audiard se llevó las palmas en la Berlinale
- por © J.A. (Berlín)-NOTICINE.com
17-II-05
El nuevo largometraje del francés Jacques Audiard, "De battre mon coeur s'est arrêté" (De latir mi corazón se paró), resultó la gran sorpresa de la jornada del jueves en el 55 Festival Internacional de Cine de Berlín, donde el tema del genocidio de Ruanda volvió a conmocionar al público y Alexander Sokurov volvió a dar muestras de su cine personal y no apto para todo público.
Apareció la primera candidata firme a hacerse un lugar en el palmarés de la Berlinale; "De battre mon coeur s'est arrêté", de Audiard ("Lee mis labios"), causó sensación con una trama, que a pesar de cierta incredulidad, logra mantenerte en vilo durante todo el metraje, regalando un final sorprendente. La historia de un matoncillo que da palizas y se convierte en concertista de piano -encarnado por el siempre eficaz Romain Duris- fue claramente la más aplaudida del día.
Por segunda ocasión en una semana, el genocidio ocurrido una década atrás en Ruanda volvió ser protagonista. Esta vez de mano del realizador Raoul Peck y su "Sometimes in April". Un soldado sobreviviente desea iniciar una nueva vida en Estados Unidos, tras perder a su familia durante el conflicto desatado en 1994. Contado con mayor crudeza que "Hotel Rwanda", otorgando mayores precisiones sobre el acontecimiento histótico, la cinta resultó eficaz para movilizar a los espectadores.
La tercer película en competencia del día fue "Solnze" (El sol), del ruso Sokurov ("Madre e hijo"), una cinta intimista, con luz mortecina, que da una sensación claustrofóbica. El drama se sitúa en el Japón de 1945, cuando el emperador Hirohito decide renunciar al carácter divino de su poder. De ritmo pausado, como es tradicional en sus trabajos, Sokurov entrega un buen film, que no está pensado para las masas.
El nuevo largometraje del francés Jacques Audiard, "De battre mon coeur s'est arrêté" (De latir mi corazón se paró), resultó la gran sorpresa de la jornada del jueves en el 55 Festival Internacional de Cine de Berlín, donde el tema del genocidio de Ruanda volvió a conmocionar al público y Alexander Sokurov volvió a dar muestras de su cine personal y no apto para todo público.
Apareció la primera candidata firme a hacerse un lugar en el palmarés de la Berlinale; "De battre mon coeur s'est arrêté", de Audiard ("Lee mis labios"), causó sensación con una trama, que a pesar de cierta incredulidad, logra mantenerte en vilo durante todo el metraje, regalando un final sorprendente. La historia de un matoncillo que da palizas y se convierte en concertista de piano -encarnado por el siempre eficaz Romain Duris- fue claramente la más aplaudida del día.
Por segunda ocasión en una semana, el genocidio ocurrido una década atrás en Ruanda volvió ser protagonista. Esta vez de mano del realizador Raoul Peck y su "Sometimes in April". Un soldado sobreviviente desea iniciar una nueva vida en Estados Unidos, tras perder a su familia durante el conflicto desatado en 1994. Contado con mayor crudeza que "Hotel Rwanda", otorgando mayores precisiones sobre el acontecimiento histótico, la cinta resultó eficaz para movilizar a los espectadores.
La tercer película en competencia del día fue "Solnze" (El sol), del ruso Sokurov ("Madre e hijo"), una cinta intimista, con luz mortecina, que da una sensación claustrofóbica. El drama se sitúa en el Japón de 1945, cuando el emperador Hirohito decide renunciar al carácter divino de su poder. De ritmo pausado, como es tradicional en sus trabajos, Sokurov entrega un buen film, que no está pensado para las masas.