En Buenos Aires, los más y los menos del cine independiente
- por © Frank Padrón (Buenos Aires)-NOTICINE.com
18-IV-06
Tras su primera semana, el Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente), que se desarrolla en la capital argentina desde el día 11, ha permitido llegar no sólo a conclusiones puntuales sobre los muchos films exhibidos en cualesquiera de sus secciones, sino a algunas de carácter más general, que engloban esta importante manera de hacer que tanta fuerza cobra hoy en el mundo entero.
El hecho de que los cineastas que deciden asumir la gestión fílmica alejados de la tiranía de los estudios y los productores al uso, logren una libertad creadora y expresiva considerable, conlleva en sí mismo esa incuestionable virtud, pero que a la vez puede devenir defecto, o al menos, peligroso riesgo: el querer decir tanto, sin la presión de los cortes, el regodearse en un tempo ajeno a las prisas hollywoodenses, desemboca en algunos de los problemas que se detectan en muchas de las obras aquí presentadas.
Tomemos por caso tres de la competencia internacional: "Longing", de la alemana Valesa Grisebach (un triángulo amoroso en clave tragicómica), "Los estados nórdicos", del canadiense Denis Coté (un hombre que ha practicado la eutanasia a la madre encuentra la redención en un apartado paraje) o "Reflections", del surcoreano Yao Hung (otro trío, esta vez de gente más joven y con un punto lésbico): temas de interés, tratamientos incluso con rubros técnicos motivadores, historias que podrían haber resultado si los circunloquios de la cámara, los motivos superfluos, los estiramientos absolutamente prescindibles, no las hubieran lastrado, algunas de modo irremediable.
Aspiren o no los premios, lo más novedoso e interesante se está hallando en el documental, a veces con un empaque más o menos tradicional (es el caso de "Cero grados de separación", de Elle Flanders; el conflicto palestino-israelí visto a través de dos parejas gays, de ambos sexos, e integrada por sendas etnias, o "Meninas", de la brasileña Sandra Werneck, en torno a adolescentes embarazadas en las favelas cariocas); otras enriquecido por elementos ficticios ("El ojo salvaje", de los estadounidenses Madows, Meyers y Strick, en la cuerda dialógica y dialogada de "Hiroshina, mon amour") o hasta pulsando la tan de moda cuerda del "falso documental" (como la rusa "First on the Moon", de Alexei Ferdochencko, historia alternativa de las presencias soviética y yanqui en la carrera espacial, o una variante, especie de "seudo-remake" en la argentina "Porno", de Homero Cirelli: cómo se hizo un film de este tipo, y donde interesa más el contexto y los costados que la obra en sí).
A propósito de esta última, la nutrida competencia argentina sigue demostrando que los linderos des-narrativos, el snobismo y la poses seudointelectuales, pueden llevar las conquistas de este grupo a un despeñadero: una cinta tan bien recibida aquí como "Puto", de Pablo Oliveiro, sobre un par de chicos que protagonizan una relación aparentemente profunda, que desemboca en otra cosa, es un ejemplo de cómo puede arruinarse una propuesta interesante cuando el tratamiento es, como decimos en buen cubano, "más rollo que película".
Así andan las cosas por el Bafici, del que seguiremos hablando.
Tras su primera semana, el Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente), que se desarrolla en la capital argentina desde el día 11, ha permitido llegar no sólo a conclusiones puntuales sobre los muchos films exhibidos en cualesquiera de sus secciones, sino a algunas de carácter más general, que engloban esta importante manera de hacer que tanta fuerza cobra hoy en el mundo entero.
El hecho de que los cineastas que deciden asumir la gestión fílmica alejados de la tiranía de los estudios y los productores al uso, logren una libertad creadora y expresiva considerable, conlleva en sí mismo esa incuestionable virtud, pero que a la vez puede devenir defecto, o al menos, peligroso riesgo: el querer decir tanto, sin la presión de los cortes, el regodearse en un tempo ajeno a las prisas hollywoodenses, desemboca en algunos de los problemas que se detectan en muchas de las obras aquí presentadas.
Tomemos por caso tres de la competencia internacional: "Longing", de la alemana Valesa Grisebach (un triángulo amoroso en clave tragicómica), "Los estados nórdicos", del canadiense Denis Coté (un hombre que ha practicado la eutanasia a la madre encuentra la redención en un apartado paraje) o "Reflections", del surcoreano Yao Hung (otro trío, esta vez de gente más joven y con un punto lésbico): temas de interés, tratamientos incluso con rubros técnicos motivadores, historias que podrían haber resultado si los circunloquios de la cámara, los motivos superfluos, los estiramientos absolutamente prescindibles, no las hubieran lastrado, algunas de modo irremediable.
Aspiren o no los premios, lo más novedoso e interesante se está hallando en el documental, a veces con un empaque más o menos tradicional (es el caso de "Cero grados de separación", de Elle Flanders; el conflicto palestino-israelí visto a través de dos parejas gays, de ambos sexos, e integrada por sendas etnias, o "Meninas", de la brasileña Sandra Werneck, en torno a adolescentes embarazadas en las favelas cariocas); otras enriquecido por elementos ficticios ("El ojo salvaje", de los estadounidenses Madows, Meyers y Strick, en la cuerda dialógica y dialogada de "Hiroshina, mon amour") o hasta pulsando la tan de moda cuerda del "falso documental" (como la rusa "First on the Moon", de Alexei Ferdochencko, historia alternativa de las presencias soviética y yanqui en la carrera espacial, o una variante, especie de "seudo-remake" en la argentina "Porno", de Homero Cirelli: cómo se hizo un film de este tipo, y donde interesa más el contexto y los costados que la obra en sí).
A propósito de esta última, la nutrida competencia argentina sigue demostrando que los linderos des-narrativos, el snobismo y la poses seudointelectuales, pueden llevar las conquistas de este grupo a un despeñadero: una cinta tan bien recibida aquí como "Puto", de Pablo Oliveiro, sobre un par de chicos que protagonizan una relación aparentemente profunda, que desemboca en otra cosa, es un ejemplo de cómo puede arruinarse una propuesta interesante cuando el tratamiento es, como decimos en buen cubano, "más rollo que película".
Así andan las cosas por el Bafici, del que seguiremos hablando.