Colaboración: La lección de la Fiesta del Cine española

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Cola para entrar, esta semana, en un cine español
Por Jon Apaolaza

Lo dice ese gran cinéfilo y devoto del cine español llamado Cristobal Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas: "Estamos llegando a la luz al final del tunel". Esta semana -algo que nadie hubiera creído unos pocos días atrás- los cines españoles se han llenado. Más de millón y medio de personas le han dado vida en tres días a esas salas antes casi desiertas, entre semana, gracias a una reducción de más del 50% en el precio. Bastaba con inscribirse en una web, descargarse una acreditación y acceder a una entrada por menos de 3 euros. Todo un éxito que saturó los servidores de la citada página y provocó insólitas colas a la entrada de los cines.

España vive la crisis más aguda de la que los vivos podamos hablar. Millones de personas han perdido sus empleos y no pueden pagar sus hipotecas, alquileres, y afrontar gastos básicos. Sin el apoyo de sus familias, muchos estarían en la calle. El efecto inmediato ha sido una drástica reducción del consumo en mucho de lo superfluo, y el cine -sobre todo cuando no es complicado tener acceso a él en casa- está entre sus víctimas más claras. A la depresión económica, el propio gobierno no ha dudado en sumarle un aumento desaforado del IVA, cuyo afán recaudatorio -como se preveía- ha obtenido resultados justamente contrarios.

Esas salas vacías hicieron pensar a algunos que el negocio de la exhibición cinematográfica estaba moribundo y pronto lo veríamos muerto y enterrado. Que ya no interesaba, que los fines de semana de pipas, palomitas y sala oscura se convertiría en una batallita que contar a nuestros nietos. Pues resulta que no, que a la gente le sigue gustando ir al cine, ver en una gran pantalla y con un buen sonido las historias imaginadas y realizadas por otros. Sólo necesitaban un empujoncito a la altura del bolsillo.

La industria española, y particularmente la de la distribución y exhibición, debería sacar conclusiones de las salas llenas de esta semana. La "Fiesta del Cine" puede continuar todo el año, depende de ellos. Sus butacas son las mismas en cada sesión del año y la energía que gasta el proyector idéntica haya 500 o 20 personas sentadas ante la pantalla. ¿No deberían plantearse, como lo han hecho ya otros sectores empresariales, bajar precios? ¿No ganarían bastante más si por ejemplo de lunes a jueves todas las localidades costaran 3 euros?

El público español ha dado una lección a esos empresarios, que por el bien de sus negocios y de nuestra oferta disponible como amantes del cine deberían seguir: Se pueden llenar las salas cobrando menos.

Piénsenlo... y que no pare la Fiesta del Cine.