Alejandro Fernández Almendras comparte el lanzamiento de "Aquí no ha pasado nada" en Berlín
- por © Jon Apaolaza (Berlín)-NOTICINE.com
La Berlinale proyecta esta semana la nueva cinta del chileno Alejandro Fernández Almendras, un thriller judicial basado en un suceso real, como otras dos de las propuestas del país austral este año en el certamen alemán. "Aquí no ha pasado nada" tuvo su estreno mundial el mes pasado en Sundance y ahora llega a Europa acompañada por su guionista y realizador, en la que es su película más contemporánea y urbana. Con Fernández Almendras habló NOTICINE.com en exclusiva.
- Usted basa su película en un suceso que conmocionó a la sociedad chilena, marcado por la desigualdad ante la Ley y el clasismo...
"Aquí no ha pasado nada" está en efecto inspirada en el caso real del atropello de Hernán Canales por parte de Martín Larraín en Chile, en Septiembre de 2013. A partir de ese caso construyo una historia ficticia de un personaje llamado Vicente, un chico de 20 años al que le gusta la fiesta y que al salir una noche de juerga se ve involucrado en un accidente de tráfico, por el cual termina siendo culpado por algo que no está claro cómo fue, cómo pudo haber sido o algo que no ocurrió de hecho. La película se filmó el año pasado, durante 2015, y ahora es el estreno acá en Berlín, y esperamos que a mediados de Mayo llegue a Chile.
- ¿Por qué eligió ficcionar el hecho y cambiar los detalles?
Lo que pasa es que lo que existía en el caso real puede ser fácilmente investigado en la prensa, en los archivos judiciales... A mí lo que más me interesaba era poder hacer un retrato de un momento de la sociedad chilena, de una clase social que está muy poco y mal representada en el cine chileno, como es la clase alta, de la que existe un retrato estereotipado que creo que entorpece mucho la discusión con respecto a los privilegios de clase, que es algo que en Chile es un gran tema. El poder entrar en un personaje que uno inventa, y que tiene su propia moral y sus propias ideas, permite llegar a niveles de profundidad con respecto a ese personaje y a ese mundo mucho mayores que simplemente limitarse a la información, que era lo que uno podía hacer al seguir el caso real. Al mismo modo, lo que pasó también es que cuando ocurrió el caso hace dos años y medio existía una ley que dejó de estar vigente y que hasta cierto punto hacía más fácil el poder ser exculpado en este tipo de accidentes. La ley cambió en 2014, y el hacer una película sobre la base de un caso que ya no puede ocurrir de la misma manera en el tiempo actual me parecía que era un poco complejo, porque daba la sensación de que la sociedad avanzaba hacia un grado de Justicia que me parece que no avanza realmente, sino que se disfraza de otra forma.
- ¿Por qué piensa que tres de las cuatro películas chilenas en la Berlinale están basadas en casos reales? ¿Es casualidad o una tendencia?
Vivimos mucho tiempo en una especie de sopor autocomplaciente de que estábamos muy bien y de que como sociedad, a pesar de los problemas y que no estábamos tan bien como quisiéramos, Chile seguía siendo un buen país para vivir. Pero a partir de las protestas de 2011 que exigieron una educación gratuita y de calidad empezaron a surgir una serie de escándalos que tienen que ver con situaciones como el abuso de menores en la Iglesia Católica, casos de corrupción, financiación ilegal de la política, se empezaron a conocer leyes que fueron financiadas desde empresas privadas o políticos que trabajaban en acuerdo con grandes empresarios... Entonces esta imagen de gran país que teníamos, a pesar de que sabíamos que no era tan perfecto como parecía, se acabó de caer por completo y creo que eso responde a una serie de situaciones de distinto ámbito, que es lo que está desvelando un poco las películas en Chile, haciéndonos ver que esta sociedad no era tan perfecta como creíamos".
- Pese a ser un cineasta con ya una trayectoria nacional e internacional, tuvo usted que recurrir al crowdfunding o financiación colectiva para iniciar este proyecto...
Recurrimos al crownfunding por necesidad. Llevo cinco años postulando distintos proyectos al fondo de desarrollo cinematográfico de Chile y no hemos ganado ninguno de ellos. No teníamos ya esperanzas de ganar el fondo y tampoco queríamos esperar un año o seis meses hasta que se abriese la convocatoria y se publicasen los resultados, así que al querer hacerlo rápido y sin tener dinero montamos el crowdfunding para conseguirlo, levantar y echar a andar la película y posteriormente fuimos obteniendo financiación por el camino para terminar la película y con todo ello hemos conseguido llegar al punto en el que estamos.
- ¿Cómo ha vivido usted el debut de "Aquí no ha pasado nada" en Sundance y Berlín?
La acogida hasta el momento ha sido muy buena y nos ha ido muy bien. Pero es una película que, a pesar de todo, está muy pensada en Chile, que se entiende y se acaba de completar al conocer y al vivir en esa sociedad. El efecto último que busca la película es una especie de abismo y desazón que provoca un desencanto y una rabia muy profunda. Y es algo que funciona muy bien en Chile, también en el extranjero, pero fundamentalmente para mí es una películada hecha para Chile, la hicimos pensando en eso, en tener un buen estreno allí y en generar un buen debate y una buena discusión en la socidad chilena.
- Y en Chile, ¿piensa que podría generar controversia?
Cualquier persona que la vea va a entender por un lado que no es la historia real, pero entiende que lo que ocurre fue tanto o peor como lo que sucede en la película. La inclemencia y la indiferencia de la familia Larraín es tanto o más grande que la que muestra Vicente con respecto a lo que ocurrió. Creo que eso va a quedar muy claro y me gusta la idea de que mucha gente va a pensar que esta película hasta cierto punto defiende la postura de los Larraín porque hasta el día de hoy dicen que como familia han sufrido mucho, que lo han pasado muy mal, que ha sido meses terribles... Poniéndose en el lugar de la víctima. Puede ser que mucha gente la lea desde ese lado y me gusta que así sea porque complejiza un poco más el tema y genera debate, discusión pero no acuerdo. Entonces me gusta que la película esté en ese punto, que no muestre sus cartas y que obligue de verdad al espectador a pensar el tema desde un lugar que no sea el apedreo público en las redes sociales, que es algo que la película evita y pone al espectador en un lugar mucho más complejo que simplemente saber dónde está lo correcto, dónde está lo incorrecto y elegir el lado que uno más quiere.
- Sus primeras cintas eran más rurales e intimistas. Este ha representado un cambio temático. ¿Piensa seguir por la misma línea?
Ahora tengo dos proyectos, dos películas en inglés. Una en Estados Unidos, otra en Chile; una es una comedia negra con varios personajes bastante delirantes que sigue la estructura de un Western con bastante acción y mezclando varios géneros, y la otra es una obra de ciencia ficción en la Patagonia. Entonces son obviamente tipos distintos de cine que me atraen mucho y siempre me atrajeron y... a veces sí que siento el deseo de volver a hacer películas más pequeñas, más íntimas y más personales.
Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.
- Usted basa su película en un suceso que conmocionó a la sociedad chilena, marcado por la desigualdad ante la Ley y el clasismo...
"Aquí no ha pasado nada" está en efecto inspirada en el caso real del atropello de Hernán Canales por parte de Martín Larraín en Chile, en Septiembre de 2013. A partir de ese caso construyo una historia ficticia de un personaje llamado Vicente, un chico de 20 años al que le gusta la fiesta y que al salir una noche de juerga se ve involucrado en un accidente de tráfico, por el cual termina siendo culpado por algo que no está claro cómo fue, cómo pudo haber sido o algo que no ocurrió de hecho. La película se filmó el año pasado, durante 2015, y ahora es el estreno acá en Berlín, y esperamos que a mediados de Mayo llegue a Chile.
- ¿Por qué eligió ficcionar el hecho y cambiar los detalles?
Lo que pasa es que lo que existía en el caso real puede ser fácilmente investigado en la prensa, en los archivos judiciales... A mí lo que más me interesaba era poder hacer un retrato de un momento de la sociedad chilena, de una clase social que está muy poco y mal representada en el cine chileno, como es la clase alta, de la que existe un retrato estereotipado que creo que entorpece mucho la discusión con respecto a los privilegios de clase, que es algo que en Chile es un gran tema. El poder entrar en un personaje que uno inventa, y que tiene su propia moral y sus propias ideas, permite llegar a niveles de profundidad con respecto a ese personaje y a ese mundo mucho mayores que simplemente limitarse a la información, que era lo que uno podía hacer al seguir el caso real. Al mismo modo, lo que pasó también es que cuando ocurrió el caso hace dos años y medio existía una ley que dejó de estar vigente y que hasta cierto punto hacía más fácil el poder ser exculpado en este tipo de accidentes. La ley cambió en 2014, y el hacer una película sobre la base de un caso que ya no puede ocurrir de la misma manera en el tiempo actual me parecía que era un poco complejo, porque daba la sensación de que la sociedad avanzaba hacia un grado de Justicia que me parece que no avanza realmente, sino que se disfraza de otra forma.
- ¿Por qué piensa que tres de las cuatro películas chilenas en la Berlinale están basadas en casos reales? ¿Es casualidad o una tendencia?
Vivimos mucho tiempo en una especie de sopor autocomplaciente de que estábamos muy bien y de que como sociedad, a pesar de los problemas y que no estábamos tan bien como quisiéramos, Chile seguía siendo un buen país para vivir. Pero a partir de las protestas de 2011 que exigieron una educación gratuita y de calidad empezaron a surgir una serie de escándalos que tienen que ver con situaciones como el abuso de menores en la Iglesia Católica, casos de corrupción, financiación ilegal de la política, se empezaron a conocer leyes que fueron financiadas desde empresas privadas o políticos que trabajaban en acuerdo con grandes empresarios... Entonces esta imagen de gran país que teníamos, a pesar de que sabíamos que no era tan perfecto como parecía, se acabó de caer por completo y creo que eso responde a una serie de situaciones de distinto ámbito, que es lo que está desvelando un poco las películas en Chile, haciéndonos ver que esta sociedad no era tan perfecta como creíamos".
- Pese a ser un cineasta con ya una trayectoria nacional e internacional, tuvo usted que recurrir al crowdfunding o financiación colectiva para iniciar este proyecto...
Recurrimos al crownfunding por necesidad. Llevo cinco años postulando distintos proyectos al fondo de desarrollo cinematográfico de Chile y no hemos ganado ninguno de ellos. No teníamos ya esperanzas de ganar el fondo y tampoco queríamos esperar un año o seis meses hasta que se abriese la convocatoria y se publicasen los resultados, así que al querer hacerlo rápido y sin tener dinero montamos el crowdfunding para conseguirlo, levantar y echar a andar la película y posteriormente fuimos obteniendo financiación por el camino para terminar la película y con todo ello hemos conseguido llegar al punto en el que estamos.
- ¿Cómo ha vivido usted el debut de "Aquí no ha pasado nada" en Sundance y Berlín?
La acogida hasta el momento ha sido muy buena y nos ha ido muy bien. Pero es una película que, a pesar de todo, está muy pensada en Chile, que se entiende y se acaba de completar al conocer y al vivir en esa sociedad. El efecto último que busca la película es una especie de abismo y desazón que provoca un desencanto y una rabia muy profunda. Y es algo que funciona muy bien en Chile, también en el extranjero, pero fundamentalmente para mí es una películada hecha para Chile, la hicimos pensando en eso, en tener un buen estreno allí y en generar un buen debate y una buena discusión en la socidad chilena.
- Y en Chile, ¿piensa que podría generar controversia?
Cualquier persona que la vea va a entender por un lado que no es la historia real, pero entiende que lo que ocurre fue tanto o peor como lo que sucede en la película. La inclemencia y la indiferencia de la familia Larraín es tanto o más grande que la que muestra Vicente con respecto a lo que ocurrió. Creo que eso va a quedar muy claro y me gusta la idea de que mucha gente va a pensar que esta película hasta cierto punto defiende la postura de los Larraín porque hasta el día de hoy dicen que como familia han sufrido mucho, que lo han pasado muy mal, que ha sido meses terribles... Poniéndose en el lugar de la víctima. Puede ser que mucha gente la lea desde ese lado y me gusta que así sea porque complejiza un poco más el tema y genera debate, discusión pero no acuerdo. Entonces me gusta que la película esté en ese punto, que no muestre sus cartas y que obligue de verdad al espectador a pensar el tema desde un lugar que no sea el apedreo público en las redes sociales, que es algo que la película evita y pone al espectador en un lugar mucho más complejo que simplemente saber dónde está lo correcto, dónde está lo incorrecto y elegir el lado que uno más quiere.
- Sus primeras cintas eran más rurales e intimistas. Este ha representado un cambio temático. ¿Piensa seguir por la misma línea?
Ahora tengo dos proyectos, dos películas en inglés. Una en Estados Unidos, otra en Chile; una es una comedia negra con varios personajes bastante delirantes que sigue la estructura de un Western con bastante acción y mezclando varios géneros, y la otra es una obra de ciencia ficción en la Patagonia. Entonces son obviamente tipos distintos de cine que me atraen mucho y siempre me atrajeron y... a veces sí que siento el deseo de volver a hacer películas más pequeñas, más íntimas y más personales.
Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.