Colaboración: Pelé, el negro de alma blanca

por © NOTICINE.com
La biopic de Pelé
Por Sergio Berrocal    

Ser negro en Brasil no es una circunstancia del censo, que por lo demás casi no existe. Pero si además de negro eres pobre, tienes todas las papeletas para acabar tu vida vendiendo cartón desahuciado de las administraciones del Estado. Y ya naces con boletos ganadores para el próximo reparto de aposentos en las cárceles de Brasil, que son como una pesadilla proustiana en blanco y negro con 40 grados a la sombra.

Esto me lo decía en los años colindantes al glorioso año dos mil que tanta dicha nos prometían los analistas de los signos del zodiaco, uno de los obispos de la Conferencia Episcopal Brasileña, entre los que por entonces no se llevaba la pederastia como en la Iglesia Católica de nuestros tiempos, que luce y da esplendor.

El Monseñor me resumía la situación: en Brasil, si eres negro y pobre es como si hubieses comprado todas las entradas para ir a la cárcel.

Claro que esta conversación la teníamos allá por los alrededores del que debía ser glorioso Año 2000. Dieciséis años después, seguro que todo ha cambiado… (Aquí pueden poner música de tango o de bossa nova).

Después de todo, Luis Inácio Lula da Silva, tornero de profesión y pobre de nacimiento, ha sido Presidente de Brasil durante ocho años.

Pero, tiremos por donde tiremos, los brasileños, que son más pragmáticos que Descartes era cartesiano, nunca vieron con buenos ojos aquella película en la que la damita blanca de la casa rica da la sorpresa a sus adorables y millonarios papás de llevarles a cenar a un novio, inteligente como muchos pero negro como pocos.

Ni se le ocurre a un brasileño preguntar aquello de "¿Adivina quién viene a cenar?".

En mis tres años de corresponsal en Brasilia, capital de Brasil, sólo me tropecé con un negro que presumía de poderío pero que finalmente no era más que un mandado de blancos que, desde luego, no tienen nada de racistas. Pero cada cual en su sitio. Los amos son los blancos y los negros están donde ellos creen que deben de estar.

Miento, sí conocí a un negro brasileño que se creyó lo de la película de Spencer Tracy y el guapo y negro Sydney Poitier. El hombre se había presentado a una elección regional en un pueblo miserable cerca de Brasilia y ya se creía elegido y sentado con las cuatro patas en el Congreso, por muy regional que fuese.

Por supuesto, no lo votaron suficientemente y tuvo que quitarse para siempre el elegante traje de alpaca gris falsa que le había prestado alguien para la campaña electoral. Y volvió a limpiar las piscinas de los blancos.

Por todo esto, la historia de Pelé, ya saben el futbolista mágico, es más que ejemplar. Ahora se va a estrenar su biopic, "Pelé: Birth of a Legend" dirigida por los hermanos Zimbalist.

Negro como el betún y aparentemente sin el menor complejo, salió de la miseria, se convirtió en el ídolo de todo un país dándole patadas a un balón y sigue siendo más conocido que el Cristo de Corcovado, que también sigue impertérrito reinando con su túnica de cemento armado desde el cielo de Río de Janeiro.

Una excepción fabulosa que le permite decir a voz en grito que ha sido el mejor futbolista de todos los tiempos y de todos los mundos, sin siquiera haber tenido que someterse a la humillante necesidad de emigrar de su país para ser fichado por un equipo europeo.

Con sus 75 años a cuestas, Pelé sigue con sus rentables negocios en el mundo entero, más derecho que una i y vergonzosamente rico.

Debo decir que le tengo un poco de rabia porque en Brasilia me dejó plantado como un arbolillo raquítico y resistente de los que siguen su vida en la sabana donde está construida Brasilia, la capital del futuro.

Habíamos concertado una cita para una entrevista y todavía lo estoy esperando. Pero a él no se le cayó para nada la sonrisa.

No era para menos. El entonces Presidente del país, Fernando Henrique Cardoso, le acababa de nombrar nada menos que Ministro Extraordinario de Deportes, en un vuelco demagógico de los que a él le gustaban y el futbolista se paseaba por la capital como uno de los más poderosos de los ministros.

Y es que ser ministro en Brasil pasa como con ser negro.

Y Pelé, que era los dos, pues ya se lo pueden imaginar.

Ahora, el ex ministro de Deportes de Brasil está en los carteles anunciando una película que, por lo visto y oído, cuenta su vida durante una hora y cuarenta y siete minutos, tiempo suficiente para narrar con todo detalle el nacimiento de una nación.

Su título nada tiene que ver con aquello de adivina… Sencillamente "Pelé, el nacimiento de una leyenda".

Hace años, el mismo Pelé había formado parte del reparto de otro film de postín y propagandístico de los valores occidentales frente a los nazis, que se tituló "Evasión o Victoria / Victory" y dirigió John Huston en 1981 con Michael Caine y Sylvester Stallone de protagonistas, casi nada.

Aunque me imagino que Pelé estará a estas alturas convencido de que ser rico, muy rico, asquerosamente rico, comporta tanta responsabilidad, que, como decía una baronesa española llegada del extranjero, es realmente difícil.

Pero seguro que él, el negro que siempre tuvo el alma blanca de los triunfadores, sabrá adaptarse a esta nueva situación de estrella de las pantallas futbolísticas.

Como cuando andaba en coche oficial por las autopistas-avenidas de Brasilia, la capital de los sueños convertidos en Cenicienta.

Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.