Estreno peruano en el Festival de Lima: "La última tarde", qué quedó de aquel pasado

por © José Romero Carrillo (Lima)-NOTICINE.com
"La última tarde"
Laura y Ramón, dos exsubversivos de izquierda, se reúnen casi dos décadas después para firmar su divorcio, pero un olvido de corte notarial dilata el asunto. Entonces tienen que compartir juntos la tarde hasta que el juez retorne y puedan finiquitar el tema. Bajo esta premisa, el director limeño Joel Calero imagina y construye su segunda película,  "La última tarde", presentada en la competencia oficial del Festival de Lima: una propuesta arriesgada que narra las últimas horas de un matrimonio que -en apariencia- solo tiene pendiente su vínculo contractual.

A través de logrados planos secuencia, la pareja recorre tranquilas calles del distrito de Barranco, pretendiendo que transcurra el tiempo, pero insospechadamente los asuntos postergados y los no resueltos, afloran al punto de ponerse en la agenda de ese día.

El desempeño de los actores se constituye en el punto neurálgico de la obra, del correcto trabajo de los dos actores protagonistas: Lucho Cáceres y Katerina D’Onofrio depende la credibilidad de toda la película, y esto es algo que cumplen con creces. Ellos otorgan la solidez necesaria para que el director pueda concretar sus ambiciones e intereses personales.

Calero acierta, asimismo, en la concepción de sus personajes: Laura y Ramón, limeña blanca de clase alta, y el otro cuzqueño mestizo, que en un pasado unieron sus vidas por ideales políticos en plena efervescencia de la juventud, ven ahora en retrospectiva como todo ello resultó vano. Teniendo ahora que asumir su lugar, sus empleo con el conformismo y/o resignación propio de la madurez. Todo en pos de encajar, de "subsistir" en una sociedad tan diferente a la que ellos anhelaron en alguna etapa de sus vidas.

Las pugnas ideológicas, los sentimientos encontrados, las aspiraciones truncadas y los prejuicios (del ayer y del hoy), son asuntos se discuten abiertamente entre ellos; al mismo tiempo que se rememoran actitudes y hechos del pasado para encontrarles una justificación que los libere de un dolor atragantado. Todo esto supone, una valiosa oportunidad para que el espectador reflexione, deje de lado los estereotipos, y se asome a lo que significó ser militante de izquierda en aquellos tumultuosos años, donde asumirlo con convicción era poner en riesgo tu vida y la de los tuyos. Qué duda cabe, que el mayor logro de Calero radica en el abordaje de tantos y delicados propósitos, a través de la naturalidad de dos ex amantes que se confiesan todo con la única certeza que no tendrán otro día juntos.

"La última tarde" es también una radiografía de un sector de nuestra población, la diferencia de clase de los protagonistas no es, por lo tanto, caprichosa. Ambos personajes, jóvenes en una época violenta de nuestra patria, discuten y sanan sus heridas, como es lógico los estallidos de violencia, son reminiscencias de ese "yo" que jamás se ajustará a los cánones del presente. Incluso ese súbito cambio de ritmo, que se observa en el último tramo es consecuente con la entraña de los personajes. Y el final, que no develaremos, es un canto a la integración, a la reconciliación que todavía es posible al interior de la conflictuada sociedad peruana.

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