Hablamos con Rodrigo Murray sobre el estreno de "El Cristo ciego" en Chile
- por © Jon Apaolaza-NOTICINE.com
El cineasta chileno Rodrigo Murray ha esperado a la Semana Santa para lanzar en su país "El Cristo ciego", un drama sobre un mecánico que dice haber vivido una revelación divina en el desierto y acude a atender a un amigo de la infancia ha sufrido un accidente en un pueblo lejano. En conversación exclusiva con NOTICINE.com, Murray espera no generar controversia religiosa en estas fechas, ya que califica a su cinta, presentada en la Mostra de Venecia el año pasado, como "respetuosa".
- ¿Qué es lo que cuenta en "El Cristo ciego"?
Es una película que narra la historia de Michael, un mecánico que vive en el norte de Chile, en el desierto, y que al enterarse de que un amigo ha sufrido un accidente decide hacer una peregrinación para salvarlo con un milagro. La película trata de cómo este viaje empieza a repercutir en las comunidades del norte de Chile y sus problemáticas locales e injusticias sociales.
- ¿Hay alguna experiencia propia en película?
Sí, tiene una aproximación, en un inicio documental, porque tiene una etapa de investigación profunda, una etapa de relación con una comunidad real, pese a que la película es una ficción, y como tal, también tiene una construcción de personajes, de diálogos, de guion, que se hizo en conjunto con la comunidad. Sin duda, el trabajo que he hecho desde el documental es una gran herramienta, porque desde mi punto de vista trato de no hacer muchas diferencias entre la ficción y el documental, porque para mí son un poco parte de lo mismo.
- ¿Cuál era su objetivo último al hacer "El Cristo..."?
La intención al hacer esta película es reflexionar acerca de algo tan importante y presente en la humanidad como lo es la fe, pero desde un punto de vista local, tratando de entender cuál es la emoción más humana o las vías privadas que están detrás de esa fe para poder entenderlas desde una escala más humana, y no como algo abstracto. Creo que, sin duda, existe también un ánimo de compartir la realidad de un lugar, pero no de una manera políticamente explícita con un fin de denuncia, sino tratando de hacerlo con un lenguaje más mítico y usando parábolas, donde también tuviera un proceso de creación de un mundo, que creo que también es lo atractivo de hacer cine.
- ¿Cómo cree que acogerá el público religioso chileno su estreno, precisamente en la Semana Santa?
Bueno, la película trata de ser respetuosa, porque trata sobre algo que existe en las emociones más profundas de una persona. Pienso que cuando una persona cree en algo es importante abrirse con respeto a esa experiencia personal que ese individuo está teniendo y no inmediatamente tener un juicio categórico, irónico, crítico y cínico, sino tratar de abrirse a entender a eso y descubrir donde se aloja esa emoción y por qué, qué realidad la explica o la sustenta. Como tú dices, sin yo ser una persona religiosa ni parte de ningún credo, sí que trato de tener una aproximación respetuosa, porque creo que sólo así uno puede tratar con profundidad y abrirse a una problemática humana y a un fenómeno que está en parte de la condición humana, no sólo en Chile, sino en todo el mundo.
- ¿Hay una visión muy diferente de la religión según sea el desarrollo de la comunidad?
Es una gran pregunta que, sin duda, una tesis de ese tipo merece un análisis súper profundo. Yo trato de aproximarme más desde mi lado como realizador, basándome en lo que he vivido. Creo que la fe, al menos en mi experiencia, es algo que trasciende a todos los contextos de comunidades, pero creo que en los contextos más apartados de la vorágine de una ciudad hay una conexión con lo trascendente, la naturaleza, el silencio o con el vacío que, a veces, puede hacer surgir una emoción de fe más grande. En ocasiones, los sistemas económicos y la política también tienen mucho de fe, hasta la ciencia tiene algo de fe. Nuestra idea de creer en mitos no sólo se remite al contexto religioso, a veces las ciudades pecamos al sentir fe por sistemas económicos que nos tienen en condiciones de miseria en muchos lugares. También creo que es una condición humana cuando hay injusticia, dolor, sufrimiento, cuando hay problemática humana. En mi experiencia, sí siento que se potencian vacíos y espacios donde la fe entra y juega un rol y lo importante es diferenciar cuando la fe es una emoción que nace de la condición humana o cuando es potenciada por espacios donde hay insuficiencia que tiene que ver con responsabilidades políticas, donde faltan políticas públicas reales en áreas importantes como la salud, la educación, las pensiones, en general el bienestar social, donde yo creo que no ha llegado a muchas áreas y, sin duda, aferrarse a creer cumple un rol relevante.
- ¿La fe también es a veces un arma de manipulación, no?
Sin duda, creo que el mito religioso es una herramienta que puede ser usado dependiendo de los contextos en los que se ocupa. Ha sido ocupado como forma de despistar la atención durante dictaduras, como en el caso de Chile, que se inventaban historias de apariciones para desviar la atención de los medios respecto a cosas que estaban sucediendo, y no sólo en Chile. Creo que funciona tanto para la derecha como para la izquierda, a veces como forma de adormecimiento, pero también con la teología de la liberación como forma de empoderamiento social, por lo tanto, creo que de dependiendo de los contextos el mito religioso va encarnándose y va cumpliendo una función social determinada.
- ¿Cómo vivió el debut de "El Cristo ciego" el pasado septiembre en la Mostra de Venecia?
En el estreno internacional en la sala grande, que estaba prácticamente llena, tuvimos muchos nervios y ansiedad porque es un momento muy importante, además de ser la primera vez que uno puede ver la película en una pantalla grande y con tanta gente. Salí muy emocionado, porque al final de la película hubo un aplauso largo y muy caluroso tanto para Michael como para la película. Esto a mí me emocionó mucho, porque una película es el trabajo de mucha gente y, la aproximación y el acercamiento de las personas que la vieron fue muy positivo. Me gusta pensar que una película que trata un tema tan local pueda conectar con problemas locales de otros lados y hacer una reflexión que trascienda el lugar en el que nació, porque sólo así tiene sentido contar historias.
- ¿Qué cree que tiene de especial ese festival?
Es uno de los festivales más importantes del mundo, que logra hacer convivir a películas tanto de directores emergentes o directores que están haciendo ahora su gran cine con las de otros realizadores de gran trayectoria, como por ejemplo Win Wenders, que es un cineasta que es parte de una generación muy importante del cine. También como Amat Escalante, que son cineastas que uno admira y hacen cine más contemporáneo u Olaf Díaz. Que todos ellos estén presentes en una misma competencia conviviendo me parece algo muy atractivo.
- ¿No le dió un poco de vértigo estar entre tanta gente tan importante?
Sí, sin duda es un honor y a mí me generó un vértigo lindo, es como sentir que uno está en un espacio compartiendo con personas que realmente uno admira, tanto con cineastas jóvenes y contemporáneos como consagrados. Creo que es un honor y lo tomo con mucha felicidad. Estar en Venecia, recibir la invitación del director del festival y su calurosa apreciación de la película, para mí fue un honor gigante. Creo que este es un festival que tiene una trayectoria y un "line up" sorprendente y atractivo, por lo tanto estar acá me hace sentir agradecido, sobre todo porque es una tribuna para compartir un espacio, sabiendo que muchas veces cuesta mucho trabajo abrir espacio a películas que no juegan en el terreno de la industria más convencional. Este es un espacio para compartir la película y poder llevarla después a otros lugares, como ahora a Chile con más fuerza y a las comunidades que la vieron nacer.
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- ¿Qué es lo que cuenta en "El Cristo ciego"?
Es una película que narra la historia de Michael, un mecánico que vive en el norte de Chile, en el desierto, y que al enterarse de que un amigo ha sufrido un accidente decide hacer una peregrinación para salvarlo con un milagro. La película trata de cómo este viaje empieza a repercutir en las comunidades del norte de Chile y sus problemáticas locales e injusticias sociales.
- ¿Hay alguna experiencia propia en película?
Sí, tiene una aproximación, en un inicio documental, porque tiene una etapa de investigación profunda, una etapa de relación con una comunidad real, pese a que la película es una ficción, y como tal, también tiene una construcción de personajes, de diálogos, de guion, que se hizo en conjunto con la comunidad. Sin duda, el trabajo que he hecho desde el documental es una gran herramienta, porque desde mi punto de vista trato de no hacer muchas diferencias entre la ficción y el documental, porque para mí son un poco parte de lo mismo.
- ¿Cuál era su objetivo último al hacer "El Cristo..."?
La intención al hacer esta película es reflexionar acerca de algo tan importante y presente en la humanidad como lo es la fe, pero desde un punto de vista local, tratando de entender cuál es la emoción más humana o las vías privadas que están detrás de esa fe para poder entenderlas desde una escala más humana, y no como algo abstracto. Creo que, sin duda, existe también un ánimo de compartir la realidad de un lugar, pero no de una manera políticamente explícita con un fin de denuncia, sino tratando de hacerlo con un lenguaje más mítico y usando parábolas, donde también tuviera un proceso de creación de un mundo, que creo que también es lo atractivo de hacer cine.
- ¿Cómo cree que acogerá el público religioso chileno su estreno, precisamente en la Semana Santa?
Bueno, la película trata de ser respetuosa, porque trata sobre algo que existe en las emociones más profundas de una persona. Pienso que cuando una persona cree en algo es importante abrirse con respeto a esa experiencia personal que ese individuo está teniendo y no inmediatamente tener un juicio categórico, irónico, crítico y cínico, sino tratar de abrirse a entender a eso y descubrir donde se aloja esa emoción y por qué, qué realidad la explica o la sustenta. Como tú dices, sin yo ser una persona religiosa ni parte de ningún credo, sí que trato de tener una aproximación respetuosa, porque creo que sólo así uno puede tratar con profundidad y abrirse a una problemática humana y a un fenómeno que está en parte de la condición humana, no sólo en Chile, sino en todo el mundo.
- ¿Hay una visión muy diferente de la religión según sea el desarrollo de la comunidad?
Es una gran pregunta que, sin duda, una tesis de ese tipo merece un análisis súper profundo. Yo trato de aproximarme más desde mi lado como realizador, basándome en lo que he vivido. Creo que la fe, al menos en mi experiencia, es algo que trasciende a todos los contextos de comunidades, pero creo que en los contextos más apartados de la vorágine de una ciudad hay una conexión con lo trascendente, la naturaleza, el silencio o con el vacío que, a veces, puede hacer surgir una emoción de fe más grande. En ocasiones, los sistemas económicos y la política también tienen mucho de fe, hasta la ciencia tiene algo de fe. Nuestra idea de creer en mitos no sólo se remite al contexto religioso, a veces las ciudades pecamos al sentir fe por sistemas económicos que nos tienen en condiciones de miseria en muchos lugares. También creo que es una condición humana cuando hay injusticia, dolor, sufrimiento, cuando hay problemática humana. En mi experiencia, sí siento que se potencian vacíos y espacios donde la fe entra y juega un rol y lo importante es diferenciar cuando la fe es una emoción que nace de la condición humana o cuando es potenciada por espacios donde hay insuficiencia que tiene que ver con responsabilidades políticas, donde faltan políticas públicas reales en áreas importantes como la salud, la educación, las pensiones, en general el bienestar social, donde yo creo que no ha llegado a muchas áreas y, sin duda, aferrarse a creer cumple un rol relevante.
- ¿La fe también es a veces un arma de manipulación, no?
Sin duda, creo que el mito religioso es una herramienta que puede ser usado dependiendo de los contextos en los que se ocupa. Ha sido ocupado como forma de despistar la atención durante dictaduras, como en el caso de Chile, que se inventaban historias de apariciones para desviar la atención de los medios respecto a cosas que estaban sucediendo, y no sólo en Chile. Creo que funciona tanto para la derecha como para la izquierda, a veces como forma de adormecimiento, pero también con la teología de la liberación como forma de empoderamiento social, por lo tanto, creo que de dependiendo de los contextos el mito religioso va encarnándose y va cumpliendo una función social determinada.
- ¿Cómo vivió el debut de "El Cristo ciego" el pasado septiembre en la Mostra de Venecia?
En el estreno internacional en la sala grande, que estaba prácticamente llena, tuvimos muchos nervios y ansiedad porque es un momento muy importante, además de ser la primera vez que uno puede ver la película en una pantalla grande y con tanta gente. Salí muy emocionado, porque al final de la película hubo un aplauso largo y muy caluroso tanto para Michael como para la película. Esto a mí me emocionó mucho, porque una película es el trabajo de mucha gente y, la aproximación y el acercamiento de las personas que la vieron fue muy positivo. Me gusta pensar que una película que trata un tema tan local pueda conectar con problemas locales de otros lados y hacer una reflexión que trascienda el lugar en el que nació, porque sólo así tiene sentido contar historias.
- ¿Qué cree que tiene de especial ese festival?
Es uno de los festivales más importantes del mundo, que logra hacer convivir a películas tanto de directores emergentes o directores que están haciendo ahora su gran cine con las de otros realizadores de gran trayectoria, como por ejemplo Win Wenders, que es un cineasta que es parte de una generación muy importante del cine. También como Amat Escalante, que son cineastas que uno admira y hacen cine más contemporáneo u Olaf Díaz. Que todos ellos estén presentes en una misma competencia conviviendo me parece algo muy atractivo.
- ¿No le dió un poco de vértigo estar entre tanta gente tan importante?
Sí, sin duda es un honor y a mí me generó un vértigo lindo, es como sentir que uno está en un espacio compartiendo con personas que realmente uno admira, tanto con cineastas jóvenes y contemporáneos como consagrados. Creo que es un honor y lo tomo con mucha felicidad. Estar en Venecia, recibir la invitación del director del festival y su calurosa apreciación de la película, para mí fue un honor gigante. Creo que este es un festival que tiene una trayectoria y un "line up" sorprendente y atractivo, por lo tanto estar acá me hace sentir agradecido, sobre todo porque es una tribuna para compartir un espacio, sabiendo que muchas veces cuesta mucho trabajo abrir espacio a películas que no juegan en el terreno de la industria más convencional. Este es un espacio para compartir la película y poder llevarla después a otros lugares, como ahora a Chile con más fuerza y a las comunidades que la vieron nacer.
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