Crítica: "Nadie nos mira", ilusiones, soledad y ocultación
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Por Edurne Sarriegui
La argentina Julia Solomonoff ("El último verano de La Boyita"), estrena en su país su tercer largometraje, "Nadie nos mira". La realizadora afincada en Estados Unidos -donde es docente de dirección cinematográfica en la Universidad de Columbia- sitúa la acción de su film en Nueva York, entorno que conoce bien por vivir en esa ciudad hace varios años. Este drama inusual cuenta la historia de un inmigrante fuera de lo común en la ciudad de los rascacielos.
La cinta, auténticamente cosmopolita, es una coproducción de Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos, cuenta con elenco y equipo técnico de dichos países además de España, Francia, Líbano y República Dominicana. Fue filmada en Nueva York y Buenos Aires y buena parte de sus diálogos se desarrollan en ingles además del castellano natal del protagonista.
Nico (Guillermo Pfening) es un actor argentino que ha obtenido fama en su país gracias a una telenovela. Involucrado en una relación homosexual con Martín (Rafael Ferro), un hombre que se encuentra casado y además es productor de la serie en la que trabaja, decide emigrar a Nueva York donde espera protagonizar una película que dirigirá un mexicano. Su objetivo es alejarse así de esa relación tóxica y de paso demostrar y demostrarse que es capaz de alcanzar el éxito en otro lugar. Pero las cosas no resultan tan fáciles como cabía esperar y las sucesivas postergaciones de la película le obligarán a buscar alternativas para sobrevivir.
Lejos de la imagen estereotipada que tienen del latino en Estados Unidos y con un acento que delata su condición de extranjero, la posibilidad para conseguir trabajo como actor y, en consecuencia, triunfar en aquello que sabe hacer, se vuelve cada vez más remota. Mientras busca ese trabajo que no llega, cuida el bebé de Andrea, una amiga argentina profesora de yoga (Elena Roger), y se desempeña como camarero en un bar.
La realizadora aprovecha las situaciones de precariedad laboral y legal, habituales entre los inmigrantes en cualquier lugar, para ir más allá de la descripción y sumergirse en la intimidad de los sentimientos del protagonista. Así va exponiendo sus sensaciones de soledad y aislamiento a medida que se revelan las verdaderas razones por las que abandonó su país, su familia y la fama recién alcanzada. Expone las contradicciones del personaje, las continuas simulaciones, la necesidad de mentir y de construir un mundo que no existe. Describe con acierto el arco del personaje que va desde la negación de los reales motivos de su huida hasta la maduración que implica aceptarlos dejando de lado el orgullo. Para ello, además del contundente guión escrito por ella misma y Christina Lazaridi, cuenta con la impecable actuación de Pfening que le valió el premio a la Mejor Actuación en Competencia Internacional del pasado Tribeca Film Festival.
"Nadie nos mira" hace referencia desde su título al anonimato al que nos somete la falta de vínculos y la ausencia de una mirada amorosa. Es una película contundente que, detrás de la aparente simpleza de su historia, invita a la reflexión. Se juega con algunas escenas fuertes y añade algunas notas que, sin llegar a la comedia, le ponen humor al drama de Nico y, sobre todo, nunca permite que decaiga el interés por las andanzas de un argentino en la Gran Manzana.
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La argentina Julia Solomonoff ("El último verano de La Boyita"), estrena en su país su tercer largometraje, "Nadie nos mira". La realizadora afincada en Estados Unidos -donde es docente de dirección cinematográfica en la Universidad de Columbia- sitúa la acción de su film en Nueva York, entorno que conoce bien por vivir en esa ciudad hace varios años. Este drama inusual cuenta la historia de un inmigrante fuera de lo común en la ciudad de los rascacielos.
La cinta, auténticamente cosmopolita, es una coproducción de Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos, cuenta con elenco y equipo técnico de dichos países además de España, Francia, Líbano y República Dominicana. Fue filmada en Nueva York y Buenos Aires y buena parte de sus diálogos se desarrollan en ingles además del castellano natal del protagonista.
Nico (Guillermo Pfening) es un actor argentino que ha obtenido fama en su país gracias a una telenovela. Involucrado en una relación homosexual con Martín (Rafael Ferro), un hombre que se encuentra casado y además es productor de la serie en la que trabaja, decide emigrar a Nueva York donde espera protagonizar una película que dirigirá un mexicano. Su objetivo es alejarse así de esa relación tóxica y de paso demostrar y demostrarse que es capaz de alcanzar el éxito en otro lugar. Pero las cosas no resultan tan fáciles como cabía esperar y las sucesivas postergaciones de la película le obligarán a buscar alternativas para sobrevivir.
Lejos de la imagen estereotipada que tienen del latino en Estados Unidos y con un acento que delata su condición de extranjero, la posibilidad para conseguir trabajo como actor y, en consecuencia, triunfar en aquello que sabe hacer, se vuelve cada vez más remota. Mientras busca ese trabajo que no llega, cuida el bebé de Andrea, una amiga argentina profesora de yoga (Elena Roger), y se desempeña como camarero en un bar.
La realizadora aprovecha las situaciones de precariedad laboral y legal, habituales entre los inmigrantes en cualquier lugar, para ir más allá de la descripción y sumergirse en la intimidad de los sentimientos del protagonista. Así va exponiendo sus sensaciones de soledad y aislamiento a medida que se revelan las verdaderas razones por las que abandonó su país, su familia y la fama recién alcanzada. Expone las contradicciones del personaje, las continuas simulaciones, la necesidad de mentir y de construir un mundo que no existe. Describe con acierto el arco del personaje que va desde la negación de los reales motivos de su huida hasta la maduración que implica aceptarlos dejando de lado el orgullo. Para ello, además del contundente guión escrito por ella misma y Christina Lazaridi, cuenta con la impecable actuación de Pfening que le valió el premio a la Mejor Actuación en Competencia Internacional del pasado Tribeca Film Festival.
"Nadie nos mira" hace referencia desde su título al anonimato al que nos somete la falta de vínculos y la ausencia de una mirada amorosa. Es una película contundente que, detrás de la aparente simpleza de su historia, invita a la reflexión. Se juega con algunas escenas fuertes y añade algunas notas que, sin llegar a la comedia, le ponen humor al drama de Nico y, sobre todo, nunca permite que decaiga el interés por las andanzas de un argentino en la Gran Manzana.
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