Esther García, la más brillante "sombra" de Almodóvar, premiada por la Academia de Cine

por © Lorena Hoyos-NOTICINE.com
Esther García
Esther García

Para Esther García, hacer cine nunca ha sido un trabajo. Es, dice, "una manera de vivir". Desde que comenzó en 1975, casi por casualidad, su trayectoria ha sido la de alguien que se quedó para siempre en la familia del cine español. Ahora, 50 años después, la Academia de Cine española le concede el Premio Elías Querejeta 2025, un reconocimiento destinado a los productores y productoras que arriesgan, que abren caminos nuevos, que no se limitan a repetir fórmulas. Un premio que García recibe "con especial ilusión", sobre todo porque, como confiesa, Elías Querejeta es uno de sus grandes referentes. "Es un referente para todos los productores independientes. Fue una persona carismática, llena de pasión por lo que hacía. Es sin duda el productor que más me ha inspirado", afirma.



A sus 69 años, la jefa de producción de El Deseo, la productora de Pedro y Agustín Almodóvar, sigue pensando en el cine como un acto creativo colectivo, donde el papel del productor es tan importante como el del director o el guionista. "Nos pasamos la vida tomando decisiones creativas y la primera es elegir el proyecto", sostiene. Para ella, el trabajo consiste en acompañar a los autores, poner los medios para que puedan soñar y materializar esos sueños sin renunciar a nada. "¿Cómo puedo hacer que Pedro convierta sus sueños en realidad, cómo hacer para que no tenga que renunciar a cosas? Esta ha sido mi misión", cuenta.

Su carrera está íntimamente ligada a la de Pedro Almodóvar. Entró en El Deseo un año después de su creación y desde entonces ha trabajado con él en todas sus películas posteriores a "Matador", donde se conocieron en 1986. Películas como "La mala educación", "Volver", "La piel que habito", "Dolor y gloria" o la próxima "Amarga navidad", que se encuentra ahora en pleno rodaje, son parte de esa historia compartida. Pero El Deseo no es solo el espacio para las películas de Pedro Almodóvar. García ha contribuido a abrir la puerta a otros autores, algo que, dice, la entusiasma. "Me ha permitido estar en un lugar desde el que era más sencillo llegar a otros proyectos, soñar, pensar que podrían hacerse más cosas".

Entre esos otros proyectos están películas como "Relatos salvajes", "El clan" o la reciente "Sirat", de Oliver Laxe, que fue premiada en Cannes y que García define como "trasgresora, completamente al margen". En total, ha hecho posibles 55 obras desde El Deseo, entre largometrajes, cortos y documentales. En su lista de colaboradores figuran cineastas como Álex de la Iglesia, Isabel Coixet, Lucrecia Martel, Guillermo del Toro, Pablo Trapero, Damián Szifron, Diego Galán o Daniel Calparsoro. La diversidad de miradas y formas de narrar es, para ella, uno de los mayores motores de su trabajo.



Hay algo que Esther García repite con frecuencia: le gusta escuchar. Es su manera de trabajar. Ponerse en el lugar del otro, entender las dificultades, buscar las soluciones. "Me ha gustado mucho escuchar, ponerme en el lugar del otro, entender cuáles son las dificultades y a partir de ahí poner los medios, la energía, todo lo que sea necesario para hacerlo. Sin descuidar que esto es una pirámide", explica. Esa manera de producir ha dejado huella en quienes han trabajado con ella. "Hay muchos compañeros y compañeras que han trabajado conmigo y que sienten que tenemos una forma diferente de hacer".

No siempre fue fácil. Empezó en un momento en que las mujeres tenían que demostrar tres veces más que los hombres para hacerse un hueco. "En esa época las mujeres teníamos que luchar por nuestro espacio. Siempre eras la última. Tenías que esforzarte más y demostrarlo todo tres veces. Y había conductas que estaban normalizadas. Ibas en el metro o en el autobús y eras objeto de tocamientos y, simplemente, te movías para evitarlo. Esa era la misma fórmula que usábamos en el trabajo", recuerda. También en el cine tuvo que enfrentarse a comentarios como el de un jefe que un día le dijo: "Ayer soñé contigo y te eché un polvazo".

Por eso ha sido siempre una defensora de la igualdad y ha trabajado para que las mujeres en la industria se sientan libres de crear desde su mirada. "Isabel Coixet es el claro ejemplo de una mujer narrando, de la diferencia que hay entre hombres y mujeres respecto a desde qué lugar miran y de dónde salen las historias que quieren contar. No son mejor ni peor, son diferentes", explica.

Esther García ha ganado seis Premios Goya: tres como directora de producción por "Acción mutante", "Todo sobre mi madre" y "La vida secreta de las palabras", y otros tres como productora por "Dolor y gloria", "Volver" y "Relatos salvajes". En 2018 recibió el Premio Nacional de Cinematografía. A todos esos reconocimientos se suma ahora el Premio Elías Querejeta, que, según cuenta, le hace especial ilusión no solo por lo que representa, sino porque le recuerda a uno de los grandes nombres del cine español. Querejeta fue quien puso en pie películas como "La caza", "El espíritu de la colmena" o "Los lunes al sol", y trabajó con cineastas como Carlos Saura, Víctor Erice, Montxo Armendáriz o Fernando León de Aranoa.

A pesar de los premios, García sigue sintiendo vértigo cada vez que estrena una película. "Nunca sabemos cuáles son las razones del espectador para ir a una sala o por qué un proyecto funciona mejor que otro", admite a El Mundo. Pero esa incertidumbre no le impide seguir apostando por lo nuevo, por lo diferente, por lo que conmueve.

Su historia no se entiende sin Cedillo de la Torre, un pequeño pueblo de Segovia donde nacieron sus padres y sus abuelos y donde ahora ha vuelto a vivir junto a su pareja, Joaquín Manchado, director de fotografía. "Ahí nací. Ahí nacieron mis padres y mis abuelos. Y he vuelto a vivir allí. Mis vecinos son mis tíos, mis sobrinos, mis primos... Y los otros son montadores, músicos, gente de efectos especiales y de producción. He llevado a parte de mis compañeros a vivir allí", cuenta.

En Cedillo de la Torre no solo produce películas; también cuida una huerta, tiene gallinas y una quesería llamada Moncedillo, donde elabora queso artesanal de oveja. Pero si alguna vez se escribe la historia del cine español, probablemente ese pueblo de 87 habitantes aparezca mencionado como el lugar donde una niña vio su primera película gracias a unos titiriteros itinerantes. Y desde entonces nunca dejó de soñar con el cine.

"¿Que cómo quiero que se me recuerde? Primero, como buena persona... Y luego como una trabajadora incansable que ha ayudado a que gente con mucho talento pueda soñar", dice Esther García. No parece haber nada más importante para ella.

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