Crítica: "Subte-Polska", entrañable historia de resistencia

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"Subte-Polska"
Por Edurne Sarriegui  

"Subte-Polska" (2016), de Alejandro Magnone, ganadora del premio Opera Prima otorgado por el INCAA, ha llega a salas comerciales argentinas esta semana. Esta reflexión sobre la vejez, con una visión un tanto edulcorada de esta etapa de la vida, tiene su mejor apoyo en las actuaciones, tanto de sus protagonistas como de sus actores secundarios. Héctor Bidonde, en su primer protagónico en el cine, consigue dotar a su personaje de realismo y atrae las simpatías del público hacia él.

Tadeusz es un anciano nonagenario, judío polaco inmigrante en Argentina tras participar en la Guerra Civil española en el bando republicano, trabajador jubilado del subterráneo (metro) de Buenos Aires y reconocido maestro de ajedrez. Sufre achaques propios de la edad  por lo que debe tomar unas pastillas que afectan su virilidad y su memoria. Tadeusz no está dispuesto a resignar ninguna de sus capacidades en pos de una vida más larga.

Durante el devenir cotidiano de Tadeusz, le veremos deambulando por las estaciones del subterráneo de Buenos Aires. Pasó gran parte de su vida en ese lugar, durante su construcción y después como operario, y es de ahí de donde provienen la mayoría de sus amistades y hasta la familia que se supo conseguir, adoptando como sobrino al hijo huérfano de un compañero.

Cada día con más frecuencia, los recuerdos del pasado lejano acompañan al anciano y no se resigna a perderlos a causa de una medicación que le promete una vida más larga pero menos plena. Es a través de los flashbacks que registran esas ensoñaciones que el director y guionista nos muestra la vida de Don Tadeo.

Magnone se anima a hablar de algunos tabúes como la sexualidad en la vejez y el derecho a elegir vivir los últimos tiempos con más lucidez oponiéndose a un sistema de salud que se conforma con alargar la vida sin tener en cuenta la calidad de la misma. Lo hace recurriendo al humor y a la picardía, sobre todo de sus personajes principales.

Entre las buenas actuaciones del elenco, cabe destacar la escena entre Tadeo y su amigo Domingo (Miguel Ángel Solá), así como la participación de Lidia Catalano  interpretando a la "amigovia" del protagonista, anciana encantadora y tan llena de vida como él.
 
En un mundo que venera la juventud y en el que la vejez es tabú por muchos motivos, resulta osado realizar un film con un nonagenario como protagonista y el final de la vida como tema central.

El autor sale más que airoso del intento gracias principalmente a  las actuaciones que consigue de sus actores, que llegan al público a través de la humanidad y realismo de que imbuyen a los personajes. Equilibra el drama de la vida del protagonista -que vivió pérdidas importantes y desarraigo- con la actitud jocosa y el deseo de mantener la pasión por todo lo que se hace. Se anima a mostrar a un personaje que elige vivir en lugar de durar y consigue llegar al corazón del espectador.

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