Crítica: "Algunas chicas"... con aburrimiento contagioso
- por © NOTICINE.com
Por Edurne Sarriegui
“Algunas chicas”, tercer largometraje del argentino Santiago Palavecino, tiene finalmente su estreno comercial tras haber pasado por el BAFICI en el año 2014. El realizador y guionista se basa muy libremente en la novela “Entre mujeres solas” del italiano Cesare Pavese para contar una historia de mujeres sin esperanza, enredadas en conflictos que nunca se terminan de conocer ni de precisar, sumidas en un mundo propio donde la ensoñación y la realidad no definen sus límites.
Celina (Cecilia Rainero) es una cirujana que vive en la ciudad y visita a una amiga para pasar una temporada con ella en el campo. Delfina (Agustina Liendo), amiga de Celina desde sus tiempos de estudiantes, se casó con un viudo y se instaló con él y su hija Paula (Agostina López), una adolescente, en un pequeño pueblo en el que no parece haber mucho para hacer. Pronto se hace evidente que hay algo problemático en el comportamiento de Paula y la situación se enrarece con la aparición de Nené (Ailín Salas) y María (Agustina Muñoz), amigas de Paula que incorporan a Celina a su grupo.
Pero Paula no es la única chica con problemas de esta historia. María, divorciada y joven heredera, está en una permanente búsqueda de emociones fuertes, Nené vive un mundo de ensoñaciones y esoterismo, y Celina demuestra que no está ahí buscando un cambio de aires sino en plena huida de una existencia plagada de conflictos que no puede resolver.
Delfina por su parte, si bien está un tanto desplazada de la narración central, también hace patentes sus dificultades para enfrentar la vida en un pueblo chico donde se sabe a la vista de todos y la condición de su hijastra atraviesa su vida matrimonial.
Los hombres en esta historia son personajes secundarios. Las mujeres son el centro de una trama permanentemente dirigida hacia la tragedia que amenaza con desencadenarse en cualquier momento.
El punto más fuerte de la cinta son las imágenes que logran crear el misterio gracias a escenas oníricas, paisajes cambiantes a través de las ventanas y un ambiente opresivo aún en los espacios abiertos. Todo esto condice con la situación límite de las protagonistas que siempre se encuentran al borde del abismo.
Pero “Algunas chicas” no consigue mantener el interés por el porvenir de estas mujeres. Hay demasiados elementos dando vueltas, los conflictos nunca se terminan de definir y el hastío de sus protagonistas termina por contagiar al espectador. Al final, el tedio y el desinterés terminan por ganar la partida.
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“Algunas chicas”, tercer largometraje del argentino Santiago Palavecino, tiene finalmente su estreno comercial tras haber pasado por el BAFICI en el año 2014. El realizador y guionista se basa muy libremente en la novela “Entre mujeres solas” del italiano Cesare Pavese para contar una historia de mujeres sin esperanza, enredadas en conflictos que nunca se terminan de conocer ni de precisar, sumidas en un mundo propio donde la ensoñación y la realidad no definen sus límites.
Celina (Cecilia Rainero) es una cirujana que vive en la ciudad y visita a una amiga para pasar una temporada con ella en el campo. Delfina (Agustina Liendo), amiga de Celina desde sus tiempos de estudiantes, se casó con un viudo y se instaló con él y su hija Paula (Agostina López), una adolescente, en un pequeño pueblo en el que no parece haber mucho para hacer. Pronto se hace evidente que hay algo problemático en el comportamiento de Paula y la situación se enrarece con la aparición de Nené (Ailín Salas) y María (Agustina Muñoz), amigas de Paula que incorporan a Celina a su grupo.
Pero Paula no es la única chica con problemas de esta historia. María, divorciada y joven heredera, está en una permanente búsqueda de emociones fuertes, Nené vive un mundo de ensoñaciones y esoterismo, y Celina demuestra que no está ahí buscando un cambio de aires sino en plena huida de una existencia plagada de conflictos que no puede resolver.
Delfina por su parte, si bien está un tanto desplazada de la narración central, también hace patentes sus dificultades para enfrentar la vida en un pueblo chico donde se sabe a la vista de todos y la condición de su hijastra atraviesa su vida matrimonial.
Los hombres en esta historia son personajes secundarios. Las mujeres son el centro de una trama permanentemente dirigida hacia la tragedia que amenaza con desencadenarse en cualquier momento.
El punto más fuerte de la cinta son las imágenes que logran crear el misterio gracias a escenas oníricas, paisajes cambiantes a través de las ventanas y un ambiente opresivo aún en los espacios abiertos. Todo esto condice con la situación límite de las protagonistas que siempre se encuentran al borde del abismo.
Pero “Algunas chicas” no consigue mantener el interés por el porvenir de estas mujeres. Hay demasiados elementos dando vueltas, los conflictos nunca se terminan de definir y el hastío de sus protagonistas termina por contagiar al espectador. Al final, el tedio y el desinterés terminan por ganar la partida.
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