Crítica: "Rumbos", desamores cruzados
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Por Eduardo Larrocha
"Rumbos" comienza con un diálogo tan auténtico como patético de una pareja dispuesta a convivir. Ella es una renovada Pilar López de Ayala que no sale de su asombro ante el cinismo y descaro emocional de su novio para darle la vuelta al proyecto de vida en común. Un comienzo con nervio, antes de los títulos de crédito, en el interior de un coche que continúa cuando la chica se sube a un taxi. El conductor es Karra Elejalde más seguro de sí mismo de lo que su realidad le brinda. Los noventa minutos de esa noche navegando calles y avenidas de Barcelona transcurren en tiempo real. Los personajes que habitan esa ciudad moderna y desamparada creen ser dueños de sus sentimientos pero son más bien sus esclavos.
En la trayectoria cinematográfica de Manuela Burló Moreno, la directora de "Rumbos", hay caminos paralelos y convergentes como los de las historias que se cruzan en su segundo largometraje, un año después de estrenar "Cómo sobrevivir a una despedida". Además, en esta ocasión, la cineasta murciana también ha escrito el guión.
Con "Rumbos" da un paso más allá en temática y forma a esos cortos que comenzó dirigiendo en 2008. Entre ellos "Quiero estar el resto de mi vida contigo", al que siguieron "Camas", "Pipas" y "Lo sé". Manuela Burló parece tener como referente en esta producción española el método Robert Altman para cruzar vidas, ignorantes sus personajes de que llegarán a encontrarse. El espectador, sin embargo, sabe enseguida por dónde van los encuentros y desencuentros de unos personajes que hablan distintos lenguajes porque distintas son sus vidas y sus amores.
La radio que escuchamos desde automóviles de distintas gamas y colores envuelve la atmósfera con la voz de una locutora consejera y todo oídos. En la pantalla escuchamos lo que cuentan los personajes en unos diálogos a veces ingeniosos a veces manidos. Es el reflejo de historias conocidas y similares a otras que ya hemos visto en el cine. Como la reciente de los dos jóvenes, uno bobo gordito, el otro listillo un poco chulo de "A cambio de nada", el Goya de Daniel Guzmán.
Ernesto Alterio, Carmen Machi, Nora Navas interpretan buenos papeles en esta comedia coral en formato road movie urbana que entretiene sin más pretensiones, aunque algunas veces los diálogos o las íntimas verdades que cuentan de sí mismos los personajes no llegan a captar el interés del espectador.
La película compitió sin éxito por la biznaga en la última edición del Festival de cine español de Málaga y llega ahora a las carteleras con el sabor agridulce de las mejores intenciones que no llegan a cumplirse del todo. Está bien rodada, la fotografía y la música bien elegidas, además del buen trabajo de Manuela Burló como directora de actores. "Rumbos" se puede ver, entretenerse y hasta disfrutar sin esperar demasiado.
"Rumbos" comienza con un diálogo tan auténtico como patético de una pareja dispuesta a convivir. Ella es una renovada Pilar López de Ayala que no sale de su asombro ante el cinismo y descaro emocional de su novio para darle la vuelta al proyecto de vida en común. Un comienzo con nervio, antes de los títulos de crédito, en el interior de un coche que continúa cuando la chica se sube a un taxi. El conductor es Karra Elejalde más seguro de sí mismo de lo que su realidad le brinda. Los noventa minutos de esa noche navegando calles y avenidas de Barcelona transcurren en tiempo real. Los personajes que habitan esa ciudad moderna y desamparada creen ser dueños de sus sentimientos pero son más bien sus esclavos.
En la trayectoria cinematográfica de Manuela Burló Moreno, la directora de "Rumbos", hay caminos paralelos y convergentes como los de las historias que se cruzan en su segundo largometraje, un año después de estrenar "Cómo sobrevivir a una despedida". Además, en esta ocasión, la cineasta murciana también ha escrito el guión.
Con "Rumbos" da un paso más allá en temática y forma a esos cortos que comenzó dirigiendo en 2008. Entre ellos "Quiero estar el resto de mi vida contigo", al que siguieron "Camas", "Pipas" y "Lo sé". Manuela Burló parece tener como referente en esta producción española el método Robert Altman para cruzar vidas, ignorantes sus personajes de que llegarán a encontrarse. El espectador, sin embargo, sabe enseguida por dónde van los encuentros y desencuentros de unos personajes que hablan distintos lenguajes porque distintas son sus vidas y sus amores.
La radio que escuchamos desde automóviles de distintas gamas y colores envuelve la atmósfera con la voz de una locutora consejera y todo oídos. En la pantalla escuchamos lo que cuentan los personajes en unos diálogos a veces ingeniosos a veces manidos. Es el reflejo de historias conocidas y similares a otras que ya hemos visto en el cine. Como la reciente de los dos jóvenes, uno bobo gordito, el otro listillo un poco chulo de "A cambio de nada", el Goya de Daniel Guzmán.
Ernesto Alterio, Carmen Machi, Nora Navas interpretan buenos papeles en esta comedia coral en formato road movie urbana que entretiene sin más pretensiones, aunque algunas veces los diálogos o las íntimas verdades que cuentan de sí mismos los personajes no llegan a captar el interés del espectador.
La película compitió sin éxito por la biznaga en la última edición del Festival de cine español de Málaga y llega ahora a las carteleras con el sabor agridulce de las mejores intenciones que no llegan a cumplirse del todo. Está bien rodada, la fotografía y la música bien elegidas, además del buen trabajo de Manuela Burló como directora de actores. "Rumbos" se puede ver, entretenerse y hasta disfrutar sin esperar demasiado.