Crítica: "Orbita 9", thriller futurista perecedero
- por © NOTICINE.com
Por Cristian Rodríguez
El guionista y cineasta salmantino Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla estrena este próximo 7 de abril en España su ópera prima como director, el thriller futurista "Orbita 9", en el que además vuelve a coincidir con la madrileña Clara Lago, con la que ya trabajó anteriormente en "La cara oculta", en aquella ocasión como guionista.
"Orbita 9" es una película de ciencia ficción en la que nada es lo que parece -o al menos lo intenta-. La historia se centra en Helena (Clara Lago), una joven que lleva preparándose para una misión de supervivencia desde que nació. Ella no lo sabe, pero forma parte de un ensayo científico de gran envergadura. Su destino cambiará por completo cuando Alex (Alex González) se cruce en su vida y le haga descubrir una nueva realidad totalmente inimaginable hasta ahora para ella. La historia de amor que se desarrollará entre ambos pondrá en peligro un experimento de vital importancia para toda la humanidad.
Uno de los principales inconvenientes de esta cinta es su escasa introducción, en la que predomina un excesivo e innecesario apresuramiento en la presentación del personaje de Helena, cuando esto debería ser uno de los puntos más fuertes del metraje, pues se trata de un momento en el que se explica cómo y por qué se ha llegado a su extravagante situación. Por suerte, Khraiche logra subsanar este error de guión con maestría gracias a un desarrollo mucho más completo en el que historia y personajes comienzan a formar un conglomerado que poco a poco va encaminando al espectador hacia un universo de sensaciones encontradas. Sin embargo, de ahí en adelante, el director salmantino comienza a jugar con un caramelo envenenado: los giros de guión. Se producen varios importantes durante el film, pero el hecho de emplear algunas incoherencias para llevarlos a cabo y alcanzar con ello el clímax, hace que la historia decaiga y resulte aún más inverosímil -que no mediocre- que al principio.
El elenco cumple con creces -cada uno en su papel- prácticamente en su totalidad. Clara Lago mantiene el nivel al que nos tiene acostumbrados y no decepciona, logrando transmitir cada una de las emociones por las que atraviesa su personaje. En contrapunto, Álex González flojea con respecto a sus compañeros de reparto y no destaca con su interpretación, acompañándola de una gestualidad bastante inerte y una dicción que deja mucho que desear en algunos momentos del largometraje. Belén Rueda, por su parte, llena la pantalla durante cada una de sus apariciones que, por desgracia, se limitan a tres o cuatro escenas.
El colombiano Andrés Parra, villano de la película, sorprende con una más que notable actuación, sobre todo para la audiencia que no le había visto trabajar hasta ahora, y que tras verle en acción deseará disfrutar de su talento en otros proyectos.
La fotografía también se convierte en un acierto gracias a la utilización de planos más oscuros, ya sea en la nave de simulación, en el interior de los laboratorios o en la calidez de la noche, aportando un punto necesario de madurez a la cinta que además es secundado de manera óptima por una sólida banda sonora.
"Orbita 9" no es -ni mucho menos- una obra de arte, y su recuerdo tampoco perdurará a lo largo de los años, pero sí es una eficiente herramienta de entretenimiento que cumple con creces su premisa: que el espectador esté distraído durante 90 minutos.
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El guionista y cineasta salmantino Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla estrena este próximo 7 de abril en España su ópera prima como director, el thriller futurista "Orbita 9", en el que además vuelve a coincidir con la madrileña Clara Lago, con la que ya trabajó anteriormente en "La cara oculta", en aquella ocasión como guionista.
"Orbita 9" es una película de ciencia ficción en la que nada es lo que parece -o al menos lo intenta-. La historia se centra en Helena (Clara Lago), una joven que lleva preparándose para una misión de supervivencia desde que nació. Ella no lo sabe, pero forma parte de un ensayo científico de gran envergadura. Su destino cambiará por completo cuando Alex (Alex González) se cruce en su vida y le haga descubrir una nueva realidad totalmente inimaginable hasta ahora para ella. La historia de amor que se desarrollará entre ambos pondrá en peligro un experimento de vital importancia para toda la humanidad.
Uno de los principales inconvenientes de esta cinta es su escasa introducción, en la que predomina un excesivo e innecesario apresuramiento en la presentación del personaje de Helena, cuando esto debería ser uno de los puntos más fuertes del metraje, pues se trata de un momento en el que se explica cómo y por qué se ha llegado a su extravagante situación. Por suerte, Khraiche logra subsanar este error de guión con maestría gracias a un desarrollo mucho más completo en el que historia y personajes comienzan a formar un conglomerado que poco a poco va encaminando al espectador hacia un universo de sensaciones encontradas. Sin embargo, de ahí en adelante, el director salmantino comienza a jugar con un caramelo envenenado: los giros de guión. Se producen varios importantes durante el film, pero el hecho de emplear algunas incoherencias para llevarlos a cabo y alcanzar con ello el clímax, hace que la historia decaiga y resulte aún más inverosímil -que no mediocre- que al principio.
El elenco cumple con creces -cada uno en su papel- prácticamente en su totalidad. Clara Lago mantiene el nivel al que nos tiene acostumbrados y no decepciona, logrando transmitir cada una de las emociones por las que atraviesa su personaje. En contrapunto, Álex González flojea con respecto a sus compañeros de reparto y no destaca con su interpretación, acompañándola de una gestualidad bastante inerte y una dicción que deja mucho que desear en algunos momentos del largometraje. Belén Rueda, por su parte, llena la pantalla durante cada una de sus apariciones que, por desgracia, se limitan a tres o cuatro escenas.
El colombiano Andrés Parra, villano de la película, sorprende con una más que notable actuación, sobre todo para la audiencia que no le había visto trabajar hasta ahora, y que tras verle en acción deseará disfrutar de su talento en otros proyectos.
La fotografía también se convierte en un acierto gracias a la utilización de planos más oscuros, ya sea en la nave de simulación, en el interior de los laboratorios o en la calidez de la noche, aportando un punto necesario de madurez a la cinta que además es secundado de manera óptima por una sólida banda sonora.
"Orbita 9" no es -ni mucho menos- una obra de arte, y su recuerdo tampoco perdurará a lo largo de los años, pero sí es una eficiente herramienta de entretenimiento que cumple con creces su premisa: que el espectador esté distraído durante 90 minutos.
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