Crítica: "Yuli", bailar, sufrir, triunfar

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"Yuli"
Por Eduardo Larrocha   

"Yuli" sigue los pasos de vida y baile de Carlos Acosta, bailarín cubano que llegó a ser primera figura nada menos que del Royal Ballet de Londres. Conocemos a este artista que intentó resistirse a las presiones de su padre insistiendo en que se dedicara a la danza. Justo lo contrario de Billy Elliot el personaje de ficción que imaginó Stephen Daldry. Vemos al pequeño Carlos frente al espejo dando sus primeros pasos de baile rodeado de jóvenes bailarinas apoyadas en la barras. En la sala contigua el padre mira sus movimientos con ansiosa expectación.
   
Paul Laverty firma el guión de "Yuli" a partir de "No way home" (Sin mirar atrás) la autobiografía escrita por al artista en un momento depresivo de su estancia triunfal en la capital británica. El relato cinematográfico que dirige Iciar Bollaín, a partir del trabajo de su ya guionista habitual, se desarrolla en distintos planos temporales: la infancia junto a padres y hermanos en un barrio humilde de la Habana, al que seguirán momentos de abandono y soledad en otros rincones de la isla caribeña. Luego llega la salida al mundo, con la amarga decisión de alejarse de los suyos para alcanzar el éxito. Otro tiempo viene marcado sobre el escenario por unas coreografías, planificadas por María Rovira y por el propio bailarín, como espejo artístico de su trayectoria vital y que en la película representa la compañía Carlos Acosta.
    
En el salto atrás a la infancia, a Yuli de niño le da vida Edison Manuel Olvera al que conocemos en el barrio de Los Pinos donde adopta el apodo que da nombre a esta biopic. Lucha y se resiste frente a la imposición de su padre que le obliga a asistir a clases de ballet, convencido de que su hijo es un artista superdotado. El pequeño prefería el break dance callejero, pero talento obliga y el conservatorio de la Habana le abre sus puertas. Kevin Martínez se convierte poco después en el "alter ego" del artista hasta alcanzar la cima en el mundo del ballet. En pantalla aparece el propio Carlos Acosta ensimismado ante el espectáculo de su propia vida en la que eligió, con harto sufrimiento, seguir el deseo de triunfo marcado por su padre. Hijo de un camionero, descendiente de esclavos, llega a ser el primer Romeo de color conquistando sobre el escenario del Royal Albert Hall a Julieta enamorada. Como ha dicho el bailarín, con el don se nace, el triunfo es sufrimiento.  
      
"Yuli" se estrenó en el último Festival Internacional de cine de San Sebastián. En el Palmarés de este certamen Paul Laverty conseguía la Concha de Plata al mejor guión. Esta coproducción de España, Reino Unido y Cuba ha sido también muy aclamada en la 40 edición del Festival de Nuevo cine Latinoamericano de La Habana que se está celebrando desde el 6 de Diciembre. Allí se proyectaba el pasado fin semana. La expectación era tan grande que numeroso público se quedó fuera del Teatro Karl Marx ansioso por ver a su héroe en la gran pantalla. Al fin y al cabo el bailarín cubano es uno de los suyos y representa el éxito alcanzado con gran esfuerzo corporal y renuncias emocionales. El domingo sabremos si, como ha dicho la crítica acreditada del Festival, consigue alguno de los galardones a los que aspira. Esta misma semana Carlos Acosta ha sido nominado al Goya como mejor actor revelación por interpretarse a sí mismo en "Yuli". Los degustadores de biopics disfrutarán de esta película que llega a las salas comerciales españolas después de conquistar el corazón de los cubanos.

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