Crítica: "Blindado", la fuerza de un destino sobre ruedas
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Por Edurne Sarriegui
El argentino Eduardo Meneghelli, con una extensa carrera teatral a sus espaldas, parece haberle tomado gusto al cine. Su ópera prima “Román” llegó a las pantallas hace apenas un año, el pasado mes de noviembre lo hizo “Ruleta rusa” y ahora estrena su tercer trabajo, “Blindado”, que tiene como protagonista, como sus anteriores trabajos, al venezolano afincado en Argentina Gabriel Peralta.
El guion de Leonel D´Agostino, gira alrededor del drama personal de Omar Luna (Gabriel Peralta) que vive un duelo después de una tragedia. Deprimido y atenazado por la culpa, Omar está de baja en su trabajo como conductor de una camioneta blindada de transporte de caudales. Solitario y medicado, pasa sus días escuchando las predicaciones de pastores evangélicos en la radio. En la soledad, el cuadro de Omar se agrava pero, a pesar de ello o tal vez para contrarrestarlo, decide volver a trabajar.
El reencuentro con sus compañeros de trabajo redefine el entorno del protagonista. Enajenado por la culpa y en medio de un delirio místico, cree alcanzar la redención salvando de la violencia doméstica a una compañera de trabajo (la brasileña Aline Jones). Sin embargo, sus acciones tomarán un rumbo inexorablemente trágico sin que sus amigos lleguen a percibir el grave trastorno de Omar.
Esta cinta tiene como punto central a su protagonista. Sin coprotagonista a la vista pero arropado por una serie de personajes secundarios que interpretan con altura al resto de la tripulación del camión (Luciano Cáceres, Gonzalo Urtizberea, Luis Ziembrosky, Esteban Menis), la única línea narrativa desarrolla el personaje de Peralta, reconcentrado e inexpresivo, que no deja traslucir a sus compañeros que está punto de traspasar los límites. Los únicos personajes que protagonizan diálogos vivaces son precisamente los secundarios, antagonizando de este modo la parquedad de Luna.
El realizador echa mano de recursos como la música, los lugares despoblados y los personajes reducidos a los indispensables, tal vez para reflejar el auto-destierro del protagonista, un blindaje psicológico conducido por el dolor, la culpa y el delirio mesiánico.
“Blindado”, lejos de la acción que su título pueda sugerir, es el retrato de un disturbio interno y personal que en algunos momentos puede llegar a resultar moroso, concentrado en el aislamiento y la obsesión de su protagonista.
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El argentino Eduardo Meneghelli, con una extensa carrera teatral a sus espaldas, parece haberle tomado gusto al cine. Su ópera prima “Román” llegó a las pantallas hace apenas un año, el pasado mes de noviembre lo hizo “Ruleta rusa” y ahora estrena su tercer trabajo, “Blindado”, que tiene como protagonista, como sus anteriores trabajos, al venezolano afincado en Argentina Gabriel Peralta.
El guion de Leonel D´Agostino, gira alrededor del drama personal de Omar Luna (Gabriel Peralta) que vive un duelo después de una tragedia. Deprimido y atenazado por la culpa, Omar está de baja en su trabajo como conductor de una camioneta blindada de transporte de caudales. Solitario y medicado, pasa sus días escuchando las predicaciones de pastores evangélicos en la radio. En la soledad, el cuadro de Omar se agrava pero, a pesar de ello o tal vez para contrarrestarlo, decide volver a trabajar.
El reencuentro con sus compañeros de trabajo redefine el entorno del protagonista. Enajenado por la culpa y en medio de un delirio místico, cree alcanzar la redención salvando de la violencia doméstica a una compañera de trabajo (la brasileña Aline Jones). Sin embargo, sus acciones tomarán un rumbo inexorablemente trágico sin que sus amigos lleguen a percibir el grave trastorno de Omar.
Esta cinta tiene como punto central a su protagonista. Sin coprotagonista a la vista pero arropado por una serie de personajes secundarios que interpretan con altura al resto de la tripulación del camión (Luciano Cáceres, Gonzalo Urtizberea, Luis Ziembrosky, Esteban Menis), la única línea narrativa desarrolla el personaje de Peralta, reconcentrado e inexpresivo, que no deja traslucir a sus compañeros que está punto de traspasar los límites. Los únicos personajes que protagonizan diálogos vivaces son precisamente los secundarios, antagonizando de este modo la parquedad de Luna.
El realizador echa mano de recursos como la música, los lugares despoblados y los personajes reducidos a los indispensables, tal vez para reflejar el auto-destierro del protagonista, un blindaje psicológico conducido por el dolor, la culpa y el delirio mesiánico.
“Blindado”, lejos de la acción que su título pueda sugerir, es el retrato de un disturbio interno y personal que en algunos momentos puede llegar a resultar moroso, concentrado en el aislamiento y la obsesión de su protagonista.
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