Crítica: "Cara Sucia: Con la magia de la naturaleza", solvente ecologismo familiar

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"Cara Sucia: Con la magia de la naturaleza"
"Cara Sucia: Con la magia de la naturaleza"
Por Edurne Sarriegui    

Gastón Gularte, rosarino establecido en Misiones, provincia situada en el norte de Argentina, muestra una clara preferencia por  realizar un cine de sabor local. Después de su opera prima "Detrás del sol, más cielo" (2007) estrena ahora su segunda obra, "Cara sucia: con la magia de la naturaleza" (2019).

En este caso, el autor escribe y dirige una película para niños que mezcla la fantasía y la realidad, así como las actuaciones de actores reales y la animación.

Esta coproducción argentina, española y suiza tuvo una dilatada postproducción. Filmada en el año 2011, llega a las pantallas comerciales tras un largo proceso durante el cual se agregaron las escenas de animación que recrean la flora y la fauna autóctonas.

Mariel o Cara Sucia como le dicen los que la conocen (Isabella Caminos Bragatto) es una niña que vive en un poblado misionero en estrecho contacto con la naturaleza. Su padre y sus vecinos trabajan en el campo y la tranquilidad habitual y la vida simple se verán conmovida por la llegada de una empresa dispuesta a arrasar con la selva local para vender la madera de los antiquísimos árboles de la zona.
 
Mientras los padres están seducidos por las promesas de bienestar y progreso que traerá la industria maderera, los niños se dan cuenta de que sobre ellos recae la responsabilidad de proteger y salvar su entorno que además es el hábitat de numerosos animales con los que juegan a diario.

Gularte se arriesga a trabajar con niños no actores, balanceando con actores profesionales que interpretan a los personajes adultos. Así, aparecen en escena la española Ana Fernández, el uruguayo Rubén Rada (poniendo voz y música en la animación), Gustavo Garzón, Iván Moschner y Laura Novoa. Esta última interpreta a la ingeniera líder de la empresa, una sobreactuada villana de cuento infantil, inspirada en el estilo de Cruella de Vil ("101 dálmatas") a la que recuerda en su tono, vestimenta y actitud.

"Cara Sucia: con la magia de la naturaleza" transmite su mensaje ecológico y algo más. Pone el cuerpo para generar un cine local que, lejos de los recursos de las grandes producciones, se esfuerza para presentar un producto digno que además refleja gustos e historias y tradiciones propias.

Su historia simple y lineal tiene lugar para la aventura y la magia, que atraen a su público infantil mientras que la parte animada de la cinta interpreta bellamente el entorno natural de la selva.

A pesar de las limitaciones y falencias que conlleva una empresa de esta envergadura cuando se hace lejos de los grandes canales de producción, se puede apreciar en ella el trabajo cuidadoso y detallista que refleja la idiosincrasia y la cosmovisión de sus personajes, autor y producción.

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