Crítica: "El agente topo", espía a su pesar
- por © NOTICINE.com
Por Eduardo Larrocha
"El agente topo", dirigida por la chilena Maite Alberdi, tiene como protagonista a Sergio, un venerable señor de más de ochenta años a quien contrata la agencia de detectives de Rómulo Aitken. Recientemente viudo y en busca de una nueva vida, Sergio se convierte en infiltrado en una residencia de ancianos. Su misión inicial es indagar en la hipotética desatención de una residente. La hija de esta anciana teme que su madre esté recibiendo malos tratos o, por lo menos, que no le den la adecuada atención que por su estado de salud-vive casi ausente - debía corresponderle.
Tanto el infiltrado, su jefe, como los residentes y su equipo de sanitarios y cuidadores hablan y actúan con su propio nombre y con la verdad de su propia voz.
"El agente topo" empieza siendo un documental de observación y serie negra para convertirse en una especie de relato intimista con toques de comedia sobre la soledad, el aislamiento y segregación de las personas mayores que como mucho tienen una pensión para sobrevivir pero que se quedan fuera de la sociedad. La transformación del guión original en otra manera de construir el relato se adapta al proceso personal que sigue Sergio Chamy.
A partir de un momento, el agente infiltrado deja de lado su misión y se siente más interesado en los afectos que surgen de la relación emocional con los residentes del Hogar de San Francisco en la Región Metropolitana de Santiago de Chile.
A lo largo de noventa minutos, Sergio se va dando cuenta de que el problema no está dentro del equipo de la residencia sino en las propias familias que aparcan afectivamente a sus ancianos. En el centro residencial, los ancianos se iluminan cuando se les da la oportunidad de mostrar su verdad y sus emociones. Asistimos como espectadores a fiestas, cumpleaños, aniversarios, y también al dolor de las pérdidas y la mala salud de algunos cuerpos maltrechos por la enfermedad y los años de vida.
Hay también en "El agente topo" cine dentro del cine cuando en un determinado momento vemos las cámaras que ruedan escenas de realidad cotidiana. Esa secuencia cambiará el sentido de este documental con toques de película de detectives y no pocas escenas de comedia. Estamos ante una película que trasciende los géneros –del negro, a la comedia, pasando por el documental realista- por los que transita de una manera inteligente y amena a la vez que denuncia una realidad que no se circunscribe a la geografía chilena en la que está ubicada. Podríamos generalizar su denuncia en la distópica sociedad contemporánea en la que a ellos y a nosotros nos toca vivir.
Desde su estreno mundial en el Festival de Sundance el año pasado esta coproducción chileno-española se ha llevado el Premio del Público en el Festival de San Sebastián y ha estado nominada en los últimos Premios Goya. Con las risas y llantos que ha despertado en el público desde mediados de 2020, El Agente Topo es la única candidata en lengua española al Oscar, en este caso al Mejor Documental. Sin embargo no ha conseguido situarse en el apartado de Mejor Película Internacional a la que también aspiraba.
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"El agente topo", dirigida por la chilena Maite Alberdi, tiene como protagonista a Sergio, un venerable señor de más de ochenta años a quien contrata la agencia de detectives de Rómulo Aitken. Recientemente viudo y en busca de una nueva vida, Sergio se convierte en infiltrado en una residencia de ancianos. Su misión inicial es indagar en la hipotética desatención de una residente. La hija de esta anciana teme que su madre esté recibiendo malos tratos o, por lo menos, que no le den la adecuada atención que por su estado de salud-vive casi ausente - debía corresponderle.
Tanto el infiltrado, su jefe, como los residentes y su equipo de sanitarios y cuidadores hablan y actúan con su propio nombre y con la verdad de su propia voz.
"El agente topo" empieza siendo un documental de observación y serie negra para convertirse en una especie de relato intimista con toques de comedia sobre la soledad, el aislamiento y segregación de las personas mayores que como mucho tienen una pensión para sobrevivir pero que se quedan fuera de la sociedad. La transformación del guión original en otra manera de construir el relato se adapta al proceso personal que sigue Sergio Chamy.
A partir de un momento, el agente infiltrado deja de lado su misión y se siente más interesado en los afectos que surgen de la relación emocional con los residentes del Hogar de San Francisco en la Región Metropolitana de Santiago de Chile.
A lo largo de noventa minutos, Sergio se va dando cuenta de que el problema no está dentro del equipo de la residencia sino en las propias familias que aparcan afectivamente a sus ancianos. En el centro residencial, los ancianos se iluminan cuando se les da la oportunidad de mostrar su verdad y sus emociones. Asistimos como espectadores a fiestas, cumpleaños, aniversarios, y también al dolor de las pérdidas y la mala salud de algunos cuerpos maltrechos por la enfermedad y los años de vida.
Hay también en "El agente topo" cine dentro del cine cuando en un determinado momento vemos las cámaras que ruedan escenas de realidad cotidiana. Esa secuencia cambiará el sentido de este documental con toques de película de detectives y no pocas escenas de comedia. Estamos ante una película que trasciende los géneros –del negro, a la comedia, pasando por el documental realista- por los que transita de una manera inteligente y amena a la vez que denuncia una realidad que no se circunscribe a la geografía chilena en la que está ubicada. Podríamos generalizar su denuncia en la distópica sociedad contemporánea en la que a ellos y a nosotros nos toca vivir.
Desde su estreno mundial en el Festival de Sundance el año pasado esta coproducción chileno-española se ha llevado el Premio del Público en el Festival de San Sebastián y ha estado nominada en los últimos Premios Goya. Con las risas y llantos que ha despertado en el público desde mediados de 2020, El Agente Topo es la única candidata en lengua española al Oscar, en este caso al Mejor Documental. Sin embargo no ha conseguido situarse en el apartado de Mejor Película Internacional a la que también aspiraba.
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