Crítica: "Emergency Exit", viaje con estrellas a ninguna parte
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Por Miguel Castelo
Persona culta e inteligente y socialmente muy bien relacionada, condición esta última sumamente importante a la hora de llevar a buen puerto los proyectos, en este caso cinematográficos -de que estos pasen del papel y se conviertan en gozosa realidad-, Lluís Miñarro, productor, guionista y director, viene dedicándose a la aventura estrictamente cinematográfica desde 1996. Isabel Coixet, Marc Recha, Albert Serra, iniciaron su andadura bajo su protector manto de productor, y a otros ya de renombre como Manuel de Oliveira, Apichatpong Weerasethakul, Naomi Kawase, José Luis Guerín o Lisandro Alonso, no desdeñó sabiendo que, más allá de la valía de sus propuestas, junto a ellos su prestigio se vería incrementado. De una u otra manera, Miñarro apostó siempre por un cine fuera de lo convencional, transgresor, con vocación artística y al margen de la gran industria, decisión que le mereció bajos ingresos en taquilla y múltiples reconocimientos internacionales. En esta misma línea de trabajo, ha venido orientando su trayectoria como director. Tras su primera, "Familystrip", y las posteriores "Blow Horn", "Stella cadente", "Love Me Not", finaliza en el presente año "Emergency Exit", la cual tras su paso por los festivales de Tallin, Mar del Plata y Gijón, ha llegado ahora a las pantallas españolas.
En la estación de una gran e innominada ciudad, un heterogéneo grupo de pasajeros accede al autobús número 8. Con un extraño conductor al frente, el vehículo se pone en marcha e inicia su rumbo a un destino de nombre Circunvalación.
A partir de aquí, todo quedará fuera de la convención del normativo marco temporal. Sujetos a esta condición, los viajeros, hombres y mujeres, a los que el destino ha reunido en tal circunstancia, conversan en los distintos asientos, interactuando puntualmente entre ellos. Catorce pasajeros diversos, suspendidos en el tiempo, con sus personales cuitas y diferentes preocupaciones. Personajes (tal vez sería más correcto decir "tipos"), en su mayoría ajenos los unos a los otros, con sus particulares obsesiones, en tránsito a ninguna parte o, tal vez, cada cual a su propio destino vital y encuentro consigo mismo, lo que equivale a decir hacia la derrota final.
Así, bajo los nombres de Asunción y Brigitte, las actrices Myriam Mezieres y Arielle Dombasle, se ríen de lo divino y lo humano y componen una simpática pareja de adorables e inteligentes chismosas en una más que graciosa escena de autorreferencias a algunos de los cometidos desempeñados bajo la dirección de sus respectivos y principales directores, Tanner y Rohmer. Por su parte, una diva del teatro discute con su representante, que al ser también su marido añade dimensiones nuevas al debate, escena que representan Lu Colomina y Francesc Orella. Albert Pla defiende el rol del director cinematográfico indeciblemente harto que se pelea con un guión que le ha sido encargado a destajo. Y Oriol Pla, corporeiza la figura de un sacerdote atormentado por la pulsión del sexo. Naomi Kawase es una antropóloga japonesa autora de la recuperación de canciones de cuna del mundo, que recita desde el ensimismamiento. Aida Folch y Laia Brugarolas encarnan la discusión de un ama de casa con su hija, tan deprimida y amargada la primera como aguda y perversa la segunda. Gonzalo Cunill da vida un singular representante comercial cuya única mercancía son clavos oxidados. Una doctora, que encarna Emma Suárez, considera sus destrezas de su especialidad de ginecóloga. Y Marisa Paredes, en un rol autointerpretativo, asume la función más analítica y reflexiva en torno a algunas de las principales cuestiones objeto de preocupación de la condición humana, que así mismo sobrevuelan el propio filme; consideraciones que también lleva a cabo por medio de una emotiva evocación a través de fotografías y objetos vinculados con el oficio que la llevó a lugares, trabajos y relaciones personales que enriquecieron culturalmente su vida. Del misterioso conductor, que por su atavío, remite a la Parca, se ocupa Miquel Barberà. Finalmente, parte de esta heterogénea nómina de tipologías humanas se vé concernida por un hermoso y ubicuo ser que, encarnado en el agraciado físico de Jhonattan Burjack, despierta a diestra y siniestra los deseos eróticos más íntimos, hasta el punto de introducirse en la profundidad de sus sueños y mantener con los soñantes tórridos y apasionados vínculos.
Y transportando a esta tribu singular se desplaza nuestro -con el deseo y la muerte, también nosotros, espectadores, somos pasajeros- vehículo circunvalante. Un incierto viaje, el de la vida, que discurre entre el sueño y la vigilia, cuyos pasajeros, si bien no lo manifestamos explícitamente, estamos sujetos a él, al punto de no poder abandonarlo; situación que nos remite a los invitados de la cena de "El ángel exterminador", analogía por la que antes, en su proceso de escritura, sin duda pasó el propio Miñarro. Y hasta, tal vez, si bien de modo un tanto diferente, no fue ajena la idea del autobús de la, así mismo buñueliana "Subida al cielo", en el que también viajan el deseo y la muerte. Hay también en esta suerte de road movie de Miñarro un tinte surrealista y no poco humor y estimulante recochineo.
En sus aspectos formales, el estatismo de la puesta en escena no lastra la eficacia de su fragmentario y nada convencional sistema narrativo, aliviado, como se ha dicho, por las salidas al exterior merced a las partes diversas del espacio onírico. Así mismo, contribuyen a la entidad de la propuesta la riqueza polifónica de las distintas lenguas utilizadas, la policromía fotográfica y el uso de indisimuladas transparencias, que aportan un plus de fantasía y acentúan el carácter simbólico y de fábula del relato.
"Emergency Exit", constituye una nueva y singular apuesta de este, no menos singular, cineasta catalán que, como Fellini, sabe bien a las claras, que "El cine no es un buen negocio, pero es la forma más elegante de no ganar dinero".
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Persona culta e inteligente y socialmente muy bien relacionada, condición esta última sumamente importante a la hora de llevar a buen puerto los proyectos, en este caso cinematográficos -de que estos pasen del papel y se conviertan en gozosa realidad-, Lluís Miñarro, productor, guionista y director, viene dedicándose a la aventura estrictamente cinematográfica desde 1996. Isabel Coixet, Marc Recha, Albert Serra, iniciaron su andadura bajo su protector manto de productor, y a otros ya de renombre como Manuel de Oliveira, Apichatpong Weerasethakul, Naomi Kawase, José Luis Guerín o Lisandro Alonso, no desdeñó sabiendo que, más allá de la valía de sus propuestas, junto a ellos su prestigio se vería incrementado. De una u otra manera, Miñarro apostó siempre por un cine fuera de lo convencional, transgresor, con vocación artística y al margen de la gran industria, decisión que le mereció bajos ingresos en taquilla y múltiples reconocimientos internacionales. En esta misma línea de trabajo, ha venido orientando su trayectoria como director. Tras su primera, "Familystrip", y las posteriores "Blow Horn", "Stella cadente", "Love Me Not", finaliza en el presente año "Emergency Exit", la cual tras su paso por los festivales de Tallin, Mar del Plata y Gijón, ha llegado ahora a las pantallas españolas.
En la estación de una gran e innominada ciudad, un heterogéneo grupo de pasajeros accede al autobús número 8. Con un extraño conductor al frente, el vehículo se pone en marcha e inicia su rumbo a un destino de nombre Circunvalación.
A partir de aquí, todo quedará fuera de la convención del normativo marco temporal. Sujetos a esta condición, los viajeros, hombres y mujeres, a los que el destino ha reunido en tal circunstancia, conversan en los distintos asientos, interactuando puntualmente entre ellos. Catorce pasajeros diversos, suspendidos en el tiempo, con sus personales cuitas y diferentes preocupaciones. Personajes (tal vez sería más correcto decir "tipos"), en su mayoría ajenos los unos a los otros, con sus particulares obsesiones, en tránsito a ninguna parte o, tal vez, cada cual a su propio destino vital y encuentro consigo mismo, lo que equivale a decir hacia la derrota final.
Así, bajo los nombres de Asunción y Brigitte, las actrices Myriam Mezieres y Arielle Dombasle, se ríen de lo divino y lo humano y componen una simpática pareja de adorables e inteligentes chismosas en una más que graciosa escena de autorreferencias a algunos de los cometidos desempeñados bajo la dirección de sus respectivos y principales directores, Tanner y Rohmer. Por su parte, una diva del teatro discute con su representante, que al ser también su marido añade dimensiones nuevas al debate, escena que representan Lu Colomina y Francesc Orella. Albert Pla defiende el rol del director cinematográfico indeciblemente harto que se pelea con un guión que le ha sido encargado a destajo. Y Oriol Pla, corporeiza la figura de un sacerdote atormentado por la pulsión del sexo. Naomi Kawase es una antropóloga japonesa autora de la recuperación de canciones de cuna del mundo, que recita desde el ensimismamiento. Aida Folch y Laia Brugarolas encarnan la discusión de un ama de casa con su hija, tan deprimida y amargada la primera como aguda y perversa la segunda. Gonzalo Cunill da vida un singular representante comercial cuya única mercancía son clavos oxidados. Una doctora, que encarna Emma Suárez, considera sus destrezas de su especialidad de ginecóloga. Y Marisa Paredes, en un rol autointerpretativo, asume la función más analítica y reflexiva en torno a algunas de las principales cuestiones objeto de preocupación de la condición humana, que así mismo sobrevuelan el propio filme; consideraciones que también lleva a cabo por medio de una emotiva evocación a través de fotografías y objetos vinculados con el oficio que la llevó a lugares, trabajos y relaciones personales que enriquecieron culturalmente su vida. Del misterioso conductor, que por su atavío, remite a la Parca, se ocupa Miquel Barberà. Finalmente, parte de esta heterogénea nómina de tipologías humanas se vé concernida por un hermoso y ubicuo ser que, encarnado en el agraciado físico de Jhonattan Burjack, despierta a diestra y siniestra los deseos eróticos más íntimos, hasta el punto de introducirse en la profundidad de sus sueños y mantener con los soñantes tórridos y apasionados vínculos.
Y transportando a esta tribu singular se desplaza nuestro -con el deseo y la muerte, también nosotros, espectadores, somos pasajeros- vehículo circunvalante. Un incierto viaje, el de la vida, que discurre entre el sueño y la vigilia, cuyos pasajeros, si bien no lo manifestamos explícitamente, estamos sujetos a él, al punto de no poder abandonarlo; situación que nos remite a los invitados de la cena de "El ángel exterminador", analogía por la que antes, en su proceso de escritura, sin duda pasó el propio Miñarro. Y hasta, tal vez, si bien de modo un tanto diferente, no fue ajena la idea del autobús de la, así mismo buñueliana "Subida al cielo", en el que también viajan el deseo y la muerte. Hay también en esta suerte de road movie de Miñarro un tinte surrealista y no poco humor y estimulante recochineo.
En sus aspectos formales, el estatismo de la puesta en escena no lastra la eficacia de su fragmentario y nada convencional sistema narrativo, aliviado, como se ha dicho, por las salidas al exterior merced a las partes diversas del espacio onírico. Así mismo, contribuyen a la entidad de la propuesta la riqueza polifónica de las distintas lenguas utilizadas, la policromía fotográfica y el uso de indisimuladas transparencias, que aportan un plus de fantasía y acentúan el carácter simbólico y de fábula del relato.
"Emergency Exit", constituye una nueva y singular apuesta de este, no menos singular, cineasta catalán que, como Fellini, sabe bien a las claras, que "El cine no es un buen negocio, pero es la forma más elegante de no ganar dinero".
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