Crítica / Cinélatino: "Karnawal", el arte como refugio
- por © NOTICINE.com
Por Lucía Martín Muñoz
El film "Karnawal", dirigido por Juan Pablo Félix y coproducido entre Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, México y Noruega, se presenta en el Festival CinéLatino en Francia. Esta opera prima narra una historia de talento y pasión como vía de escape de la realidad.
La cinta presenta a Cabra, un joven que vive las secuelas de tener una familia desestructurada. Con una madre sobrepasada y un padre de permiso tras una larga temporada en la cárcel, el joven intenta evadirse de la realidad a través de su pasión, el malambo. En su búsqueda por llegar al Festival Nacional, decide pasar la frontera que separa el norte de Argentina con Bolivia para traficar con armas y recibir las botas que necesita para el certamen. Pocos días después, la policía le busca y es su padre, con contactos en prisión, quien conseguirá que, aunque con dificultades, pueda llegar a presentarse en la competición.
El hecho de que esta cinta debutante haya sido escrita y dirigida por la misma persona, se percibe en la gran labor de construcción de los personajes y su dirección. Ante la cámara, vuelve a brillar el chileno Alfredo Castro, esta vez acompañado por Mónica Lairana y el joven Martin Lopez Lacci.
Cabra, es un chico silencioso que habla a través de la mirada, y, que sin necesidad de tener grandes diálogos, es capaz de que el público entienda aquello que se le pasa por la cabeza y que empatice con él desde los primeros minutos. Se agradece que, por fin, haya un director que no tenga ese miedo irracional que lleva a los cineastas a huir del silencio en pantalla; algo que se convierte clave en este film a la hora de generar tensión. Los diálogos se quedan en un segundo plano ya que los personajes se definen por sus acciones, no por aquello que dicen.
Destacan las escenas artísticas del joven bailando y la opción de rodar planos generales cuando hay un paisaje de fondo. Esto último empequeñece a los padres, indicando que, aunque no sean gigantes, como ningún ser humano, eso no significa que no puedan tener un gran impacto, sobre todo en la vida del joven.
El tema que subyace en la narración es el desamparo, el abandono que se muestra en todas las relaciones personales que se presentan. Esto se plasma en el personaje de Cabra, que lleva sin ver a su padre años, desde que este entró en prisión, y que sufre la desatención de su madre. Esta también ha sufrido la ausencia de su exmarido y, parece, que la volverá a sufrir después de que, a su novio le destinasen a otra ciudad. El retrato de esta familia tan desestructurada y la nula atención que se le presta al chico, presenta una línea muy coherente con la construcción de un personaje tan callado, que utiliza el malambo como método de huida de la situación.
Esa necesidad que tiene Cabra de mostrar quién es y de conseguir algo afecto por parte de sus progenitores, se materializa en la escena final. El chico se encuentra bailando en el festival frente a la mirada atónita de sus padres, que no pueden creerse que su hijo tenga tanto talento y que pueda expresarse a través del baile. Mientras que su madre le mira atentamente, su padre recibe una llamada y se va. El joven sin apartar la mirada de la escena, aumenta el ritmo de sus movimientos a la par que la tensión del plano del que es imposible apartar la mirada, y que provocan que el espectador ruegue por ver un aplauso o al menos una sonrisa cómplice.
"Karnawal" resulta na película creativa y plagada de detalles, sobre la huida de una situación marginal a través del arte.
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El film "Karnawal", dirigido por Juan Pablo Félix y coproducido entre Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, México y Noruega, se presenta en el Festival CinéLatino en Francia. Esta opera prima narra una historia de talento y pasión como vía de escape de la realidad.
La cinta presenta a Cabra, un joven que vive las secuelas de tener una familia desestructurada. Con una madre sobrepasada y un padre de permiso tras una larga temporada en la cárcel, el joven intenta evadirse de la realidad a través de su pasión, el malambo. En su búsqueda por llegar al Festival Nacional, decide pasar la frontera que separa el norte de Argentina con Bolivia para traficar con armas y recibir las botas que necesita para el certamen. Pocos días después, la policía le busca y es su padre, con contactos en prisión, quien conseguirá que, aunque con dificultades, pueda llegar a presentarse en la competición.
El hecho de que esta cinta debutante haya sido escrita y dirigida por la misma persona, se percibe en la gran labor de construcción de los personajes y su dirección. Ante la cámara, vuelve a brillar el chileno Alfredo Castro, esta vez acompañado por Mónica Lairana y el joven Martin Lopez Lacci.
Cabra, es un chico silencioso que habla a través de la mirada, y, que sin necesidad de tener grandes diálogos, es capaz de que el público entienda aquello que se le pasa por la cabeza y que empatice con él desde los primeros minutos. Se agradece que, por fin, haya un director que no tenga ese miedo irracional que lleva a los cineastas a huir del silencio en pantalla; algo que se convierte clave en este film a la hora de generar tensión. Los diálogos se quedan en un segundo plano ya que los personajes se definen por sus acciones, no por aquello que dicen.
Destacan las escenas artísticas del joven bailando y la opción de rodar planos generales cuando hay un paisaje de fondo. Esto último empequeñece a los padres, indicando que, aunque no sean gigantes, como ningún ser humano, eso no significa que no puedan tener un gran impacto, sobre todo en la vida del joven.
El tema que subyace en la narración es el desamparo, el abandono que se muestra en todas las relaciones personales que se presentan. Esto se plasma en el personaje de Cabra, que lleva sin ver a su padre años, desde que este entró en prisión, y que sufre la desatención de su madre. Esta también ha sufrido la ausencia de su exmarido y, parece, que la volverá a sufrir después de que, a su novio le destinasen a otra ciudad. El retrato de esta familia tan desestructurada y la nula atención que se le presta al chico, presenta una línea muy coherente con la construcción de un personaje tan callado, que utiliza el malambo como método de huida de la situación.
Esa necesidad que tiene Cabra de mostrar quién es y de conseguir algo afecto por parte de sus progenitores, se materializa en la escena final. El chico se encuentra bailando en el festival frente a la mirada atónita de sus padres, que no pueden creerse que su hijo tenga tanto talento y que pueda expresarse a través del baile. Mientras que su madre le mira atentamente, su padre recibe una llamada y se va. El joven sin apartar la mirada de la escena, aumenta el ritmo de sus movimientos a la par que la tensión del plano del que es imposible apartar la mirada, y que provocan que el espectador ruegue por ver un aplauso o al menos una sonrisa cómplice.
"Karnawal" resulta na película creativa y plagada de detalles, sobre la huida de una situación marginal a través del arte.
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