Crítica: "Un efecto óptico", se conforman las piezas del puzzle surrealista de Cavestany
- por © NOTICINE.com
Por Noemí Romero Vera
"Un efecto óptico", el nuevo largometraje del cineasta y dramaturgo Juan Cavestany, conocido por títulos como "Gente en sitios", "Esa sensación", ya está salas tras participar en festivales, y antes de llegar a la plataforma Filmin. Estamos ante una narración en forma de metacine que juega con el absurdo y la angustia existencial.
Protagonizada por Carmen Machi y Pepón Nieto, junto con Luis Bermejo y Lucía Juárez, la cinta se centra en el viaje a la ciudad de Nueva York del matrimonio de Burgos formado por Alfredo (Nieto) y Teresa (Machi). Ambos viajan con la intención de "desconectar" y hacer todos los planes que vienen en la guía, sin embargo, nada más aterrizar, un aura de turbiedad e intrépida locura empieza a envolver el extravagante viaje interior de los protagonistas en un sinfín de secuencias.
La banda sonora cohesiona el absurdo y bizarro ritmo de la cinta con la narración, que se sucede en una espiral surrealista en la que nada es lo que parece, pero en la que todo parece encajar, y donde las metáforas interpretativas rodean un argumento sencillo pero maravillosamente loco, y perturbador en cada uno de sus planos, interpretado magistralmente por unos desorientados Machi y Nieto, que desorientan también al espectador.
No obstante, uno de los aspectos negativos quizá a recalcar sería la caída de ritmo e intensidad que tiene el largometraje aproximadamente a la mitad, con el cambio de música, que descontextualiza, y llega a eliminar el pacto establecido entre cinta y espectador, desinflando la original premisa inicial y generando unas expectativas perdidas en un bucle de repeticiones no del todo bien resueltas.
A pesar de ello, hay que reconocer el atrevimiento y la originalidad del director por poner sobre la mesa una serie de propuestas para que sea el espectador quien juegue con ellas y conforme un puzzle a su medida según las piezas que le da el cíclico juego: desde una crítica social sobre nuestra actitud vital y expectativas ante la vida, hasta el drama y el vacío de una pareja que ha perdido lo único que les unía.
Así, tras su magnífico último film, "Gente en sitios" (2013), Juan Cavestany ha vuelto a demostrar que es un absoluto impresionista de paisajes humanos, e insiste en hacer acopio de sus particularidades cinematográficas para presentar una película complicada pero cargada de sencillez.
En definitiva, la cinta se constituye como una comedia-trágica que trabaja los anhelos imposibles, los recuerdos y las inquietudes, en un ejercicio narrativo y onírico expresado en forma de angustia existencial hecha surrealismo llena de miradas al infinito, espacios vacíos, silencios que golpean, y reflexiones sobre la propia existencia, y una pérdida, que el espectador será el encargado de interpretar hasta donde le lleve su propia imaginación y creencia.
"Un efecto óptico" es una odisea interior-exterior entre Burgos y Nueva York, que estremece y perturba, y que está lejos de estar atada a las convenciones cinéfilas, demostrando que el cine es mucho más que un viaje externo a través de las pantallas.
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"Un efecto óptico", el nuevo largometraje del cineasta y dramaturgo Juan Cavestany, conocido por títulos como "Gente en sitios", "Esa sensación", ya está salas tras participar en festivales, y antes de llegar a la plataforma Filmin. Estamos ante una narración en forma de metacine que juega con el absurdo y la angustia existencial.
Protagonizada por Carmen Machi y Pepón Nieto, junto con Luis Bermejo y Lucía Juárez, la cinta se centra en el viaje a la ciudad de Nueva York del matrimonio de Burgos formado por Alfredo (Nieto) y Teresa (Machi). Ambos viajan con la intención de "desconectar" y hacer todos los planes que vienen en la guía, sin embargo, nada más aterrizar, un aura de turbiedad e intrépida locura empieza a envolver el extravagante viaje interior de los protagonistas en un sinfín de secuencias.
La banda sonora cohesiona el absurdo y bizarro ritmo de la cinta con la narración, que se sucede en una espiral surrealista en la que nada es lo que parece, pero en la que todo parece encajar, y donde las metáforas interpretativas rodean un argumento sencillo pero maravillosamente loco, y perturbador en cada uno de sus planos, interpretado magistralmente por unos desorientados Machi y Nieto, que desorientan también al espectador.
No obstante, uno de los aspectos negativos quizá a recalcar sería la caída de ritmo e intensidad que tiene el largometraje aproximadamente a la mitad, con el cambio de música, que descontextualiza, y llega a eliminar el pacto establecido entre cinta y espectador, desinflando la original premisa inicial y generando unas expectativas perdidas en un bucle de repeticiones no del todo bien resueltas.
A pesar de ello, hay que reconocer el atrevimiento y la originalidad del director por poner sobre la mesa una serie de propuestas para que sea el espectador quien juegue con ellas y conforme un puzzle a su medida según las piezas que le da el cíclico juego: desde una crítica social sobre nuestra actitud vital y expectativas ante la vida, hasta el drama y el vacío de una pareja que ha perdido lo único que les unía.
Así, tras su magnífico último film, "Gente en sitios" (2013), Juan Cavestany ha vuelto a demostrar que es un absoluto impresionista de paisajes humanos, e insiste en hacer acopio de sus particularidades cinematográficas para presentar una película complicada pero cargada de sencillez.
En definitiva, la cinta se constituye como una comedia-trágica que trabaja los anhelos imposibles, los recuerdos y las inquietudes, en un ejercicio narrativo y onírico expresado en forma de angustia existencial hecha surrealismo llena de miradas al infinito, espacios vacíos, silencios que golpean, y reflexiones sobre la propia existencia, y una pérdida, que el espectador será el encargado de interpretar hasta donde le lleve su propia imaginación y creencia.
"Un efecto óptico" es una odisea interior-exterior entre Burgos y Nueva York, que estremece y perturba, y que está lejos de estar atada a las convenciones cinéfilas, demostrando que el cine es mucho más que un viaje externo a través de las pantallas.
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