Crítica: "Tantas almas", epopeya sobre las huellas de la guerra civil colombiana

por © Cineuropa-NOTICINE.com
"Tantas almas"
"Tantas almas"
Por Aurore Engelen   

En "Tantas almas" (2020), de Nicolás Rincón Gille, que hasta ahora había destacado como director de documentales, presenta una ficción sobre la muerte y lo absurdo de la guerra anclada en la agitada vida del río Magdalena Medio. La película, estrenada en otoño del año pasado en Busán y destacada luego en Marrakech y Rotterdam, ya está en salas colombianas, país que la produce junto a Bélgica, Francia y Brasil.

José, un pescador colombiano, regresa a su casa después de una larga noche de trabajo. A su vuelta, descubre su pueblo arrasado y a su hija en estado de shock. Los paramilitares han asesinado a sus dos hijos, Dionisio y Rafael, y han arrojado sus cuerpos al río. José, sobrepasado por el dolor, decide buscar sus restos para darles sepultura y salvar a sus almas de vagar eternamente.

El personaje principal inicia una búsqueda insaciable, dispuesto a superar su duelo ofreciendo un adiós digno a sus hijos. La trayectoria individual de este padre adquiere una dimensión épica que convoca tanto a los espíritus de las víctimas como del río, arteria principal de la película, línea de espacio y de tiempo, una columna vertebral. Este ascenso del río, tan orgánico, recuerda a varios relatos mitológicos.

Sin embargo, Nicolás Rincón  explora en esta película la historia contemporánea de su país, guiado por José, héroe y barquero. Barquero de almas, de memoria. Al igual que otra película reciente dirigida por un cineasta suramericano afincado en Bélgica, "Nuestras madres", de Cesar Díaz, Cámara de Oro en Cannes por su relato íntimo y generacional de las heridas del genocida guatemalteco, Rincón Gille presenta una oda a las víctimas de la guerra civil colombiana, una elegía que inventa imágenes y palabras para pensar los males. "Gracias a los que han aceptado revisitar estos tiempos oscuros", firma al final de la película. "Tantas almas" es una estela de la memoria de todas las víctimas de las AUC.

Si la película y su relato, que progresa al ritmo del río, son de un majestuoso realismo las escenas de los cuadros subrayan el carácter absurdo y arbitrario de la locura de los hombres. Los espíritus del título, imperceptibles, habitan las aguas y los márgenes del río. José se aferra a algunos objetos, auténticas reliquias: una camiseta de fútbol y un colgante. Unas notas musicales que se oyen a lo lejos guiarán al anciano hacia el refugio de su hijo Dioniso.

Esta elegía está protagonizada por José, interpretado por José Arley de Jesús Carvallido Lobo, sin previa experiencia actoral y barquero él mismo en la vida civil, y que habita la pantalla y esta jungla con una presencia fuerte y serena. La dramaturgia se apoya en la extraña confrontación entre la violencia ciega de los milicianos, y la serenidad impasible de José, que culmina en una escena dantesca donde sale de un enfrentamiento trágico con el jefe de la milicia gracias a su amor por el ciclismo y a una victoria colombiana en el Tour de Francia.

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