Opinión: La noche en que los Goya cambiaron de color

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Sorogoyen, Costa y Ménochet
Sorogoyen, Costa y Ménochet
Por Carolina G. Guerrero    

La recurrida y recurrente cita de Los del Río, "Sevilla tiene un color especial", será una de las que mejor defina la gala de los Goya en la capital andaluza, y ese color... es el marrón. Los premios de la Academia de Cine española este 2023 cambiaron sus estatuillas, desde el verde azulado al marrón, y mejor no aplicar más calificativos. Si bien la gala fue correcta, comparándola con el desastre que acaeció el año pasado en tierras valencianas, ni el emotivo recuerdo a Saura ni las reivindicaciones sociales hicieron olvidar un pasado bastante más glorioso.

La noche se hizo eterna, y eso que los presentadores, bien gracias, se mantuvieron ausentes del escenario la mayor parte de la ceremonia. Clara Lago y Antonio de La Torre, más que presentar, tenían el cometido de pasar por ahí de vez en cuando, poco más que un par de intervenciones,. Lo demás fue trabajo para los entregadores, con ese ansia nunca satisfecho de acortar la ceremonia. Yo sinceramente acotaría los galardones en directo a los premios gordos, limitando toda la parafernalia técnica que hace que la ceremonia se alargue innecesariamente.

Las actuaciones musicales, lamentables, tal vez exceptuando la de Lolita, con una versión demasiado alternativa de la conocidísima, "Ay pena, penita, pena". La primogénita de la faraona hizo lo imposible por salvar la actuación, con esa versión, que no venia muy a cuento, y que formaba parte del homenaje al centenario de Lola Flores.

La ceremonia comenzó, con el recuerdo del reciente fallecimiento, el día anterior de su Goya honorifico, Carlos Saura, su mujer y dos de sus hijos, leyeron una nota que el mismo director dejó escrita para la ocasión.



En contraste, el apartado "In memorian", fue absolutamente patético, con una canción de Mecano, terroríficamente interpretada por Bely Basarte, que desafinó hasta el infinito y más allá, desluciendo el momento mas emotivo de los Goya.

Incluso el momento en el que Isabel Coixet entregó el Goya Internacional a Juliette Binoche brilló por su falta de emoción. La Coixet se esfuerza demasiado en parecer que no se esfuerza y que esta de vuelta de todo, y esa pose suya empieza a ser un tic repetitivo.

Han faltado números musicales. Como si en España no hubiese compañías de danza y cantantes cualificados, incluso actores para hacer algo en condiciones. Pero,  que va, un numero breve y soso donde unos pocos actores conocidos han tarareado un tema de Machado que comenzó Manuel Carrasco. En fin, que no, que los organizadores no dan con la formula, que fue otra vez una gala sin gracia, ni emoción, ni arte.

Me viene a la mente, por comparar, aunque sea odioso pero inevitable, la gala soberbia y magnifica que lideró Antonio Banderas, en un momento de plena pandemia complicadísimo.

Si, parece que la formula de criticar al gobierno, y de quitarle hierro a las cosas, incluso de reírse de todo, ya pasaron a la historia. Aquellos sketches de cada película nominada que hacían las delicias de los sufridos espectadores duerme en el baúl de los recuerdos. En este país hay talento, guionistas y artistas suficientes, para que estas galas fluyesen con el público, y aparte de entregar premios entretuviesen al personal.

RTVE retransmitió la gala con una correcta realización, cuyo inexplicable punto negro se dio no ya en la emisión televisiva, sino previamente en la narración de la "alfombra"(en RTVE Play) a cargo de una "influencer" que durante más de dos horas bordó un show vulgar y todo un canto a la improvisación y la ausencia del más mínimo rigor informativo. No sabía quién era quien, no se había preparado nada ni tenía quien la ayudara. Parece que la TV pública encuentra justificado este lenguaraz insulto a la profesionalidad en que la susodicha arrastra "audiencia joven". El afán pudimos entenderlo en la TV berlusconiana de antaño, pero es un precio zafio que un medio público no debería permitirse. Para finalizar una "perlita" de la reportera aficionada, referida a una -esta sí- periodista con una importante carrera a sus espaldas y que preside una de las asociaciones del gremio: "Es una puta punky".

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