Crítica: "El maestro que prometió el mar", emotiva enseñanza
- por © NOTICINE.com
Por Carolina G. Guerrero
A veces, la vida te sorprende. El cine, o mejor dicho, una película, te hace estremecer y sentir que no estás analizando lo que ves, sino que lo estás viviendo casi al mismo tiempo que sus personajes.
No es ficción; por desgracia, ocurrió. "El maestro que prometió el mar" (2023) fue un joven entusiasta llamado Antoni Benaiges, un maestro innovador originario de Mont Roig del Camp, Tarragona, que fue destinado a una escuela en Bañuelos de Bureba (Burgos) en 1934, durante la República. En un pueblo de ideas recalcitrantes, apareció este joven adelantado a su tiempo con una mente libre y brillante, que fue censurada por la mayoría de los habitantes de Bañuelos.
Antoni realizó una labor increíble e introdujo en sus clases una pequeña imprenta, que enseñó a utilizar a sus alumnos. Entre todos creaban cuadernos sobre todos los temas que se les ocurrían. Hasta que un día, en una excursión, el joven se dio cuenta de que ninguno de sus pupilos había visto el mar. Fue entonces cuando entre todos publicaron aquel librillo que describía cómo podía ser esa masa ingente de agua que nunca habían visto.
Benaiges les prometió llevarles en verano, y consiguió a duras penas el permiso paternal. Sin embargo, no pudo ser, ya que en julio de 1936 se produjo el golpe de estado contra la República que dio lugar a la Guerra Civil. A los siete días, las milicias falangistas arrestaron a Antoni y lo asesinaron, arrojando su cuerpo a una fosa común. También se ordenó quemar todos los librillos que había editado junto con sus alumnos. Algunos se recuperaron, como los que mandaba a su familia, y otros que conservaron algunos lugareños escondidos de los fascistas.
La historia comienza en la actualidad, cuando la nieta de Carlos, uno de los alumnos de Antoni, es llamada por el grupo que está exhumando cuerpos en la fosa común de Pedraja. Allí, poco a poco, irá investigando y conociendo la figura de este maestro, que coincidió con su bisabuelo en la cárcel y que dio refugio a su abuelo cuando era un niño, convirtiéndose en su tutor y protector. Podrá tomar contacto con algunos compañeros de su abuelo, alumnos del profesor asesinado.
La película se basa en el libro del mismo nombre firmado por Francisco Ferrandiz. Patricia Font dirige magistralmente esta joya, con Laia Costa interpretando a la nieta de Carlos y Enric Auquer en un papel excepcional en su interpretación de Antoni Benaiges.
La película te envuelve, te involucra y te emociona hasta el llanto en momentos. También te devuelve la rabia y la impotencia, y sobre todo te hace reflexionar sobre la memoria histórica de esas fosas comunes desperdigadas por todo el país. Te hace ver que jamás se acabó la injusticia y el fascismo y que la democracia es una utopía. Es desgarrador ver las salvajadas que cometieron aquellos fascistas sin escrúpulos, a quienes les convenía la ignorancia y el analfabetismo de las masas.
La película está rodada con una sensibilidad exquisita, reflejando la personalidad y la humanidad de aquel hombre, pionero en ilusiones y especialista en educar desde la libertad y la inteligencia.
Es alentador que se haya podido recuperar la memoria de Benaiges y que, como él, muchos más corrieran la misma suerte a manos de los verdugos fascistas.
En las fosas comunes de Pedraja, se encontraron los restos de 135 cuerpos, pero ninguno de ellos era el de Antoni, que, como el de otros miles de desaparecidos, sigue sin encontrarse.
Esta película sirve de merecido homenaje a tantas muertes sin sentido en esas guerras entre hermanos que jamás deberían haber ocurrido. Estrenada en la pasada Seminci de Valladolid, este trabajo debería exhibirse en todas las escuelas del país, porque todos tienen derecho a conocer una historia que nadie ha querido contar y porque, por supuesto, los vencedores son siempre los que han escrito su falsa historia. Ha debido ser apasionante, a la par que doloroso, encontrar toda la documentación que ha dado forma a recuperar la historia de un maestro que quiso cambiar la forma de ver la vida y hacerla mejor.
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A veces, la vida te sorprende. El cine, o mejor dicho, una película, te hace estremecer y sentir que no estás analizando lo que ves, sino que lo estás viviendo casi al mismo tiempo que sus personajes.
No es ficción; por desgracia, ocurrió. "El maestro que prometió el mar" (2023) fue un joven entusiasta llamado Antoni Benaiges, un maestro innovador originario de Mont Roig del Camp, Tarragona, que fue destinado a una escuela en Bañuelos de Bureba (Burgos) en 1934, durante la República. En un pueblo de ideas recalcitrantes, apareció este joven adelantado a su tiempo con una mente libre y brillante, que fue censurada por la mayoría de los habitantes de Bañuelos.
Antoni realizó una labor increíble e introdujo en sus clases una pequeña imprenta, que enseñó a utilizar a sus alumnos. Entre todos creaban cuadernos sobre todos los temas que se les ocurrían. Hasta que un día, en una excursión, el joven se dio cuenta de que ninguno de sus pupilos había visto el mar. Fue entonces cuando entre todos publicaron aquel librillo que describía cómo podía ser esa masa ingente de agua que nunca habían visto.
Benaiges les prometió llevarles en verano, y consiguió a duras penas el permiso paternal. Sin embargo, no pudo ser, ya que en julio de 1936 se produjo el golpe de estado contra la República que dio lugar a la Guerra Civil. A los siete días, las milicias falangistas arrestaron a Antoni y lo asesinaron, arrojando su cuerpo a una fosa común. También se ordenó quemar todos los librillos que había editado junto con sus alumnos. Algunos se recuperaron, como los que mandaba a su familia, y otros que conservaron algunos lugareños escondidos de los fascistas.
La historia comienza en la actualidad, cuando la nieta de Carlos, uno de los alumnos de Antoni, es llamada por el grupo que está exhumando cuerpos en la fosa común de Pedraja. Allí, poco a poco, irá investigando y conociendo la figura de este maestro, que coincidió con su bisabuelo en la cárcel y que dio refugio a su abuelo cuando era un niño, convirtiéndose en su tutor y protector. Podrá tomar contacto con algunos compañeros de su abuelo, alumnos del profesor asesinado.
La película se basa en el libro del mismo nombre firmado por Francisco Ferrandiz. Patricia Font dirige magistralmente esta joya, con Laia Costa interpretando a la nieta de Carlos y Enric Auquer en un papel excepcional en su interpretación de Antoni Benaiges.
La película te envuelve, te involucra y te emociona hasta el llanto en momentos. También te devuelve la rabia y la impotencia, y sobre todo te hace reflexionar sobre la memoria histórica de esas fosas comunes desperdigadas por todo el país. Te hace ver que jamás se acabó la injusticia y el fascismo y que la democracia es una utopía. Es desgarrador ver las salvajadas que cometieron aquellos fascistas sin escrúpulos, a quienes les convenía la ignorancia y el analfabetismo de las masas.
La película está rodada con una sensibilidad exquisita, reflejando la personalidad y la humanidad de aquel hombre, pionero en ilusiones y especialista en educar desde la libertad y la inteligencia.
Es alentador que se haya podido recuperar la memoria de Benaiges y que, como él, muchos más corrieran la misma suerte a manos de los verdugos fascistas.
En las fosas comunes de Pedraja, se encontraron los restos de 135 cuerpos, pero ninguno de ellos era el de Antoni, que, como el de otros miles de desaparecidos, sigue sin encontrarse.
Esta película sirve de merecido homenaje a tantas muertes sin sentido en esas guerras entre hermanos que jamás deberían haber ocurrido. Estrenada en la pasada Seminci de Valladolid, este trabajo debería exhibirse en todas las escuelas del país, porque todos tienen derecho a conocer una historia que nadie ha querido contar y porque, por supuesto, los vencedores son siempre los que han escrito su falsa historia. Ha debido ser apasionante, a la par que doloroso, encontrar toda la documentación que ha dado forma a recuperar la historia de un maestro que quiso cambiar la forma de ver la vida y hacerla mejor.
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