Crítica: "Teresa", poco original pero hermosa
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Por Candela Rabadán
El nuevo largometraje de la española Paula Ortiz, "Teresa" (2023), es una adaptación cinematográfica de la obra "La Lengua en pedazos", de Juan Mayorga, en el que Santa Teresa de Jesús es juzgada por un inquisidor para definir su porvenir. Puede deducirse su origen teatral porque el carácter y el escenario en el que se lleva a cabo el diálogo, el presente de la historia, es lineal. Paula Ortiz ha intentado disipar un poco esa idea mediante los saltos al pasado que complementan el hilo de la narración y deberían permitir comprenderla mejor. Sin embargo, esto a veces crea confusión a la hora de captar la esencia de lo que se cuenta ya que, por ejemplo, entremezcla personajes del presente dentro del pasado.
Con ambientación en la España del siglo XVI, Santa Teresa de Jesús, interpretada por Blanca Portillo, recibe la visita en el convento donde reside de un inquisidor, encarnado por Asier Etxeandia, que pretende juzgarla por haber dudado de cuestiones inquebrantables que eran propias de la Iglesia y tener una visión más renovada de la misma. Ambos personajes se sumergen en un diálogo espinoso en el que uno cree ser poseedor de la verdad absoluta e indiscutible y la otra duda de todo aquello por lo que se la juzga. Esto puede sacarse del contexto religioso y ser tomado como un guiño a la sociedad, donde el inquisidor es el juicio social al que nos vemos sometidos por nuestras creencias o ideas que son rechazo de otros.
A lo largo del film, Santa Teresa narra desde su infancia, tan fácil como libre; pasando por su adolescencia y juventud, más complicada por la incómoda presencia de un sacerdote pecaminoso; hasta la aparición de su enfermedad mental, fruto de la cual tenía alucinaciones divinas. La complejidad de la película reside en esta amalgama de la historia de su vida junto al juicio de su presente.
La historia no es original en su totalidad, pues la figura de Santa Teresa de Jesús ha sido protagonista de muchas obras artísticas en literatura, cine, teatro y TV. Su personaje es símbolo de lucha femenina y cuestionaba el radicalismo de la Iglesia y máxima institución en esa época, lo que quiere decir que estos valores que trasmite la película no son ni añadidos ni obra de Paula Ortiz. Sí bien, creo que la labor relativa a planos, gama de colores o ambientación, es muy buena y destila belleza.
En cuanto a la representación de Blanca Portillo y Asier Etxeandía, ambos están metidos en su papel y no desentonan, pero no creo que sea la mejor actuación de ninguno de los dos. Pese a que, en general, se han fundido bien el uno con el otro, en ocasiones el personaje de Asier mostraba más intensidad que el de la propia Santa Teresa de Jesús.
"Teresa", que se estrena esta semana en cines españoles, requiere mucha atención por parte del espectador y exige una constancia que puede resultar pesada. No es una película que disfrutaría en el cine, pero sí resulta interesante y digna de recomendación para los que aparte de gozar con el cine disfrutan también del teatro.
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El nuevo largometraje de la española Paula Ortiz, "Teresa" (2023), es una adaptación cinematográfica de la obra "La Lengua en pedazos", de Juan Mayorga, en el que Santa Teresa de Jesús es juzgada por un inquisidor para definir su porvenir. Puede deducirse su origen teatral porque el carácter y el escenario en el que se lleva a cabo el diálogo, el presente de la historia, es lineal. Paula Ortiz ha intentado disipar un poco esa idea mediante los saltos al pasado que complementan el hilo de la narración y deberían permitir comprenderla mejor. Sin embargo, esto a veces crea confusión a la hora de captar la esencia de lo que se cuenta ya que, por ejemplo, entremezcla personajes del presente dentro del pasado.
Con ambientación en la España del siglo XVI, Santa Teresa de Jesús, interpretada por Blanca Portillo, recibe la visita en el convento donde reside de un inquisidor, encarnado por Asier Etxeandia, que pretende juzgarla por haber dudado de cuestiones inquebrantables que eran propias de la Iglesia y tener una visión más renovada de la misma. Ambos personajes se sumergen en un diálogo espinoso en el que uno cree ser poseedor de la verdad absoluta e indiscutible y la otra duda de todo aquello por lo que se la juzga. Esto puede sacarse del contexto religioso y ser tomado como un guiño a la sociedad, donde el inquisidor es el juicio social al que nos vemos sometidos por nuestras creencias o ideas que son rechazo de otros.
A lo largo del film, Santa Teresa narra desde su infancia, tan fácil como libre; pasando por su adolescencia y juventud, más complicada por la incómoda presencia de un sacerdote pecaminoso; hasta la aparición de su enfermedad mental, fruto de la cual tenía alucinaciones divinas. La complejidad de la película reside en esta amalgama de la historia de su vida junto al juicio de su presente.
La historia no es original en su totalidad, pues la figura de Santa Teresa de Jesús ha sido protagonista de muchas obras artísticas en literatura, cine, teatro y TV. Su personaje es símbolo de lucha femenina y cuestionaba el radicalismo de la Iglesia y máxima institución en esa época, lo que quiere decir que estos valores que trasmite la película no son ni añadidos ni obra de Paula Ortiz. Sí bien, creo que la labor relativa a planos, gama de colores o ambientación, es muy buena y destila belleza.
En cuanto a la representación de Blanca Portillo y Asier Etxeandía, ambos están metidos en su papel y no desentonan, pero no creo que sea la mejor actuación de ninguno de los dos. Pese a que, en general, se han fundido bien el uno con el otro, en ocasiones el personaje de Asier mostraba más intensidad que el de la propia Santa Teresa de Jesús.
"Teresa", que se estrena esta semana en cines españoles, requiere mucha atención por parte del espectador y exige una constancia que puede resultar pesada. No es una película que disfrutaría en el cine, pero sí resulta interesante y digna de recomendación para los que aparte de gozar con el cine disfrutan también del teatro.
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