Crítica Locarno: "México 86", Bérénice Bejo duda entre morir por la patria o vivir por su hijo

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Bérénice Bejo, en "México 86"
Bérénice Bejo, en "México 86"
Por Jorge Orte    

"México 86" es la nueva película del director guatemalteco César Díaz, protagonizada por Bérénice Bejo, Matheo Labbé y Leonardo Ortizgris, en una coproducción entre México, Francia y Bélgica, presente en el magno marco de la Piazza Grande del Festival de Locarno el pasado domingo noche. Narra la historia de María, una activista guatemalteca huye de la dictadura militar del país en 1976, teniendo que dejar a su hijo Marco con su madre porque continuará trabajando como agente encubierto para un ejército rebelde que han formado los comunistas del país para derrocar a la dictadura fascista.

Todo cambiará diez años después, cuando su madre no puede quedarse con Marco ya que le han detectado un cáncer. Sus superiores le prohiben que se quede con su hijo, puesto que pone las operaciones del grupo en riesgo y pretenden trasladarlo a Cuba con otros chicos.  Ahora María entrará en un conflicto interno que le hará preguntarse si merece la pena sacrificar su maternidad para continuar siendo un soldado de una milicia que está apunto de ser exterminada por el ejército de su tierra.

La argentino-francesa Bejo logra encarnar muy bien esta guerra que lleva por dentro la protagonista, que no sabe si quiere seguir siendo una revolucionaria o vivir una vida normal para poder ver crecer a su propio hijo. Sea como fuese, la actriz nominada al Oscar por "The Artist" hace un gran trabajo en estas dos facetas.



Sobre el terreno se nos muestra como una espía feroz y resolutiva, pero en su casa este dilema se exterioriza a través de las conversaciones con el pequeño Marco, el cual mediante una buena interpretación de Matheo Labbé, se enfrenta a su madre constantemente por no poder llevar una vida normal como el resto de niños de su escuela, manteniendo un pulso madre-hijo constante durante todo el largometraje. La única pega que realmente puede existir es que el acento guatemalteco de Bejo no es del todo convincente.

Los personajes secundarios también hacen un sólido trabajo, la abuela, interpretada por Julieta Egurrola, transmite la sabiduría de una mujer que hace lo que puede mientras se enfrenta al final de su vida. Leonardo Ortizgris también es un gran socio de Maria en la película, que tras años trabajando juntos encubierto se vuelve su amante y ahora la única figura paterna en la vida de Marco.

A su vez, la ambientación también está conseguida, tanto a nivel visual de un México en la década de los 80, como al representar la realidad política y social de este país en crecimiento que se prepara para acoger ese mismo verano el Mundial de fútbol, con grandes figuras como Maradona, Baresi y Beckenbauer. Altos cargos guatemaltecos han sido invitados y María que trabaja camuflada como redactora de un periódico, busca sacar sus crímenes a la luz para ponerlos en el foco internacional. Además la película, que arranca con un ritmo lento para introducirte a todos estos elementos, va agarrando ritmo y tensión hasta saltar directamente al cine de acción en el tercer acto que la justifican en buena medida. La falta de música también acentúa esta sensación de peligro constante.

Esto hace que "México 86" sea un relato profundo, verosímil y creíble. Rasgos que cobran todo el sentido al descubrir que está basado en las vivencias del propio Cesar Díaz, quien fue criado por su abuela en Guatemala mientras su madre estaba exiliada en México. En su anterior largometraje de 2019 "Nuestras madres", mejor opera prima (Cámara de Oro) en Cannes, ya había sacado a la luz más historias de cómo la dictadura de su país había destrozado familias guatemaltecas como la suya.

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