Crítica Venecia: "Manas", sensible crónica de un abuso tan generalizado como impune

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"Manas"
"Manas"
Por Vittoria Scarpa-Cineuropa

Con delicadeza y respeto, Marianna Brennand saca a la luz en "Manas", premiada este viernes en la sección Giornate degli Autori, el escalofriante hábito del abuso sexual de niñas en un pueblo de la selva amazónica.

"Manas", el primer largometraje de ficción de la cineasta brasileña Marianna Brennand, seleccionado para la competición en la 2ª edición de las Giornate degli Autori de la Mostra de Venecia, deja al espectador impactado, tanto por la historia que cuenta, como por la forma en que lo hace y por las actuaciones penetrantes de sus actores. Fruto de una investigación de una década sobre el abuso sexual de menores en algunos pueblos de la selva amazónica, Brennand (quien se graduó en cine en la Universidad de California y ya ha trabajado como documentalista) pone al descubierto una realidad horrenda: la de la isla de Marajó, en el norte de Brasil, donde la explotación y el abuso sexual de niñas y adolescentes, tanto en el hogar como fuera de él, es algo habitual, tácitamente aceptado porque, como dicen algunos, "ya pasará".

La protagonista de "Manas" es Marcielle, conocida como Tielle (la extraordinaria debutante Jamilli Correa). Tiene 13 años y al principio parece llevar una vida feliz con su familia: su madre (embarazada), su padre, dos hermanos y una hermana pequeña, viviendo en una cabaña de madera junto al río, entre la escuela, la iglesia y las telenovelas en la televisión. El evidente vientre que muestra a su compañera de clase es la primera señal de que algo anda mal en esta comunidad, pero después de eso, todo sigue su curso normal: juegos con amigos, baños en el río, cenas familiares.



Todo parece en orden hasta que su padre, Marcílio (Rômulo Braga), comienza a prestar más atención a Tielle, que está en plena pubertad. Bajo la mirada atónita e impotente de su madre Danielle (Fátima Macedo), Marcílio invita a su hija a compartir su cama (la hamaca donde la niña solía dormir ha sido misteriosamente rota) y luego le enseña a usar un rifle. Pero tras un viaje de caza en el que ambos quedan solos en el bosque, Tielle ya no volverá a ser la misma: sus ojos cambian, su sonrisa desaparece de su rostro.

"Algunas cosas no pueden cambiarse", le dicen a la niña cuando intenta rebelarse contra su destino. Le gustaría volver a dormir en su hamaca, pero todos sus intentos de arreglarla son saboteados: no tiene escapatoria. Así comienza para Tielle una progresiva pérdida de inocencia, que la llevará a ofrecer favores sexuales a los hombres a bordo de la barcaza comercial donde va a vender camarones. Porque todos lo hacen, incluida su mejor amiga. Pero hay una policía, Aretha (Dira Paes), a la que no le pasan desapercibidos estos tráficos prohibidos y que tiene más de una sospecha sobre el comportamiento desviado de Marcílio en casa, especialmente cuando este comienza a llevar también a la hermana menor de Tielle al bosque. Y donde no alcanza la ley, lo hará el coraje de una niña abusada.

"Manas", en portugués, significa "hermanas". De hecho, esta es una película sobre la hermandad, en la que las mujeres, especialmente las más jóvenes, buscan protegerse entre sí. No todas reaccionan de la misma manera: mientras que una hermana mayor se salva huyendo de casa, hay una madre que no puede romper las cadenas del abuso, pero quizás solo necesita ayuda.

La directora hace que el espectador sienta lo que siente la protagonista, generando empatía hacia ella, en un crescendo de tensión que nunca cede. No hay escenas explícitas de sexo ni de violencia; el abuso nunca se muestra ante la cámara. No es necesario, todo queda claro. Esta decisión de Brennand demuestra una sensibilidad y respeto poco comunes hacia todas las jóvenes víctimas de abuso, de quienes recopiló testimonios durante sus largos años de investigación.

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