Crítica: "1978", los hermanos Onetti y el horror en diferentes formas

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"1978"
"1978"
Por Emiliano Basile        

"1978" (2025), de los hermanos Onetti, transforma los crímenes de la dictadura argentina en una pesadilla fantástica con zombis y brujería, desafiando las convenciones del cine histórico. La película se adentra en los horrores represivos del régimen militar utilizando el cine fantástico para abordar los crímenes de lesa humanidad ocurridos entre 1976 y 1983. A través de su peculiar mezcla de realismo histórico y elementos sobrenaturales, los hermanos Onetti realizan un relato perturbador de un período oscuro de la historia argentina, transformando la violencia sistemática en una experiencia surrealista.

La trama comienza en un escenario de realismo sórdido: un grupo de torturadores militares secuestra a varios jóvenes en plena final de la Copa del Mundo, durante el apogeo de la dictadura argentina. Los Onetti ("Abrakadabra", "Los olvidados") exploran las torturas y la violencia de forma cruda, un reflejo fiel de los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención de la época. Sin embargo, pronto la historia da un giro inesperado, transformando el terror real en una historia de horror fantástico.



Lo que comienza como un interrogatorio brutal, se convierte rápidamente en un verdadero infierno para los secuestradores cuando se revela que las víctimas son, en realidad, miembros de un culto satánico guiado por fuerzas sobrenaturales. Este giro lleva a la película hacia terrenos más extraños y oscuros, en los que lo inexplicable se entrelaza con el sufrimiento humano. Esto es retratado con un estilo visual en el que predominan los tonos oscuros y la violencia explícita, con una paleta de colores que incluye intensos rojos y negros, lo que refuerza la atmósfera de horror y desesperanza.

Los zombis surgen como las almas en pena de aquellos asesinados por la dictadura. Estos "muertos vivientes" buscan vengarse de sus torturadores. Los Onetti utilizan a estos zombis no solo como un recurso del cine de terror, sino como una metáfora de la impunidad y la búsqueda de justicia que persiste en la sociedad argentina. La historia toma un giro aún más perturbador cuando introduce un culto satánico asociado al robo de bebés, elementos que amplían la atmósfera de horror. La presencia de rituales oscuros y la brujería señalan cómo el mal engendrado por el régimen se perpetúa en formas distorsionadas y monstruosas.

Al mezclar lo histórico con lo fantástico, los Onetti desafían la idea tradicional de "cine de memoria histórica", proponiendo que los eventos traumáticos de la dictadura no solo son recuerdos, sino que se transforman en mitos que persisten y se alimentan a través del tiempo.

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