Crítica Cannes: "Un poeta", vivir con el desamor del arte
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Por Santiago Echeverría
En "Un poeta", presentada en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, el director colombiano Simón Mesa Soto construye una tragicomedia ácida alrededor de Oscar Restrepo (Ubeimar Ríos), un poeta venido a menos que se aferra a su identidad literaria como último bastión de dignidad. El film, último trabajo de un cineasta redundante en este certamen, evita el sentimentalismo fácil y, en su lugar, retrata con crudeza y humor las contradicciones de un hombre que se niega a aceptar que el mundo ha dejado de tomarle en serio.
Oscar es un personaje incómodo: bebedor, egoísta y terco, pero también genuinamente comprometido con una idea romántica (y quizá obsoleta) del arte. Su última publicación relevante data de los años noventa, y desde entonces sobrevive a base de préstamos, la paciencia de su madre y la resignada lástima de su hija adolescente. Ríos, un actor no profesional, encarna al protagonista con una mezcla de patetismo y carisma, logrando que el espectador termine, contra todo pronóstico, simpatizando con este antihéroe.
La película se mueve entre la sátira cultural y el drama de redención fallida. Cuando Oscar consigue un empleo como profesor, descubre en Yurlady (Rebeca Andrade), una estudiante de origen humilde, un talento poético que él mismo nunca consolidó. Su intento por guiarla se topa con las dinámicas perversas del mundo literario: el oportunismo de sus colegas, la fetichización de la pobreza y la presión por ajustarse a expectativas comerciales. Una escena particularmente mordaz muestra a la joven recitando un poema sobre su condición racial ante un público que aplaude más su sufrimiento que su arte.
Soto, que ya estuvo presente años atrás en Cannes con dos cortos, "Leidi" (ganador de la Palma de Oro) y "Madre", también escribió el guion, maneja un tono esquivo, combinando momentos de comedia casi grotesca con otros de desolación silenciosa. La fotografía en 16mm, granulada y con bordes desenfocados, refuerza la sensación de decadencia que rodea a Oscar. Sin embargo, la cinta no se limita a burlarse de su protagonista; hay una crítica más amplia hacia una sociedad que margina a los soñadores mientras celebra versiones edulcoradas de la creatividad.
El tercer acto, más caótico, pierde algo de fuerza narrativa al acumular desgracias (incluyendo acusaciones de conducta inapropiada que oscurecen aún más el camino de Oscar). "Un poeta" no es un relato inspirador sobre el poder del arte, sino una exploración descarnada de sus límites. Mesa Soto evita las lecciones fáciles y, en cambio, ofrece un retrato complejo de un personaje que, en su obstinación, resulta tan conmovedor como irritante. Una película incómoda, a veces desigual, pero fascinante en su negativa a idealizar la figura del poeta. ¿Es Restrepo un mártir del arte o simplemente un hombre incapaz de adaptarse? La respuesta, como su poesía, queda en el aire.
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En "Un poeta", presentada en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, el director colombiano Simón Mesa Soto construye una tragicomedia ácida alrededor de Oscar Restrepo (Ubeimar Ríos), un poeta venido a menos que se aferra a su identidad literaria como último bastión de dignidad. El film, último trabajo de un cineasta redundante en este certamen, evita el sentimentalismo fácil y, en su lugar, retrata con crudeza y humor las contradicciones de un hombre que se niega a aceptar que el mundo ha dejado de tomarle en serio.
Oscar es un personaje incómodo: bebedor, egoísta y terco, pero también genuinamente comprometido con una idea romántica (y quizá obsoleta) del arte. Su última publicación relevante data de los años noventa, y desde entonces sobrevive a base de préstamos, la paciencia de su madre y la resignada lástima de su hija adolescente. Ríos, un actor no profesional, encarna al protagonista con una mezcla de patetismo y carisma, logrando que el espectador termine, contra todo pronóstico, simpatizando con este antihéroe.
La película se mueve entre la sátira cultural y el drama de redención fallida. Cuando Oscar consigue un empleo como profesor, descubre en Yurlady (Rebeca Andrade), una estudiante de origen humilde, un talento poético que él mismo nunca consolidó. Su intento por guiarla se topa con las dinámicas perversas del mundo literario: el oportunismo de sus colegas, la fetichización de la pobreza y la presión por ajustarse a expectativas comerciales. Una escena particularmente mordaz muestra a la joven recitando un poema sobre su condición racial ante un público que aplaude más su sufrimiento que su arte.
Soto, que ya estuvo presente años atrás en Cannes con dos cortos, "Leidi" (ganador de la Palma de Oro) y "Madre", también escribió el guion, maneja un tono esquivo, combinando momentos de comedia casi grotesca con otros de desolación silenciosa. La fotografía en 16mm, granulada y con bordes desenfocados, refuerza la sensación de decadencia que rodea a Oscar. Sin embargo, la cinta no se limita a burlarse de su protagonista; hay una crítica más amplia hacia una sociedad que margina a los soñadores mientras celebra versiones edulcoradas de la creatividad.
El tercer acto, más caótico, pierde algo de fuerza narrativa al acumular desgracias (incluyendo acusaciones de conducta inapropiada que oscurecen aún más el camino de Oscar). "Un poeta" no es un relato inspirador sobre el poder del arte, sino una exploración descarnada de sus límites. Mesa Soto evita las lecciones fáciles y, en cambio, ofrece un retrato complejo de un personaje que, en su obstinación, resulta tan conmovedor como irritante. Una película incómoda, a veces desigual, pero fascinante en su negativa a idealizar la figura del poeta. ¿Es Restrepo un mártir del arte o simplemente un hombre incapaz de adaptarse? La respuesta, como su poesía, queda en el aire.
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