Crítica Disney+: "El clan Olimpia", otra narcohistoria -ahora feminista- que ni su talentosa protagonista puede salvar
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Por Santiago Echeverría
La serie "El clan Olimpia", disponible en Disney+, se suma al extenso catálogo de ficciones sobre crimen organizado y narcotráfico con una premisa que busca diferenciarse: la historia de una mujer gitana que, ante la desesperación económica y una enfermedad, se adentra en el negocio de la droga para salvar a su familia. Inspirada en hechos más o menos reales —y en la vida de la madre de su protagonista, Zaira Romero—, la producción oscila entre el drama costumbrista y el thriller criminal, con lugares comunes que llevamos años viendo. Sin embargo, ni el buen hacer de Romero, la otra revelación de "Carmen y Lola" (con Carolina Yuste), es capaz de elevar la serie por encima de la media.
Romero demuestra una vez más su capacidad para transmitir emociones complejas con una actuación contenida pero llena de matices. Olimpia no es una antiheroína al estilo de Walter White o Pablo Escobar; su motivación inicial —financiar el tratamiento contra el cáncer de su marido (Joel Bosqued)— la humaniza, aunque el guión no siempre logra equilibrar esta empatía con su posterior transformación en una figura delictiva.
El mayor acierto de la serie es retratar el machismo estructural que rodea a Olimpia dentro de su clan. Desde su padre, que le niega cualquier autonomía por ser mujer, hasta su propio hermano (Daniel Ibáñez), quien cuestiona su rol fuera del hogar, la presión social es un obstáculo tan tangible como la policía o los rivales narcos. En este sentido, "El clan Olimpia" funciona mejor como drama familiar que como narco-thriller, especialmente en escenas donde la dirección —a cargo de Gracia Querejeta, Violeta Salama y Claudia Pedraza— opta por el realismo cotidiano sobre la espectacularidad violenta.
Donde la serie flaquea es en su incapacidad para escapar completamente de los lugares comunes. Aunque la ambientación en los años 2000 —con su estética de mercadillos y móviles de teclas— aporta frescura, la trama recurre a giros predecibles: alianzas traicioneras, ascensos fulgurantes y una inevitable caída moral. Comparaciones con "Griselda" o "La Reina del Sur" son inevitables, aunque "El clan Olimpia" intenta distinguirse con un enfoque más íntimo y menos glamouroso.
El tratamiento de la cultura gitana también genera debate. Si bien la serie evita caricaturas burdas, algunos personajes secundarios —como el padre de Olimpia— quedan reducidos a arquetipos de machismo tradicional, sin mayor profundización. Tampoco ayuda que el ritmo narrativo, especialmente en los episodios centrales, acelere conflictos que merecerían más desarrollo, como la relación entre Olimpia y su mentor criminal, "El Moreno" (Juan Pablo Raba).
Junto a Romero, destacan las interpretaciones de Joel Bosqued como el marido enfermo, cuya fragilidad contrasta con la determinación de Olimpia, y Mina El Hammani en un papel secundario pero clave. La fotografía, con su paleta de tonos terrosos, y la banda sonora —que incluye temas como "Te estoy amando locamente" de Las Grecas— refuerzan la atmósfera de crudeza y nostalgia.
"El clan Olimpia" se salva por su mirada feminista y su anclaje en una realidad social específica, pero su seguidismo de fórmulas ya vistas y cierta precipitación narrativa le impiden superar la mediocridad.
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La serie "El clan Olimpia", disponible en Disney+, se suma al extenso catálogo de ficciones sobre crimen organizado y narcotráfico con una premisa que busca diferenciarse: la historia de una mujer gitana que, ante la desesperación económica y una enfermedad, se adentra en el negocio de la droga para salvar a su familia. Inspirada en hechos más o menos reales —y en la vida de la madre de su protagonista, Zaira Romero—, la producción oscila entre el drama costumbrista y el thriller criminal, con lugares comunes que llevamos años viendo. Sin embargo, ni el buen hacer de Romero, la otra revelación de "Carmen y Lola" (con Carolina Yuste), es capaz de elevar la serie por encima de la media.
Romero demuestra una vez más su capacidad para transmitir emociones complejas con una actuación contenida pero llena de matices. Olimpia no es una antiheroína al estilo de Walter White o Pablo Escobar; su motivación inicial —financiar el tratamiento contra el cáncer de su marido (Joel Bosqued)— la humaniza, aunque el guión no siempre logra equilibrar esta empatía con su posterior transformación en una figura delictiva.
El mayor acierto de la serie es retratar el machismo estructural que rodea a Olimpia dentro de su clan. Desde su padre, que le niega cualquier autonomía por ser mujer, hasta su propio hermano (Daniel Ibáñez), quien cuestiona su rol fuera del hogar, la presión social es un obstáculo tan tangible como la policía o los rivales narcos. En este sentido, "El clan Olimpia" funciona mejor como drama familiar que como narco-thriller, especialmente en escenas donde la dirección —a cargo de Gracia Querejeta, Violeta Salama y Claudia Pedraza— opta por el realismo cotidiano sobre la espectacularidad violenta.
Donde la serie flaquea es en su incapacidad para escapar completamente de los lugares comunes. Aunque la ambientación en los años 2000 —con su estética de mercadillos y móviles de teclas— aporta frescura, la trama recurre a giros predecibles: alianzas traicioneras, ascensos fulgurantes y una inevitable caída moral. Comparaciones con "Griselda" o "La Reina del Sur" son inevitables, aunque "El clan Olimpia" intenta distinguirse con un enfoque más íntimo y menos glamouroso.
El tratamiento de la cultura gitana también genera debate. Si bien la serie evita caricaturas burdas, algunos personajes secundarios —como el padre de Olimpia— quedan reducidos a arquetipos de machismo tradicional, sin mayor profundización. Tampoco ayuda que el ritmo narrativo, especialmente en los episodios centrales, acelere conflictos que merecerían más desarrollo, como la relación entre Olimpia y su mentor criminal, "El Moreno" (Juan Pablo Raba).
Junto a Romero, destacan las interpretaciones de Joel Bosqued como el marido enfermo, cuya fragilidad contrasta con la determinación de Olimpia, y Mina El Hammani en un papel secundario pero clave. La fotografía, con su paleta de tonos terrosos, y la banda sonora —que incluye temas como "Te estoy amando locamente" de Las Grecas— refuerzan la atmósfera de crudeza y nostalgia.
"El clan Olimpia" se salva por su mirada feminista y su anclaje en una realidad social específica, pero su seguidismo de fórmulas ya vistas y cierta precipitación narrativa le impiden superar la mediocridad.
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