Crítica: "Bajo un volcán", espectáculo competente con guión inflamable

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"Bajo un volcán"
"Bajo un volcán"
Por Santiago Echeverría         

La coproducción española "Bajo un volcán" se presenta como un híbrido ambicioso: cine catastrofista con corazón de comedia romántica, un experimento que recuerda a los éxitos hollywoodenses de los 90 pero con acento hispano. Martín Cuervo dirige esta producción que, pese a sus virtudes técnicas y un ritmo ágil, tropieza con un guión predecible y personajes que no terminan de convencer.

La premisa es atractiva: Mario (William Levy), un piloto militar, y Dani (Maggie Civantos), una vulcanóloga testaruda, se ven obligados a colaborar ante una posible erupción en Tenerife. La tensión inicial entre ellos promete chispas —tanto dramáticas como románticas—, pero el desarrollo se ancla en lugares comunes. La película oscila entre dos aguas sin dominar ninguna: ni el romance logra profundidad ni la amenaza volcánica alcanza la intensidad que exige el género.

Levy y Civantos, carismáticos por separado, no terminan de cuajar como pareja. Su química funciona en momentos puntuales —especialmente en escenas de coqueteo—, pero el guión los reduce a arquetipos (el héroe arrogante, la científica obstinada) y sus diálogos suenan forzados. Peor suerte corren los secundarios: Adriana Torrebejano y Elia Galera quedan relegadas a roles planos, mientras que Fabiola Guajardo encarna un rival amoroso tan innecesario como inverosímil.



Cuervo apuesta por un ritmo trepidante —con un montaje eficaz de Ángel Hernández Zoido— y logra secuencias visualmente impactantes, como una huida entre llamaradas. Sin embargo, la película desaprovecha su potencial dramático. La erupción, anunciada con suspense, se resuelve de manera anticlimática, y los conflictos emocionales —como una pareja que pierde su casa— se abordan con superficialidad.

El mayor problema es el tono: la cinta no decide si quiere ser un thriller de supervivencia o un culebrón con lava de fondo. Los celos, las exparejas y los giros melodramáticos restan credibilidad a un escenario que debería ser de vida o muerte. Incluso el final, ingenioso en su planteamiento, pierde fuerza por falta de tensión acumulada.

¿Es entretenida? Sí, sobre todo para quienes busquen un producto ligero, bien fotografiado y con destellos de emoción. Pero "Bajo un volcán" podría haber sido más: una reflexión sobre el miedo, una historia de redención o incluso un romance apasionante. En cambio, se conforma con ser un pastiche de clichés, un fuego artificial que brilla poco y se apaga rápido.

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