Crítica Locarno: "The Birthday Party", Willem Dafoe y poco más, en la hermosa decadencia mediterránea
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Por Santiago Echeverría
El español Miguel Ángel Jiménez, regresa a Grecia, donde filmó "Una ventana al mar", para trasladar al cine "The Birthday Party", la novela de Panos Karnezis que evoca el glamour decadente y las sombras de las tragedias griegas, todo envuelto en el brillo del Mediterráneo y el magnetismo interpretativo de Willem Dafoe. Con un elenco internacional y una puesta en escena estilizada, la película aspira a ser un thriller psicológico con toques de sátira y melodrama, aunque no siempre logra equilibrar sus ambiciones.
Dafoe encarna a Marcos Timoleon, un magnate griego inspirado abiertamente en Aristóteles Onassis: un hombre acostumbrado al poder, cuya vida está marcada por una pérdida familiar que lo ha convertido en un titán herido. Su interpretación es, como es habitual en él, impecable: domina cada escena con una mezcla de intimidación y vulnerabilidad, especialmente en momentos íntimos, como un baile solitario que revela más que cualquier diálogo. Sin embargo, hay una sensación de que el guión no le exige ir más allá de lo que ya sabemos que puede hacer.
El resto del reparto, aunque competente, lucha por destacar entre los destellos de Dafoe. Vic Carmen Sonne, como su hija Sofia, logra transmitir la rebelión y el dolor de una heredera atrapada en las expectativas paternas, pero su relación con el biógrafo Ian (Joe Cole) resulta forzada, una subtrama que resta más que suma. Emma Suárez, como la exmujer de Marcos, aporta elegancia y tensión, aunque su arco se diluye en medio de las múltiples intrigas secundarias.
Visualmente, la película es un deleite. La fotografía de Gris Jordana captura la luz dorada del Mediterráneo y la sensualidad opresiva de las noches de fiesta, mientras que la dirección de arte refuerza la atmósfera de exceso y falsedad. Hay detalles ingeniosos —un plato de langostinos que parece vomitivo, un pastel con un mensaje mal escrito— que refuerzan la sátira sobre la riqueza vacía. Sin embargo, estos aciertos estéticos no compensan una narrativa que se enreda en sus propias intrigas.
El mayor problema de "The Birthday Party" es su ritmo desigual. Jiménez construye tensión con grabaciones secretas y miradas cargadas, pero la trama se pierde en diálogos grandilocuentes y giros predecibles. La promesa de un thriller psicológico se disipa en favor de escenas dispersas, algunas memorables (como el baile de Dafoe), otras innecesarias (la recurrencia de un anillo perdido). El guión, que podría haber profundizado en el duelo y la manipulación, opta por lo superficial.
"The Birthday Party" es por tanto un film disfrutable gracias a su estética y a Dafoe, pero decepcionante por su falta de profundidad. Funciona mejor como un retrato atmosférico del poder y el dolor que como un drama cohesionado. Queda la sensación de que, bajo tanto brillo, había una película más audaz a la que no le ha permitido aflorar.
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El español Miguel Ángel Jiménez, regresa a Grecia, donde filmó "Una ventana al mar", para trasladar al cine "The Birthday Party", la novela de Panos Karnezis que evoca el glamour decadente y las sombras de las tragedias griegas, todo envuelto en el brillo del Mediterráneo y el magnetismo interpretativo de Willem Dafoe. Con un elenco internacional y una puesta en escena estilizada, la película aspira a ser un thriller psicológico con toques de sátira y melodrama, aunque no siempre logra equilibrar sus ambiciones.
Dafoe encarna a Marcos Timoleon, un magnate griego inspirado abiertamente en Aristóteles Onassis: un hombre acostumbrado al poder, cuya vida está marcada por una pérdida familiar que lo ha convertido en un titán herido. Su interpretación es, como es habitual en él, impecable: domina cada escena con una mezcla de intimidación y vulnerabilidad, especialmente en momentos íntimos, como un baile solitario que revela más que cualquier diálogo. Sin embargo, hay una sensación de que el guión no le exige ir más allá de lo que ya sabemos que puede hacer.
El resto del reparto, aunque competente, lucha por destacar entre los destellos de Dafoe. Vic Carmen Sonne, como su hija Sofia, logra transmitir la rebelión y el dolor de una heredera atrapada en las expectativas paternas, pero su relación con el biógrafo Ian (Joe Cole) resulta forzada, una subtrama que resta más que suma. Emma Suárez, como la exmujer de Marcos, aporta elegancia y tensión, aunque su arco se diluye en medio de las múltiples intrigas secundarias.
Visualmente, la película es un deleite. La fotografía de Gris Jordana captura la luz dorada del Mediterráneo y la sensualidad opresiva de las noches de fiesta, mientras que la dirección de arte refuerza la atmósfera de exceso y falsedad. Hay detalles ingeniosos —un plato de langostinos que parece vomitivo, un pastel con un mensaje mal escrito— que refuerzan la sátira sobre la riqueza vacía. Sin embargo, estos aciertos estéticos no compensan una narrativa que se enreda en sus propias intrigas.
El mayor problema de "The Birthday Party" es su ritmo desigual. Jiménez construye tensión con grabaciones secretas y miradas cargadas, pero la trama se pierde en diálogos grandilocuentes y giros predecibles. La promesa de un thriller psicológico se disipa en favor de escenas dispersas, algunas memorables (como el baile de Dafoe), otras innecesarias (la recurrencia de un anillo perdido). El guión, que podría haber profundizado en el duelo y la manipulación, opta por lo superficial.
"The Birthday Party" es por tanto un film disfrutable gracias a su estética y a Dafoe, pero decepcionante por su falta de profundidad. Funciona mejor como un retrato atmosférico del poder y el dolor que como un drama cohesionado. Queda la sensación de que, bajo tanto brillo, había una película más audaz a la que no le ha permitido aflorar.
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