Crítica: "Vieja loca", una opera prima cimentada sobre el talento de Carmen Maura
- por © NOTICINE.com

Por Santiago Echeverría
Bajo la lluvia incesante que azota una casa aislada, "Vieja loca" construye su atmósfera claustrofóbica. La opera prima en solitario del argentino Martín Mauregui, producida por Juan Antonio Bayona, nos presenta a Pedro, interpretado por el uruguayo Daniel Hendler, un hombre que acude a cuidar por una noche a Alicia, el personaje de Carmen Maura, ante la preocupación de su hija Laura. Lo que comienza como un simple favor se transforma en una noche de preguntas y respuestas con consecuencias sádicas.
La película se desarrolla principalmente en un solo espacio -el salón de la casa- donde estos dos personajes entablan un duelo verbal y psicológico. La lluvia constante y la iluminación tenue crean un ambiente opresivo que sostiene la tensión durante la primera mitad del metraje. En este escenario minimalista, las interpretaciones se convierten en el pilar fundamental. Carmen Maura construye una Alicia que oscila entre la vulnerabilidad y la amenaza, mientras que Daniel Hendler responde con un Pedro que pasa de la condescendencia inicial al miedo genuino.
El planteamiento inicial resulta intrigante. La premisa de un juego macabro donde las respuestas incorrectas pueden costar dedos mantiene al espectador expectante. Sin embargo, conforme avanzan las preguntas y respuestas, la película parece encontrar dificultades para desarrollar todo el potencial de su idea original. El duelo psicológico entre ambos personajes, aunque sostenido por buenas actuaciones, termina por circular alrededor de los mismos conflictos sin encontrar nuevas capas de profundidad.
Uno de los aspectos más notables es cómo la cámara captura este enfrentamiento generacional. Los planos cerrados sobre los rostros de Maura y Hendler subrayan la naturaleza íntima y claustrofóbica de su conflicto. En ocasiones, la película se acerca a momentos perturbadores, especialmente en algunas ensoñaciones que revelan el mundo interior de Alicia, pero parece reticente a explorar plenamente estos territorios más oscuros.
El guión incorpora toques de humor que no desentonan con el tono general, e incluso ayudan a humanizar a los personajes en medio de la tensión creciente. Sin embargo, hacia el ecuador del metraje, se hace evidente que la película podría haber aprovechado mejor ciertos elementos que introduce pero no desarrolla completamente. La relación entre Pedro y Laura, por ejemplo, queda esbozada pero no termina de aportar peso emocional adicional al conflicto central.
El mayor desafío de "Vieja loca" parece estar en su resolución. Después de construir una situación de suspense durante más de una hora, el desenlace llega con cierta premura, dejando la sensación de que algunas líneas narrativas merecían mayor desarrollo. La película mantiene las formas hasta el final, pero quizás por no querer salirse de ciertos parámetros, termina por no arriesgar lo suficiente en sus momentos cruciales.
Como ejercicio de estilo y muestra del potencial de su director, "Vieja loca" funciona adecuadamente. Las actuaciones son sólidas, la atmósfera está bien construida y la premisa inicial mantiene el interés. Sin embargo, queda la impresión de que había espacio para más -más riesgo, más profundidad psicológica, más consecuencias en las acciones de sus personajes-. La película se mantiene en un terreno seguro cuando su planteamiento parecía prometer incursiones en aguas más turbulentas y memorables.
Sigue nuestras últimas noticias por INSTAGRAM, BLUESKY o FACEBOOK.
Bajo la lluvia incesante que azota una casa aislada, "Vieja loca" construye su atmósfera claustrofóbica. La opera prima en solitario del argentino Martín Mauregui, producida por Juan Antonio Bayona, nos presenta a Pedro, interpretado por el uruguayo Daniel Hendler, un hombre que acude a cuidar por una noche a Alicia, el personaje de Carmen Maura, ante la preocupación de su hija Laura. Lo que comienza como un simple favor se transforma en una noche de preguntas y respuestas con consecuencias sádicas.
La película se desarrolla principalmente en un solo espacio -el salón de la casa- donde estos dos personajes entablan un duelo verbal y psicológico. La lluvia constante y la iluminación tenue crean un ambiente opresivo que sostiene la tensión durante la primera mitad del metraje. En este escenario minimalista, las interpretaciones se convierten en el pilar fundamental. Carmen Maura construye una Alicia que oscila entre la vulnerabilidad y la amenaza, mientras que Daniel Hendler responde con un Pedro que pasa de la condescendencia inicial al miedo genuino.
El planteamiento inicial resulta intrigante. La premisa de un juego macabro donde las respuestas incorrectas pueden costar dedos mantiene al espectador expectante. Sin embargo, conforme avanzan las preguntas y respuestas, la película parece encontrar dificultades para desarrollar todo el potencial de su idea original. El duelo psicológico entre ambos personajes, aunque sostenido por buenas actuaciones, termina por circular alrededor de los mismos conflictos sin encontrar nuevas capas de profundidad.
Uno de los aspectos más notables es cómo la cámara captura este enfrentamiento generacional. Los planos cerrados sobre los rostros de Maura y Hendler subrayan la naturaleza íntima y claustrofóbica de su conflicto. En ocasiones, la película se acerca a momentos perturbadores, especialmente en algunas ensoñaciones que revelan el mundo interior de Alicia, pero parece reticente a explorar plenamente estos territorios más oscuros.
El guión incorpora toques de humor que no desentonan con el tono general, e incluso ayudan a humanizar a los personajes en medio de la tensión creciente. Sin embargo, hacia el ecuador del metraje, se hace evidente que la película podría haber aprovechado mejor ciertos elementos que introduce pero no desarrolla completamente. La relación entre Pedro y Laura, por ejemplo, queda esbozada pero no termina de aportar peso emocional adicional al conflicto central.
El mayor desafío de "Vieja loca" parece estar en su resolución. Después de construir una situación de suspense durante más de una hora, el desenlace llega con cierta premura, dejando la sensación de que algunas líneas narrativas merecían mayor desarrollo. La película mantiene las formas hasta el final, pero quizás por no querer salirse de ciertos parámetros, termina por no arriesgar lo suficiente en sus momentos cruciales.
Como ejercicio de estilo y muestra del potencial de su director, "Vieja loca" funciona adecuadamente. Las actuaciones son sólidas, la atmósfera está bien construida y la premisa inicial mantiene el interés. Sin embargo, queda la impresión de que había espacio para más -más riesgo, más profundidad psicológica, más consecuencias en las acciones de sus personajes-. La película se mantiene en un terreno seguro cuando su planteamiento parecía prometer incursiones en aguas más turbulentas y memorables.
Sigue nuestras últimas noticias por INSTAGRAM, BLUESKY o FACEBOOK.