Crítica: "Angeles", Paula Markovitch y su regreso a Argentina con una mirada neorrealista sobre la infancia
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Juan Pablo Russo
La argentina afincada en México por años Paula Markovitch, directora de "El Premio" (2011), sigue en "Angeles" (2025), film que ahora llega a Buenos Aires, a una niña que acompaña el plan suicida de un hombre y desplaza el modo tradicional de narrar la infancia.
Filmada en Córdoba, Argentina, la película presenta a una niña marginal de doce años que vende golosinas junto a su hermana Isabella durante un verano agobiante. Ese recorrido cotidiano las lleva hasta un estacionamiento donde trabaja David, interpretado por Abian Vainstein, con quien entablan una relación que comienza como intercambio casual. Todo cambia cuando él comparte su decisión de quitarse la vida. Angeles no intenta disuadirlo: propone acompañarlo. Desde ese pacto, la película atraviesa tres días en los que la rutina se modifica y la cercanía entre ambos se vuelve el centro del relato, hasta llegar al edificio en construcción donde la niña intenta cumplir lo prometido.
Paula Markovitch vuelve a situar la infancia como punto de vista más que como tema. Angeles comprende lo que ocurre sin traducirlo en palabras y actúa desde una lógica propia. El vínculo con David no está construido desde la tutela sino desde la compañía, hecho que la película registra sin subrayados: buscan whisky, comparten música, usan los autos estacionados como refugio y atraviesan el calor como una carga más.
El film concentra la acción en pocos escenarios y en un tiempo acotado. La calle, los autos y la obra en construcción funcionan como espacios que limitan el movimiento pero sostienen la trama. El verano deja de ser clima para convertirse en condición física: cuerpos exhaustos, ritmos lentos y una espera que se prolonga.
Con un registro neorrealista, Markovitch trabaja a partir de improvisaciones y actuaciones no profesionales. Angeles Pradal e Isabela Ramírez sostienen la película desde gestos mínimos, mientras la cámara evita intervenir y acompaña el desarrollo de las escenas sin enfatizar emociones. La presencia de Vainstein se apoya en una interpretación contenida que mantiene la tensión en la pausa y no en el estallido.
En "Angeles", la directora continúa explorando personajes que atraviesan la precariedad sin quedar definidos por ella. No se detiene en lo que los une más que en lo que les falta y desplaza cualquier mirada condescendiente. La muerte no aparece como cierre dramático sino como fuerza que pone en movimiento a los personajes y deja al espectador frente a un final abierto.
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La argentina afincada en México por años Paula Markovitch, directora de "El Premio" (2011), sigue en "Angeles" (2025), film que ahora llega a Buenos Aires, a una niña que acompaña el plan suicida de un hombre y desplaza el modo tradicional de narrar la infancia.
Filmada en Córdoba, Argentina, la película presenta a una niña marginal de doce años que vende golosinas junto a su hermana Isabella durante un verano agobiante. Ese recorrido cotidiano las lleva hasta un estacionamiento donde trabaja David, interpretado por Abian Vainstein, con quien entablan una relación que comienza como intercambio casual. Todo cambia cuando él comparte su decisión de quitarse la vida. Angeles no intenta disuadirlo: propone acompañarlo. Desde ese pacto, la película atraviesa tres días en los que la rutina se modifica y la cercanía entre ambos se vuelve el centro del relato, hasta llegar al edificio en construcción donde la niña intenta cumplir lo prometido.
Paula Markovitch vuelve a situar la infancia como punto de vista más que como tema. Angeles comprende lo que ocurre sin traducirlo en palabras y actúa desde una lógica propia. El vínculo con David no está construido desde la tutela sino desde la compañía, hecho que la película registra sin subrayados: buscan whisky, comparten música, usan los autos estacionados como refugio y atraviesan el calor como una carga más.
El film concentra la acción en pocos escenarios y en un tiempo acotado. La calle, los autos y la obra en construcción funcionan como espacios que limitan el movimiento pero sostienen la trama. El verano deja de ser clima para convertirse en condición física: cuerpos exhaustos, ritmos lentos y una espera que se prolonga.
Con un registro neorrealista, Markovitch trabaja a partir de improvisaciones y actuaciones no profesionales. Angeles Pradal e Isabela Ramírez sostienen la película desde gestos mínimos, mientras la cámara evita intervenir y acompaña el desarrollo de las escenas sin enfatizar emociones. La presencia de Vainstein se apoya en una interpretación contenida que mantiene la tensión en la pausa y no en el estallido.
En "Angeles", la directora continúa explorando personajes que atraviesan la precariedad sin quedar definidos por ella. No se detiene en lo que los une más que en lo que les falta y desplaza cualquier mirada condescendiente. La muerte no aparece como cierre dramático sino como fuerza que pone en movimiento a los personajes y deja al espectador frente a un final abierto.
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