Penas y (escasas) glorias del cine uruguayo
- por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
La segunda Muestra de cine uruguayo en Cuba terminó la pasada semana con más penas que glorias, dejando como saldo un grupo de documentales valiosos sobre todo desde el punto de vista político (“Aquellos nuevos asesinatos”, de Guillermo Garat y Nicolas Golpe; “El círculo”, del veterano Aldo Garay y Pedro Charlo…); otros, de temática cultural, interesantes y reveladores aunque sin aportes esenciales al género (“Hit”, de Claudia Abend y Adriana Loeff; “La cumparsita, el tango uruguayo”, de Darío Medina; “La matiné”, de Sebastián Bednarik…) junto a otros mucho menos logrados en su intento por abarcar vidas de pueblos (“Cerca de las nubes”, de Garay) , de seres (“Dos Hítleres”, de Ana Tipa), o de grupos teatrales (“Marat-Sade en el Vilardebó”, de Gabriela Guillermo).
Con mayores o menores logros, ofrecieron no obstante un agradecible panorama de la historia, las artes y la vida de Uruguay más allá de su capital. Ahora bien, la ficción resultó harina de otro costal: excepto la muy laureada y bien recibida en todas partes “El baño del papa”, de César Charlone y Enrique Fernández (crónica de la decepción sufrida por los habitantes de un pequeño pueblo rural en su espera del nuncio apostólico, para lo cual pusieron todos sus recursos con la esperanza de sacar un poco de dinero al suceso) realizado con amarga ironía pero a la vez esperanza, sentido del humor y buen pulso narrativo; suerte de “Bienvenido Mr.Marshall” de los uruguayos que invita a seguir la carrera de los realizadores, casi todo lo demás resultó bien menor, por no decir desechable (en más de un caso lo fue).
Incluso otro título respetable por su pase (y paso) en festivales de prestigio como “La perrera” (relaciones fallidas y contradictorias entre un padre y un hijo en otra zona rural), fue acogida con frialdad y abandonos en su confrontación habanera: hay que reconocer cierto pulso a la hora de diseñar los personajes al director Mario Nieto Zas y anotarle puntos a la ambientación y el montaje, pero es cierto que a la obra le falta calidez y garra.
La premiére, otro título muy promocionado este año, “Matar a todos”, de Esteban Schroeder, es un thriller que cuenta una historia no carente de interés y peso dramático (la persecución de un chileno en Uruguay, su pasado y reales implicaciones políticas) pero se enreda tanto en madejas informativas y biográficas que termina fatigando al espectador, pese a indudables logros, como la fotografía, o la notable actuación protagónica de Roxana Blanco, a quien a propósito, vimos también en el título que cerró la semana: “Alma Mater”, de Alvaro Buela, una coproducción con Brasil y Canadá.
En ella la actriz está mucho mejor en su papel de una beata solterona empleada de un supermercado que se siente elegida para encarnar una especie de nuevo Mesías, su amistad con un solidario transgénero y su visita (y despedida de) una iglesia protestante, pero es una lástima que la película, acertada en su captación de la rutina gris y asfixiante de la protagonista y su contexto, y afiladas burlas a los discursos religiosos y las auto-represiones sexuales, se diluya en un misticismo de pacotilla (con el que cierra el filme) que debilita su alcance.
Así “La cáscara”, de Carlos Ameglio, sobre “un creativo no tan creativo” hace honor a su título; “Fan”, de Gabriela Guillermo, desperdicia las apasionantes implicaciones del sujeto (una admiradora furibunda del cantante basrileño Luis Melodía en su cotidiano y vida personal) en las desconcertantes des-narraciones del nuevo nuevo cine, algo que llega al colmo con “Muñeco viviente V”, de Maximiliano Contenti, porque aquí se pretende teatro del absurdo y comedia donde sólo hay banalidad, desperdicio de tiempo y celuloide en una réplica de videogames sencillamente insufrible.
Válida de todos modos como panorámica del ahora fílmico uruguayo, esperemos que, como reza el dicho, a la tercera vaya la vencida.
Con mayores o menores logros, ofrecieron no obstante un agradecible panorama de la historia, las artes y la vida de Uruguay más allá de su capital. Ahora bien, la ficción resultó harina de otro costal: excepto la muy laureada y bien recibida en todas partes “El baño del papa”, de César Charlone y Enrique Fernández (crónica de la decepción sufrida por los habitantes de un pequeño pueblo rural en su espera del nuncio apostólico, para lo cual pusieron todos sus recursos con la esperanza de sacar un poco de dinero al suceso) realizado con amarga ironía pero a la vez esperanza, sentido del humor y buen pulso narrativo; suerte de “Bienvenido Mr.Marshall” de los uruguayos que invita a seguir la carrera de los realizadores, casi todo lo demás resultó bien menor, por no decir desechable (en más de un caso lo fue).
Incluso otro título respetable por su pase (y paso) en festivales de prestigio como “La perrera” (relaciones fallidas y contradictorias entre un padre y un hijo en otra zona rural), fue acogida con frialdad y abandonos en su confrontación habanera: hay que reconocer cierto pulso a la hora de diseñar los personajes al director Mario Nieto Zas y anotarle puntos a la ambientación y el montaje, pero es cierto que a la obra le falta calidez y garra.
La premiére, otro título muy promocionado este año, “Matar a todos”, de Esteban Schroeder, es un thriller que cuenta una historia no carente de interés y peso dramático (la persecución de un chileno en Uruguay, su pasado y reales implicaciones políticas) pero se enreda tanto en madejas informativas y biográficas que termina fatigando al espectador, pese a indudables logros, como la fotografía, o la notable actuación protagónica de Roxana Blanco, a quien a propósito, vimos también en el título que cerró la semana: “Alma Mater”, de Alvaro Buela, una coproducción con Brasil y Canadá.
En ella la actriz está mucho mejor en su papel de una beata solterona empleada de un supermercado que se siente elegida para encarnar una especie de nuevo Mesías, su amistad con un solidario transgénero y su visita (y despedida de) una iglesia protestante, pero es una lástima que la película, acertada en su captación de la rutina gris y asfixiante de la protagonista y su contexto, y afiladas burlas a los discursos religiosos y las auto-represiones sexuales, se diluya en un misticismo de pacotilla (con el que cierra el filme) que debilita su alcance.
Así “La cáscara”, de Carlos Ameglio, sobre “un creativo no tan creativo” hace honor a su título; “Fan”, de Gabriela Guillermo, desperdicia las apasionantes implicaciones del sujeto (una admiradora furibunda del cantante basrileño Luis Melodía en su cotidiano y vida personal) en las desconcertantes des-narraciones del nuevo nuevo cine, algo que llega al colmo con “Muñeco viviente V”, de Maximiliano Contenti, porque aquí se pretende teatro del absurdo y comedia donde sólo hay banalidad, desperdicio de tiempo y celuloide en una réplica de videogames sencillamente insufrible.
Válida de todos modos como panorámica del ahora fílmico uruguayo, esperemos que, como reza el dicho, a la tercera vaya la vencida.