La Habana rinde homenaje a Andrzej Wajda

por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
Andrzej Wajda
Andrzej Wajda
El recién remozado cine Chaplin de la Cinemateca de Cuba, sede, como es sabido de extraordinarias semanas, ciclos y muestras de cine de lo más diversas, no pudo reiniciar sus funciones de mejor manera: mediante una retrospectiva del más internacional y célebre de los realizadores polacos: Andrzej Wajda (1926), que se extenderá hasta el próximo día 7.

Integrante de la resistencia antinazi desde los 16 años, tras la guerra estudió pintura en Cracovia y cine en la Escuela de esta especialidad y teatro ( arte que también cultiva) de Lodz.

Sus primeras películas (la trilogía "Generación", "Kanal" y "Cenizas y diamantes", a partir de 1954) discursan en torno a la nueva Polonia que emergería de las  ruinas de la Segunda Guerra Mundial, tema recurrente en su obra hasta hoy, literalmente, como quiera que su más reciente título ("Katyn") a la sazón nominado al Oscar extranjero este año , se enfoca en el mismo.

No por ello, claro, el desde muy temprano respetado y elogiado cineasta ha dado la espalda a la contemporaneidad; su cine, de profundas raíces polacas cualquiera que sea su interés ideotemático, alcanza siempre connotaciones universales debido a la presencia de aspectos generales.

Durante los 70 y los 80, por ejemplo, reflejó, casi siempre de modo magistral los fuertes latidos políticos de su país y la actividad del comité disidente "Solidaridad".

Oscar Honorífico en 2000 y análogo reconocimiento (Oso de Oro) en Berlín  seis años después, Wajda fue elegido a principios de los 90 senador y director artístico del Teatro Powszechny de Varsovia, sin abandonar su trabajo en el cine, el cual, aún facturado fuera de Polonia (el caso de "Dantón", de 1982) parece obsesionado por un monotema: la relación individuo-contexto político, la lucha del primero contra las adversas fuerzas históricas y sociales.

La retrospectiva que tiene lugar en Cuba, organizada por la Embajada de Polonia aquí, es bastante limitada, y dejó fuera piezas imprescindible del legado wajdiano, tales "Cenizas y diamantes" (1958), "Los abedules" /"El bosque de los abedules"(1970) o "Paisaje después de la batalla" ( 1970 ), a pesar de lo cual realiza un apretado recorrido por tan vasta y jugosa obra, incluyendo dos estrenos en Cuba: "Pan Tadeusz" / "Don Tadeo" (1999) y la contendiente por el Oscar no anglohablado, "Katyn" (2008).  

La primera de estas últimas, que sirvió de première a la semana, se ubica en la Lituania, de 1812:  Polonia está borrada del mapa de Europa y dos grandes familias se enfrentan entre sí: los Soplica, aliados de los rusos, y los Horeszko, defensores de la independencia polaca. Tras veinte años de conflicto, Jacek Soplica ha matado al último gran señor de la casa de los Horeszko, quien le había negado la mano de su hija;  para reparar su terrible falta, adopta la identidad de un monje bernardino y se encarga de la educación de Sophie, descendiente de los Horeszko. , a quien desea desposar con su hijo Tadeusz, de regreso en el país tras sus estudios. Pero en junio de 1812, Napoleón Bonaparte, que se halla en pleno avance hacia Moscú, franquea el Niemen... Adaptación de  un clásico de la literatura polaca, escrito por Adam Mickiewicz, y ganador de los más importantes premios en su país: mejor película, dirección, fotografía (Paweł Edelman), música (Wojciech Kilar), sonido (Nikodem Wołk-Łaniewski), montaje (Wanda Zeman), actriz (Grażyna Szapołowska), y actor (Bogusław Linda) y de la Cinta de Oro para el mejor film de 1999 (compartido con La deuda de Krzysztof Krauze), "Pan Tadeusz" demuestra, una vez más, la maestría de su director para recrear épocas y ambientes: la dirección de arte es otro de los rubros que pudo ser legítimamente galardonado; sin embargo, el  excesivo apego al referente literario (con largos y farragosos parlamentos caros a la épica decimonónica) hacen del trayecto una experiencia difícil de asimilar; los preparativos militares imbuidos en la euforia antinapoleónica, son brillantes, pero Wajda debió limar un tanto lo abundoso de muchos monólogos que nada aportan a la diégesis y, por el contrario, la entorpecen.

Descuellan también las actuaciones, con un Boguslaw Linda en el protagónico que pudiera ser perfectamente el sustituto de su actor fetiche durante tantas décadas, el sin por Daniel Olbrychski, ahora envejecido pero aún vivaz y con la energía y virtuosismo habituales, aquí en uno de esos secundarios que por su importancia son auténticos coprotagonistas.

Por cierto, al incipiente intérprete pudimos reencontrarlo, dando marcha atrás al tiempo,  en otro de los viejos Wajdas revisitados: "Todo para vender" /"Todo a la venta" (1969). Aquel cálido y original homenaje de  Wajda al malogrado Zbigniew Cybulski, con el cual trabajara en sus films iniciales, mantiene su lozanía casi 40 años después.

Hoy es muy común el método interfílmico ("cine dentro del cine") pero no tanto en ese momento, donde, siguiendo las huellas del felliniano "8 y medio", el polaco lograra una magistral intersección entre realidad y la ficción cinematográfica, al recrear la muerte por accidente del actor, y todo lo que le rodeara.

La atmósfera de misterio con que se diseñan circunstancias y motivos, el estudio de caracteres, la condición de "ars poética" mediante la cual el autor reflexiona sobre el propio cine y el arte todo en su vínculo con otros aspectos de la vida (las relaciones amorosas, los asuntos de pareja), todo en el complejo mundo del "socialismo real" de Polonia entonces, mixturados mediante un excepcional montaje y no menos brillantes desempeños (Beata Tyszkiewicz, Elzbieta Czyzewska, Andrzej Lapicki, Olbrychski...), han vuelto a sorprendernos y encantarnos.

La muestra de Wajda en La Habana, además de los mencionados títulos, incluye también "El hombre de mármol" (1977), "Crónica de amor" (1986), "La tierra prometida" (1975, que incluye escenas censuradas en la época y digitalización sonora), "Las señoritas de Wilko" (1979) y "Kanal" (1957).

En nuestro próximo comentario, nos referiremos a la muy esperada "Katyn" (2008).